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Trigésimo quinto acto: Final

Poco después de que Jimin se enterara de todo lo que decían las cartas de su padre, seguir adelante se volvió un reto doloroso tanto para él mismo como para Namjoon y sus propios amigos.

Afortunadamente la angustia para ellos no duró mucho, pues el bailarín no tardó en aceptar que necesitaba ayuda urgentemente y se sinceró con Eunji, poniendo su última gota de confianza en ella, agradeciéndole todo lo que había hecho por él y pidiéndole que le encontrara ayuda profesional. Namjoon era ahora el encargado de recogerlo de sus terapias tres veces a la semana.

Esa no fue la única conversación que tuvo con Eunji; ella aún tenía cosas importantes que decirle, como confirmarle de aquella herencia que Jihoon había dejado a su nombre y la cual había logrado resguardar de las garras de Chinsun. Jimin de lo último que quería saber era de asuntos de dinero y le pidió que lo dejaran para después, aunque eso no evitó el pensamiento constante en su cabeza de dedicar ese dinero al pequeño sueño que tenía junto a su novio.

Por otro lado, Namjoon había tenido una conversación en privado con Eunji un par de semanas después de que Jimin pidiera ayuda. Tanto a ella como a su sobrino les había costado trabajo acoplarse al parentesco que tenían y Eunji había optado por acercarse con paciencia sin forzarlo demasiado. Sin embargo, también le había pedido a Namjoon que la mantuviera informada de su condición, tanto física como mental, y que estuviera al pendiente de él lo más que pudiera. No tuvo que pedirlo dos veces, el mesero estaba más que complacido de mantenerse cerca de su ángel danzante y no iba a quitar el dedo del renglón, menos después de aquellas cartas...

Y como si esas cartas hubieran sido lo que detonó un nuevo capítulo en sus vidas, tiempo después su padre comenzó a estar más... vivo. Cuando Namjoon les dijo a sus padres que Geongmin despertó, fue la primera vez que los vio abrazarse después de muchos años.

Aunque su papá no tenía dinero para ayudar, se centró en su rehabilitación y le facilitó las cosas a Namjoon para poder sacar a su madre y a su hermana del edificio de mierda en el que vivían para poder alquilar algo notablemente mejor. Consiguieron la terapia física para que Geongmin pudiese recuperarse cuanto antes y Namhee, a quien su hijo le impidió seguir desmoronándose, insistió en vender comidas caseras en las tardes para poder ayudar a su hijo con algunos de los gastos. A pesar de que le costaría algo al principio, estaba dispuesta a salir adelante una vez más, por sus niños.

La vida por fin les sonreía un poco y Namjoon nunca se había sentido tan consciente de su entorno. Más que nada, sentía que tenía una verdadera misión: apoyar y ser de ayuda para las personas que lo aman y por quienes él lo daría todo. Un nuevo propósito siendo como respirar aire puro en una mañana pacífica.

Lo habían logrado.

*

Además de haberse percatado que en verdad hablar sobre sus traumas era una forma de sentirse mejor de lo que había pensado un día Jimin decidió que quería trabajar también, que dejaría la academia un tiempo y se dedicaría a aprender más acerca del mundo del que le habían privado. La pareja que llevaba la academia y que lo habían visto crecer como su propio hijo todo este tiempo le agradecieron todo el tiempo que Jimin estuvo con ellos y no supieron cómo darle más gracias por el hecho de poner en alto el nombre de la academia al haber triunfado de tal manera esa última vez que compitió... Jimin apenas recordaba su éxito.

En cuestión de un par de meses se liberó un lugar en el restaurante de Seokjin e inmediatamente Namjoon lo solicitó para su novio. Podría excusarse con que era porque no había encontrado trabajo en otro lado donde no le pidieran por lo menos seis meses de experiencia, lo cual no era del todo mentira, pero dejar solo en el mundo laboral a su pequeño rubio le generaba más ansiedad que la posibilidad de enviar a su hermana sola a la escuela.