05. La captura del Avatar.

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Capítulo 05: La Captura del Avatar.

Ambientación: Libro Tierra. Episodio 3.

Los soldados encargados de custodiar la gran puerta que daba la bienvenida a la ciudad de Omashu se aferraron a sus armas cuando vieron, confundidos y alertas, como una gran multitud de civiles se les acercaba. Caminaban a paso lento, entre gimoteos y lamentos, y desde la poca distancia que ya los separaba podían apreciarse marcas rojas en sus pieles. Sokka los encabezaba usando todas sus habilidades faciales para que todo aquel show resultara convincente, y lo consiguió.

—¡PLAGA, PLAGA!—gritó el capitán, retrocediendo de inmediato y siendo imitado por sus subordinados. El soldado que estaba en la cima de la torre aledaña a la entrada comenzó a tocar el gong con fuerza, alertando de lo que sucedía a toda la ciudad.

El sonido fue tan fuerte que el mismo gobernador pudo oírlo desde su sede en el interior de la ciudad y salió junto con su familia hacia el balcón de la torre más alta de su nueva morada. 

—¿Que está sucediendo allá abajo?—preguntó con evidente preocupación al ver al gentío amontonado frente a las enormes puertas y a los soldados actuando tan extraño.

—Ayer vi un muchacho con pentaricela, señor.—le comentó uno de sus guardias haciendo una pequeña mueca—Creo que se propagó.

—¿Pentaricela? Me parece haberla escuchado antes..—murmuró el gobernador, con un gesto pensante—Hay que sacarlos a todos de la ciudad, pero no los toquen: hay que deshacernos de esa enfermedad.

—murmuró el gobernador, con un gesto pensante—Hay que sacarlos a todos de la ciudad, pero no los toquen: hay que deshacernos de esa enfermedad

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—Por favor, dime que viniste a matarme...—suplicó falsamente Mai, agachando apenas la cabeza hacia la recién llegada. Levantó la mirada hacia Azula y ambas terminaron por reírse y darse un corto abrazo. 

—Me alegra verte, Mai.—dijo Azula, separándose de ella y dejando paso a Ty Lee, que se lanzó a los brazos de su amiga con más entusiasmo. 

—Creí que habías huido para unirte al circo.—comentó Mai un poco confundida—Dijiste haber sentido el llamado.

—Bueno, Azula me llamó con más fuerza.—sonrió Ty Lee.

—Es verdad, se debe a que tengo una misión, y las necesito a ambas.—declaró Azula, colocando sus manos en los hombros de las otras dos chicas.

—Cuenta conmigo, hago cualquier cosa para salir de aquí.—espetó Mai con firmeza, complaciendo a Azula. 

Xica estaba a una distancia prudente de ellas, de pie junto al palanquín de Azula y observando la figura oscura que estaba parado con la misma firmeza en la azotea de una torre que se alzaba en la enorme mansión frente a la que estaban. Lo identificó de inmediato como el sitio elegido por el Gobernador para quedarse con su familia y lo hizo porque podía ver la silueta perfectamente reconocible de un esclavo parado junto a el padre de Mei. La postura de los esclavos era firme y recta, siempre con las manos tras la espalda y la mirada al frente, así que fácilmente podía tratarse de cualquier otro esclavo, pero Xica creía saber quién era.

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