Décimo segundo acto

158 24 3
                                    

Luego de abandonar la casa de Hoseok, el regreso en autobús es tranquilo... para el resto de los pasajeros de la ruta catorce, pero no para Namjoon, quien ha caminado tres cuadras para llegar a la estación, dando brinquitos para subir aceras y sonriendo como un niño pequeño al que le acaban de regalar un globo. El transcurso de la parada del bus al restaurante es básicamente él viendo la ciudad matutina a través de la ventana, los colores cálidos y las sombras frescas de un nuevo día; un día que comenzó despertando al lado de un ángel danzante, un día que comenzó despidiéndose de él con un asombroso beso digno de una estúpida novela romántica de esas de las que solía burlarse junto con su hermana.

Y Namjoon se permite cerrar los ojos cuando la luz del sol da directo a ellos, como indicándose sutilmente que el mundo exterior por ahora no es importante, como pasando una cálida caricia de seda por sus párpados para dejarle volver a vivir ese momento en su mente, desde su memoria, recordar el inmenso calor y felicidad que sintió al pasar una hora entera contemplando el bonito rostro del pelinegro, estudiando su mejilla regordeta abultada contra la almohada, sus ojitos hinchados y su adorable puchero; se permite viajar unos minutos en el pasado donde estaba frente a la puerta de esa casa tan impecable y tan ajena, donde Jimin volvió a ser la debilidad más poderosa de Namjoon y éste se dejó llevar —como siempre— por sus encantos, y lo besó... Y lo besó. Y lo besó. Y lo sintió, y lo sostuvo, y lo saboreó, y lo disfrutó. Como nunca jamás había besado, o sentido, o sostenido, o saboreado, o disfrutado alguna otra cosa en su vida. Jimin era su lugar feliz el lugar al que escapaba cuando no podía más con su realidad.

Su ancla, pero a la vez su torbellino.

*

—Con que ya no fumas, ¿huh? —el saxofonista se sienta la silla de metal frente a Namjoon, desparramándose.

Se ha vuelto normal para Namjoon esperar a que termine el turno de Tae para parlotear un rato, siempre tiene algo divertido o curioso que decir.

—No es que lo hiciera tan seguido —se excusa el moreno abanicando el aire y negándolo—. Pero era una salida algunas veces, aunque fuera asqueroso...

Taehyung solo asiente lentamente, sabe exactamente a qué se refiere, ya le ha contado al mayor que solía hacer lo mismo ante la presión que sentía al recibir comentarios de familiares sobre muchas de sus elecciones de vida.

—Hobi hyung me dijo que llegaste con Jimin anoche, ¿por qué no se quedaron con nosotros? —el músico entrecierra los ojos mirando al mayor.

La noche anterior Jungkook le dijo después de regresar del baño que Jimin había llegado con Namjoon, pero no quiseron quedarse a la fiesta, Taehyung se fue de la casa de Hoseok solo un rato después, así que no estuvo presente durante la escenita que armaron Jimin y su... Invitado, por la mañana.

—Pues... No pudimos evitar la lluvia y terminamos empapados, y Jimin estaba cansado... Bueno, yo también lo estaba, así que él le pidió a... ¿Hoseok? —mira dudoso con las cejas alzadas a Taehyung y él asiente— Que nos prestara ropa, y solo fuimos a dormir —juega distraídamente con un hilo suelto de uno de los botones de su camisa.

El chico del saxofón no parece muy convencido, entrecierra los ojos y luego eleva una ceja.

—Va, y yo me chupo el dedo. ¿Qué hicieron, hyung?

Namjoon levanta la mirada sin mover la cabeza viéndolo por debajo de las cejas, intentando no reírse, él tampoco se creería a sí mismo si solo tuviera el contexto externo.

—Nada —Namjoon pronuncia cada sílaba con cuidado para que le quede claro al menor que lo único que hicieron fue eso, dormir y nada.

Se quedan en silencio un par de segundos, Namjoon tiene la sensación de que a cierto punto se convierte en una competencia de miradas desafiantes y decide que puede vivir con la carga de perder, aparta los ojos y respira hondo, incorporándose.

Estrella Fugaz » pjm + knjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora