Hinata acarició con suavidad su crecido vientre mientras se miraba al espejo y una sonrisa se estiraba en su rostro. Ese día vestía un precioso traje blanco que se ajustaba perfectamente a sus nuevas medidas, y aunque tuviese un enorme vientre de cinco meses, a punto de dar a luz, se veía increíble.
Detrás de él se encontraba su padre y su madre, la mujer cubría su boca, intentando detener su llanto, mientras que su padre sonreía con orgullo.— Yo... Iré a tomar asiento. — Avisó la madre del pelinaranja, acercándose a dejar un suave beso en la frente del menor, quien asintió y se despidió de la mujer.
— ¿Estás listo, cariño? — Preguntó su padre, tomando su mano. Hinata asintió, caminando junto al mayor hacia la salida, que a su vez era la entrada hacia el salón en el que se llevaría a cabo la boda. — No estés nervioso, yo soy quien debería estarlo.
— ¿Por qué lo dices, padre? — Rio Shōyō, mirando al hombre quien sobó sus sienes.
— Aún no proceso que desde hoy pertenecerás a alguien. — Una sonrisa apareció en el rostro del hombre. — Pero estoy feliz, porque sé que tú estás feliz a su lado... — Hubo un corto momento de silencio. — Cariño, si él llega a hacerte algo yo-
— Padre, no. — Shōyō sonrió. — Tobio no es ese tipo de persona, créeme que no lo hará.
El hombre asintió. Tras un momento intentando calmar sus nervios, ambos entraron al recinto, siendo las puertas abiertas para ellos por dos hombres vestidos formalmente.
Casi de inmediato, al entrar al sitio, los ojos de Shōyō se encontraron con un par de orbes azules que le observaban, llenos de felicidad, emoción y nervios.Hinata no se enteró cuando la música típica de fondo había comenzado a sonar, pues simplemente caminaba hacia el frente siendo tomado del brazo por su padre, guiándole hasta los brazos de su pareja. Shōyō intentó sonreír, aunque solamente salió una mueca.
A mitad de camino, observó a sus mejores amigos en la segunda fila, todos sonreían, y a diferencia de los demás, Tōru, Kōshi y su madre se encontraban juntos, lloriqueando por el pelinaranja. No pudo evitar reír por lo bajo, y una vez que estuvo frente al altar, observó fijamente al azabache, quien estiró su mano hacia él. El hombre que le sostenía, algo serio, entregó su mano al más alto, susurrando al ojiazul un par de cosas inaudibles para el menor, Kageyama asintió, tomando la mano de Shōyō y ayudándole a subir al altar junto a él.La ceremonia de matrimonio dio inicio, Kageyama se mantuvo sosteniendo la mano de su pareja en todo mundo, jamás la soltó, y cuando las últimas palabras fueron dichas, una sonrisa decoró el rostro del más alto. Hinata no sabía si aquella sonrisa estaba llena de felicidad, de orgullo, de emoción o de arrogancia, pero tan solo podía pensar en lo feliz que se sentía en aquel preciso momento.
—... Si no hay nadie que esté en contra de este matrimonio, entonces, por el poder que me confiere la ley, les declaró oficialmente esposos... — Declaró el juez, dando por finalizada la ceremonia.
No es necesario resaltar que al momento de haberse dicho esto, Shōyō no esperó para abalanzarse sobre su ahora esposo, enrollando sus brazos alrededor del cuello del azabache mientras unían sus labios en un beso, sellando así una promesa de fidelidad y amor eterno.
Al alejarse de los labios del otro, Tobio se inclinó a dejar un suave beso en la marca que yacía sobre el cuello del menor, provocándole escalofríos, y finalmente, siendo escuchado solamente por el pelinaranja, susurró:— "Mientras yo viva... Mientras yo exista, jamás te hará falta quien ame cada pequeño detalle que no ames de ti... A partir de este momento puedes estar totalmente seguro de que nadie jamás te pisoteará, porque antes de eso se verán obligados a inclinarse ante ti".
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𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂
Teen FictionÉl tenía unos ojos que parecían no querer vivir un día más, el otro tenía unos ojos llenos de vida que alegraban todo a su alrededor. "(...) Sus ojos azules se posaron sobre él durante unos segundos, estos parecían demasiado inexpresivos, como si re...