Una semana desde el accidente.
Kageyama tomó asiento en su silla y suspiró, llevando una mano a su cabeza adolorida. La noche anterior no había podido dormir bien, se sentía agotado, física y mentalmente. Su abuelo le había insistido por que asistiera nuevamente a sus clases, no quería que su rendimiento bajara notablemente. Al principio, Tobio no estuvo de acuerdo, pero después de una charla con el mayor, aceptó, aunque ahora se arrepentía.
Las clases no eran iguales sin Shōyō, pudo notar que Kozume seguía igual, pero su rostro mostraba preocupación y constantemente se acercaba al azabache a preguntar si sabía algo del menor. Para mala suerte de Kageyama, parecía que sus hábitos de principios de año estaban volviendo. Comenzó a trabajar solo una vez más, desayunaba en la banca de siempre, solo, no hablaba con nadie que no fueran profesores o personal de la institución, y se había alejado de todos los amigos de su pareja. Sus respuestas a sus cercanos dejaron de ser oraciones para pasar a ser monosílabos, y la felicidad en su mirada desaparecía día con día, hasta llegar al punto de obtener nuevamente aquellos ojos sin vida, que deseaban no estar ahí.
— Kageyama. — Kenma se acercó a él, sentándose a su lado. Sacó de su mochila un par de folletos, que entregó al mayor. — Conseguí los folletos de los días en que te ausentaste, todo lo necesario está aquí, la próxima semana serán las pruebas.
— Bien. — Kozume asintió, poniéndose de pie. Tobio le miró bajar a su sitio y tomar asiento, esperando por el profesor.
Con el paso de unos minutos, un silencio se apoderó del sitio. El ojiazul observó la entrada, encontrándose con la última persona que deseaba ver en su vida. Hitoka se encontraba ahí, en la entrada del salón con una pequeña venda en su mejilla y nariz, sus ojos se veían cansados y su labio estaba roto. "Oikawa no se contuvo para nada" Pensó Kenma, mirando a la chica por unos segundos. Tobio sintió un tic en su ojo, y cuando notó las intenciones de la chica por querer acercarse a él, recogió sus cosas y salió del salón bajo la curiosa mirada de los presentes.
No, no estaría en la misma clase que esa mujer, mucho menos en la misma banca, no por ahora. Kageyama sentía que, si tenía a la agresora de su pareja tan cerca, olvidaría la diferencia entre ambos y acabaría con ella.
Kenma se giró un poco para mirar a la rubia, quien cabizbaja tomó asiento en donde estuvo anteriormente el azabache. Elevó una ceja, incrédulo.— ¿Tienes el coraje de volver a este lugar después de lo que has hecho? — Preguntó Kozume, mirando a la chica quien no tardó en posar sus ojos marrones sobre él. — Realmente te creía en una celda, es impresionante lo que el dinero es capaz de hacer.
— ¿Por qué actúas así? — Kenma dejó caer su cuaderno con fuerza sobre la mesa, sobresaltando a la chica.
— ¡¿Qué por qué actúo así?! ¡¿Acaso ya lo has olvidado?! ¡Mi amigo está en coma por tu culpa! — Exclamó, enfadado. — Oikawa es humillado por tus amigos, Hinata está en el hospital y Kageyama ha entrado en depresión. ¿No es suficiente? ¿No te cansas de dañar a la gente de tu alrededor? — Hitoka le miró por unos segundos antes de apretar los labios y apartar la mirada.
— Lo siento.
— Y mágicamente has cambiado. — Rió con ironía. — A ti, Hitoka, no te creería ni el Padre Nuestro. — Se giró, dándole la espalda una vez más a la rubia.
Yachi le observó por unos segundos frunciendo su ceño, Kozume Kenma, era realmente una molestia, y no podría hacer nada, estaba entrando en la lista negra de la universidad, y tenía a muchas personas que podían defenderle si actuaba en su contra, entre ellas Kuroo y Oikawa, personajes importantes en el sitio que ya estaban en su contra, y eso la ponía en desventaja. Hitoka estaba teniendo graves problemas, si Bokuto y Wakatoshi también se unían a esos dos, su vida estaría arruinada, no podía tener a todas las personas importantes en su contra o se vería en la obligación de abandonar la universidad, y probablemente sus padres la enviarían al extranjero a terminar sus estudios.
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𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂
Teen FictionÉl tenía unos ojos que parecían no querer vivir un día más, el otro tenía unos ojos llenos de vida que alegraban todo a su alrededor. "(...) Sus ojos azules se posaron sobre él durante unos segundos, estos parecían demasiado inexpresivos, como si re...