06. Xica y su sangre traidora.

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Capítulo 06: Xica y su sangre traidora.

Ambientación: Libro Tierra.

Zuko jadeó al mismo tiempo que se dejaba caer en el césped, con los brazos y piernas extendidos y la luz de luna bañando su cuerpo. Estaba incluso más exhausto que en sus entrenamientos usuales, pero a diferencia de esas ocasiones, no tenía vergüenza de demostrar su agotamiento. Soltó un profundo suspiro cuando su respiración se normalizo un poco más, y levantó la cabeza, logrando que sus ojos ámbar observaran a Xica sentada delante de él. La chica le sonrió mientras se apartaba los mechones de cabello pegados a su rostro para sujetarlos mejor.

—¿Cómo lo haces?—cuestionó Zuko, apoyando los antebrazos en el césped para poder levantarse un poco para verla mejor. Xica lo miró confundida, inclinando un poco la cabeza hacia un lado de manera inconsciente—No te ves ni un poco cansada y entrenamos toda la tarde.

—Estoy igual de cansada que tú, no lo dudes, sólo que...ya sabes.—musito Xica, apoyando las manos en el césped detrás de ella para recargarse en sus brazos. Soltó un suspiro mientras echaba la cabeza ligeramente hacia atrás, permitiéndole a Zuko apreciar como la luna hacía brillar la pálida piel de su rostro, dándole una apariencia similar a la porcelana—En la barraca no hay que demostrarlo, así que disimularlo se vuelve costumbre...por eso me gusta entrenar contigo.

Zuko sintió una punzada de emoción y se levantó del todo, haciendo que ambos quedaran sentados uno frente a otro.

—¿En serio?—preguntó el príncipe, con un brillo especial en sus ojos ámbar. Una pequeña sonrisa se abrió paso entre sus labios, y la reprimió como pudo apretándolos. 

Xica asintió algo avergonzada de la repentina atención que le daba su amigo.

—Se siente bien no tener que fingir.—murmuró apartando la mirada de los insistentes ojos de Zuko. Se sentía extrañamente tonta admitiendo algo como eso, de alguna forma esperaba que Zuko ni siquiera le diera importancia, pero las cosas no pasaron como habría esperado. Pensaba que un príncipe como él en realidad no tendría interés en lo que opinara una esclava, pero por mucho que quisiera convencerse de no hacerse ninguna ilusión, por dentro sabía que Zuko era diferente a quien la había esclavizado. Quizás por eso no podía evitar apreciarlo—Ya deja de verme...

Zuko se sonrojó levemente y sacudió su cabeza.

—Lo siento, es sólo que nunca dices esas cosas.—se excusó con tranquilidad, fingiendo cierto desinterés. Si bien tenía razón en su afirmación, pues Xica normalmente nunca hablaba de lo que quería o no, la verdad era que simplemente se había distraído con ella. ¿Quién no lo haría? Sus ojos brillaban hermosamente bajo la luna—A veces hasta pensaba que no te agradaba.

Xica soltó una risa ante eso.

—Creo que no hay nadie que me agrade más que tú.—confesó en respuesta, ahora así, haciendo que Zuko sintiera que sus mejillas ardían con más fuerza, aunque desconocía el motivo. Sabía o quería creer que Xica estaba siendo honesta, y que la razón de su amistad era una genuina conexión entre ambos y no simplemente el hecho de que Xica debía llevarse bien con él por obligación—Aunque claro...sería divertido que aguantaras más entrenando.

Zuko arrugó la frente.

—¿Es un desafío, Xica?

Xica esbozó una sonrisa ladina, que fue tomando como una respuesta afirmativa. Zuko se puso de pie de un salto y Xica lo imitó, adoptando su posición de combate al mismo tiempo en que lo hacía Zuko.

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