Tobio tomó con delicadeza el cuerpo de su pareja, ayudándole a ponerse de pie mientras ambos caminaban hacia el baño.
Claro que después de la emocionante noticia de que Shōyō viviría junto a él, Kageyama no pudo controlarse, dejando ver su emoción en cada una de las seis rondas de sexo que había tenido con su pareja.
— Debías ser cuidadoso... — Hinata rio, sosteniéndose de la barra que había en la ducha para no caer y golpearse. — Al parecer olvidaste por completo tus cuidados hacia mí.
— Lo siento. — Shōyō negó.
— No me molesta, pero joder, ahora mismo me duele mucho el trasero. — Comentó, girando el grifo de agua tibia, dando paso a la misma que impactó contra sus sudados cuerpos, mojándoles de inmediato.
El pelinaranja se giró, sosteniéndose esta vez de los anchos hombros del azabache, quien le sostuvo a su vez por la cintura, depositando un suave beso en los labios del menor. Tobio sonrió, analizando detenidamente las facciones del ojimarrón por unos segundos, definitivamente estaba loco por 'ese niño estúpido'.
¿Qué era lo que tenía Hinata Shōyō para enamorarle de una forma tan cursi y cliché? Kageyama amaba cada pequeño detalle de su pareja, por más tonto que este fuese. Adoraba cuando el menor despertaba por las mañanas y sólo abría uno de sus ojos antes de abrir el otro aún adormilado, cuando comían juntos y tomaba de su mano izquierda a pesar de ser el menor diestro y tuviese que comer con su zurda torpemente, también adoraba cuando se acercaba y llevaba sus manos a sus azabaches cabellos, cambiando su usual flequillo unido por uno separado, diciendo que de alguna forma 'le hacía ver más serio y guapo' de lo normal.
— Shōyō. — El menor dejó de lavar su cuerpo para mirar al mayor, quien se inclinó, uniendo sus labios una vez más. — Te amo, Shōyō.
Hinata se sonrojó. Amaba cuando Kageyama era así de directo con respecto a las muestras de afecto, su estómago se retorcía y una sensación agradable le llenaba, viéndose estúpidamente enamorado.
— También te amo, Kageyama. — El ojiazul frunció su ceño, Shōyō rio. — Tobio, también te amo, Tobio.
— Así está mejor. — Susurró, empujando suavemente al pelinaranja hasta hacerle chocar contra una de las puertas de cristal. El menor gimió por lo bajo ante el frío del cristal, aún el vapor del agua no lograba ambientar del todo el lugar, así que seguía tal y como cuando llegaron.
— Quieres... Quieres... Uhm... ¿Otra vez?
— ¿Puedo? — Shōyō sonrió avergonzado, seguido de esto asintió, sintiendo como era levantado por el azabache de nuevo.
Sus piernas se enrollaron en la cintura del más alto, quien llevó sus grandes manos al trasero de Hinata, amasando su carne gustosamente. Las mejillas del pelinaranja comenzaron a colorarse, mientras sus labios iban a la blanquecina piel del cuello contrario, comenzando a repartir besos, mordidas y chupetones que estarían ahí por un par de días. En pocos segundos, Hinata logró sentir como algo golpeaba su trasero, no tuvo que pensarlo mucho para saber lo que aquello era. El agua tibia no era de gran ayuda en aquel momento acalorado, por lo que el ojiazul estiró su mano, cambiando el agua casi caliente por una ligeramente más fría. Podía sentir las piernas del ojimarrón intentar acercarle aún más a su cuerpo, casi como si gritara por tenerle dentro de una vez por todas, y aquello comenzaba a volver loco al mayor.
— Seré cuidadoso.
— Uhm... Tobio... Yo... No deberíamos de usar... ¿Preservativo? — Kageyama le observó por unos segundos, notando el rostro contrario enrojecerse aún más. — Está bien, no hay problema, tomaré algo después.
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𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒐𝒍𝒅-𝒆𝒚𝒆𝒅 𝒃𝒐𝒚 - 𝑲𝒂𝒈𝒆𝑯𝒊𝒏𝒂
Teen FictionÉl tenía unos ojos que parecían no querer vivir un día más, el otro tenía unos ojos llenos de vida que alegraban todo a su alrededor. "(...) Sus ojos azules se posaron sobre él durante unos segundos, estos parecían demasiado inexpresivos, como si re...