Décimo acto: escena tres

138 29 15
                                    

Al igual que la vez anterior el primero en subir es Jimin, seguido de Namjoon que de nuevo intenta mantener la vista fija en los peldaños frente a su rostro, solo que esta vez no puede evitar que sus ojos se desvíen una milésima de segundo hacia arriba.

Ya en el techo escuchan a la gente salir del teatro, comenzar a descargar las pocas cosas que se habían utilizado para las presentaciones de ese día y marcharse, pero Jimin y Namjoon ya están lejos de su campo visual. Se quedan de nuevo mirando el cielo. El sol bajó hace mucho y no está naranja como la vez pasada, sino parcialmente oscuro por la hora y solo hay nubes oscuras sobre sus cabezas.

Pero Namjoon ya tiene suficiente del cielo, se gira hacia Jimin. Parece que los dos piensan lo mismo a la vez. Sonríen amplio, compartiendo miradas y llenos de euforia por el movimiento precipitado que aplicaron para engañar a la madre de Jimin. Y este es el primero que se mueve, ahoga un chillido de emoción y se abalanza hacia Namjoon con los brazos atrapa su cuello y el mayor lo recibe, cuidando de no dañar las flores pero eso no le impide abrazarlo con la misma fuerza y emoción que el menor le transmite. Y aún después de que la emoción pasa un poco, se quedan así y ninguno afloja su agarre, no ahora.

El calor del cuerpo de Jimin orilla a Namjoon a cerrar los ojos sintiéndose tranquilo como nunca, como siempre que está con él; es el pelinegro el que rompe el abrazo y le besa la mejilla al más alto, dejándolo atontado y rojo.

—Dame acá —da tres brinquitos en su lugar, emocionadísimo. Es la primera vez que alguien le regala flores y se siente como un niño pequeño con juguetes nuevos cuando Namjoon se las entrega.

—Ya sé que me pediste que parara, pero te lo voy a repetir —el castaño alza las manos en defensa—, estuviste maravilloso, Jiminie. Asombroso, impecable, etéreo. Ojalá lo hubiera grabado todo.

Jimin no es capaz de decir nada, no se halla, no sabe si volver a abrazarlo o si agradecerle, o si decirle que seguro Tae lo grabó todo y se lo puede enviar. Sólo le sonríe y un momento después le toma la muñeca para llevarlo a sentarse en el mismo lugar que el otro día, Namjoon se deja hacer.

La noche está bastante fría y cuando una ráfaga de viento le hace estremecer, Jimin se apresura a sacar su chaqueta de su bolso, esa que a Namjoon no le gusta porque siente que no lo cubre del frío apropiadamente. Pero Jimin sube rápidamente la cremallera de ésta y pone la capucha sobre su cabeza, metiendo las manos en los bolsillos.

— ¿Qué le estabas diciendo a tus amigos? —le pregunta Namjoon, tomando las rosas para ojearlas, ahora feliz de saber que a Jimin le gustó el detalle.

—Les decía que si mi madre preguntaba por mí, que le dijeran estaba con ellos en la fiesta que Hoseok hyung hará esta noche en su casa.

—Woah, Park Jimin —el moreno finge sorpresa que hace a Jimin sonreír—, eres todo un rebelde.

El menor se ríe, sacudiendo los hombros.

—Usualmente yo los cubro a ellos. A Jungkook sobre todo, como te podrás haber fijado —alza las cejas, ladeando la cabeza, Namjoon ríe—. Hobi es más tranquilo pero ha tenido sus momentos. Me la debían.

—Me parece un trato bastante justo —Kim asiente.

Las luces del gran letrero del teatro apagándose les hacen girar la cabeza, confirmándoles que ahora el teatro está cerrado y que, con suerte, sólo ellos han quedado en él junto a algún otro personal de seguridad. El bullicio de gente en la parte de debajo se apacigua y el relajado pasar de los autos de vez en cuando vuelve a hacerse presente. Es como sentir que un peso les baja de encima por haber logrado huir exitosamente.

—Namjoonie hyung —Jimin le dice, el nombrado lo mira en lo que percibe su voz—. Creo que no te lo dije lo suficiente, pero... En serio agradezco que hayas venido a verme estos días —hace ligera acentuación para que su sinceridad le llegue como desea. Namjoon sonríe son los labios, pestañeando lentamente—. Toda mi vida... Siempre ha estado rodeada de las mismas personas, del mismo entorno. Nunca tuve a alguien que me apoyara que no perteneciera al mundo de la danza. Antes de que tú llegaras, hacía lo mismo todos los días, veía los mismos rostros, recibía las mismas palabras y todo era tan... Monótono y mecánico, de cierta manera.

Estrella Fugaz » pjm + knjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora