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     Hinata dejó su mochila sobre la cama antes de girarse y mirar al azabache, quien dejaba su mochila colgada en un pequeño gancho en su puerta. Se acababa de enterar que el mayor tenía una habitación para él solo. Por una parte, era agradable tener total privacidad, pero por otra parte era triste no tener a alguien con quien hablar durante el tiempo libre, probablemente Shōyō entraría en una crisis si no tuviese a Tōru consigo.

— Siéntate. — Pidió el mayor, Hinata lo hizo, la cama no era diferente a la que tenía, pero el colchón sí que lo era, era más suave y cómodo que el suyo.

Kageyama se acercó a su escritorio y tomó un par de libros y cuadernos, que después entregó a Shōyō. Juntos decidieron comenzar con el trabajo en parejas asignado esa mañana.
Hinata, como era común, se encargó de redactar la información encontrada por ambos, pero esta vez había algo diferente entre ambos, y no sabía descifrar qué. Quizás era el estar apoyado sobre el hombro de Kageyama, o la mano del mayor acariciando su brazo derecho, incluso el hecho de sentirse un poco más en confianza con el otro, y que ambas mentes no podían dejar de repetir una y otra vez aquel momento en la cafetería.
Pero para Shōyō era extraño. ¿No estaba yendo todo muy rápido? ¿Era correcto lo que hacían? Él y Kageyama se conocían desde hacía unas dos semanas y un poco más, pero ahí estaban, sentados hombro con hombros después de haber unido sus labios en un dulce beso que seguía sin comprender qué significaba, después de haber confesado al otro lo que sentían era confuso, se gustaban, pero ¿De qué forma? Había miles de maneras en las que te podía gustar una persona, pero ambos se sentían tan estúpidos al no comprenderlo, irónico siendo que en ese momento ambos se encontraban en el tope como las dos mejores calificaciones de sus clases. Hinata lo pensaba mucho, desde el momento en que Tōru le preguntó que si sentía algo más por el azabache, y sabía que sí, sentía algo más, pero ¿Qué?

Los ojos del menor fueron hacia el joven a su lado, observándolo por unos segundos. Su estómago se retorció y un pequeño cosquilleo se instaló en sus mejillas al encontrarse con la profunda mirada azul de Kageyama, quien parecía encontrarse en la misma situación, ambos se encontraban en un dilema sin encontrar respuestas o siquiera poder elegir entre sus opciones. Necesitaban solucionar sus dudas en ese momento o no podrían estar en paz.

"El día en que te enamores sabrás exactamente que lo estás, porque es un sentimiento incomparable con ningún otro, con nadie más habrás sentido eso, me recordarás cuando lo vivas". Las palabras de su albino amigo mayor resonaron en la cabeza del pelinaranja, una pequeña sonrisa apareció en sus labios admirando la suave piel contraria, los rosados y dulces belfos que le acompañaban, los ojos profundos que recordaban a las Salvia Patens que su madre tenía en casa, flores que formaban parte de sus favoritas por su sencillez y delicadeza.

— Kageyama.

Hinata llevó una mano al rostro del mayor y acarició su mejilla, notando los ojos del contrario cerrarse, disfrutando del suave toque proporcionado por el menor.

— Me gustas.

Simples palabras que habían intercambiado horas antes, pero que ahora significaban lo que realmente sentían, a lo que realmente se referían. Los ojos azules contrarios observaron por un momento al pelinaranja, quien no esperaba una respuesta, estaba satisfecho con tan sólo creer que aclaraba sus sentimientos diciendo aquello, porque así era, Hinata estuvo antes con otras personas, tanto chicos como chicas, pero nunca se sintió de esa forma, por eso era tan nuevo para él, gustar y enamorarse no eran lo mismo, y eran simples palabras fáciles de confundir. Hinata podía asegurar que le gustaba Kageyama, su forma de ser, su forma de trabajar, su forma de pasar el tiempo con el menor, su físico, pero Hinata también podía decir –no del todo seguro– que se encontraba de cierta forma enamorado de Kageyama Tobio, al no dejar de pensar en él, al sentir cosquillas cuando sus miradas se conectaban, al sonrojarse cuando el mayor decía su nombre o tan solo le miraba sin decir nada.

𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora