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— ¡Tobio! — Shōyō dejó su bandeja de comida en el suelo y corrió hacia el azabache, colocándose frente a él. — Tobio, está bien, cálmate.

Los ojos de Kageyama no miraron en ningún momento a Hinata, pero sus movimientos se detuvieron. La molestia era más que clara en su rostro, y si el chico detrás de Shōyō volvía a abrir su boca era probable que no pudiese controlar por más tiempo al ojiazul.

— Daishō, lárgate de aquí. — Kuroo miró a Kageyama, estaba más que seguro de que si el chico se descontrolaba, no podría ser detenido fácilmente ni con tres personas.

— ¿Uhm? Parece que tenía que venir tu dulce príncipe para que te calmaras. — Bromeó Suguru, inclinándose y pasando las suaves yemas de sus dedos sobre las mejillas de Shōyō quien se estremeció. — Verás, Hinata... Le decía a tu querido Kageyama que... Hay cientos de rumores corriendo por la universidad, todos ellos dicen que has estado haciendo cosas malas durante el tiempo que no asistías a la universidad, y cuando Kageyama no estaba cerca. ¿Es eso cierto? — Daishō rio. — ¿Será posible que realmente te hayas acostado con otros alfas mientras Kageyama no estaba en casa? ¿Le has puesto el cuerno?

Siete pares de ojos se posaron sobre Hinata tras escuchar lo que el chico detrás de él había dicho, todos notaron una cosa.
La expresión de Shōyō se volvió seria.

Hinata se giró sin prisa alguna y miró al peliverde a los ojos, notando su sonrisa burlona. Las cejas de Daishō se levantaron con curiosidad, esperando una respuesta por parte del menor.

— ¿Quieres saber si eso es cierto? — Preguntó Hinata, el más alto respondió con un sonido de afirmación.

En menos de un segundo el puño de Shōyō ya se encontraba golpeando el delicado rostro de Suguru, tomándolo por sorpresa y logrando que cayera sentado al suelo.

— Idiota. — Susurró Hinata.

Los ojos de los presentes se habían abierto con extrema sorpresa al ver aquello. Kageyama abría su boca para hablar, pero la volvía a cerrar al no poder formular ninguna frase debido a la sorpresa.

— Déjame aclarar algo, quizá tú si eres capaz de engañar a tus parejas, pero yo no, decidí estar con Tobio porque lo amo, y eso no cambiará, aun si decides inventar cientos de rumores más diciendo que le he puesto el cuerno a Kageyama, estoy seguro de que Tobio sabe que jamás haría algo similar. — Shōyō sonrió. — Y por favor, no hagas enojar a Tobio si no quieres terminar visitando a un cirujano plástico para una reconstrucción facial, mis golpes deben sentirse como cosquillas al lado de los suyos.

Oikawa llevó una mano a su boca, cubriéndola para evitar soltar una carcajada. Era simplemente impresionante, parecía ser que Shoyo había vuelto totalmente diferente, sin tener paciencia para soportar a nadie que le faltase el respeto a él, a su pareja, o a cualquiera de sus amigos.

~❃~

— Shoyo. — Kageyama tomó el brazo de su pareja y detuvo su caminar, notando la sorpresa del menor al hacerlo. — ¿Podemos... Hablar?

— ¿Sucedió algo? — Tobio negó.

El azabache comenzó a arrastrar al pelinaranja detrás de sí, dirigiéndose hacia su habitación. No tardaron mucho en llegar, y al hacerlo, el ojiazul colocó el seguro a la puerta. Hinata observó curioso sus acciones, no tenía ningún mal presentimiento, pero aun así se encontraba ansioso por lo que diría el mayor.

— Tobio. — Llamó el más bajo. — ¿Qué sucede?

— Lo siento. — Se disculpó Kageyama. — Por... Lo que sucedió esta mañana en la universidad... Cuando Daishō dijo eso de ti... Cuando dijo que había rumores de que estabas engañándome yo... No pude controlarme.

𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora