Quince años antes del retorno del Avatar, estalló una revolución en distintas regiones de la propia Nación del Fuego que estaban en contra de la guerra. Tras una guerra civil que duró un año, los traidores que levantaron las armas contra su Nación f...
—¿Ya acabaste, Katara?—bufó Sokka, recargando con más pesadez su mandíbula en su mano derecha, con la vista puesta en las nubes a través de las cuales estaban volando—Ya vamos a llegar a un pueblo del Reino Tierra, tenemos que bajar ahí, Xica no puede seguir viéndose como...
—Ya acabé.—espetó Katara con un tono de orgullo, mientras colocaba sus manos en su cintura y contemplaba su creación—Ya te puedes voltear.
—Que alivio, era aburrido mirar las nu...bes.—Sokka parpadeó un par de veces con asombro, quedándose sin palabras por varios segundos y sintiendo un leve ardor en sus mejillas. Xica ladeó la cabeza, confundida ante su falta de reacción. Sokka debía ser el juez oficial sobre su nueva apariencia, para dar el veredicto de que definitivamente podría pasar desapercibida, pero no parecía estar pensando en eso.
—¿Y bien?—inquirió Aang desde su lugar en el cuello de Appa, intrigado por el resultado de la idea de Katara—¿Ya no parece de la Nación del Fuego?
—No...
—Genial.—sonrió Aang—¿Entonces por qué te quedaste callado?
—Bueno...—murmuró Sokka algo avergonzado, pasando saliva y desviando la mirada—Es sólo que Katara tiene talento.
—Ya lo sabía.—la nombrada sonrió orgullosa y chocó los cinco con Xica.
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—Es muy caro...—meditó Sokka, con su dedo índice rozando suavemente su barbilla—Pero realmente me gusta.
—Entonces cómpralo, te mereces algo bonito.—lo animó Katara con los brazos cruzados.
—Así es, ¿verdad? Pero...no, es muy costoso, no debería.
—De acuerdo, no lo compres.—espetó Katara encogiéndose de hombros—Vamos, aún nos quedan cosas que buscar.
Xica y Aang fueron tras Katara, mientras que Sokka se quedaba atrás, ya que había decidido realizar su compra. Los demás continuaron caminando un tramo más por el mercado, hasta que un hombre detuvo a Aang.
—Oiga amigo, ¿le gustaría ser maestro Tierra?—la pregunta fue hecha al mismo tiempo en que se colocaba un folleto frente al emocionado rostro de Aang—Entonces debe visitar la academia del maestro Yu.
—Miren, ¡tiene un cupón atrás!—sonrió Aang—La primera lección es gratis.
—Es una buena oportunidad.—comentó Xica mientras rascaba suavemente la banda que cubría su frente. Irónicamente, siempre había sido la única parte de su cuerpo que nunca había estado cubierta, así que su nuevo atuendo le hacía sentir algo extraña. Aunque, de todos modos, se sentía bien lucir como una chica normal—Quizás ese maestro Yu podría ser el maestro tierra que buscas.