Estrella Fugaz » pjm + knj

Trigésimo primer acto

Da dos pasos atrás, tan lejos como puede del cuerpo caído boca abajo en el suelo de su sala de estar. Todavía si sus manos tiemblan frenéticamente, Chinsun no suelta el arma. Solo puede subir la vista hacia la única persona que había escuchado el estruendo. Eunji la ve a ella, ve a su hermano tirado en el suelo encima de un charco de sangre y ni siquiera puede lanzar el primer grito cuando Sangbum está tapando su boca y nariz con un trapo.

Y el resto es borroso.

Chinsun despierta sudando frío, con la garganta seca por su respiración acelerada y la sensación de unas manos arañando sus brazos. Trata de enfocar la vista en medio de la oscuridad y lo ve a él, parado en una esquina con su ropa cubierta de sangre. Sus manos bañadas en sangre, su rostro pálido y ojos puestos en ella, como si le hubiese hecho algo también y ella no había hecho nada para defenderse.

La mujer no se deja intimidar, se levanta de la cama a una distancia prudente; no es la primera vez que lo ve. Él había desaparecido, solo está volviendo y hace lo mismo de siempre: mirarla. Pero esta vez la mirada de Jihoon es diferente, se está moviendo con ella y susurra, incitándola a acercarse, pero Chinsun no hace caso. ¿Chinsun? ¿Ese es su nombre? "Yangmi" le causa escalofríos.

Chinsun había matado a mucha gente, pero Yangmi había matado a quien la miró con amor por primera y única vez. Él no dejaría de verla y ahora su hermana regresaba de la tumba a intentar darle una lección.

—Maldita perra. —gruñe para sí misma al tiempo que se yergue en su cama y siente un dolor punzante en el lado izquierdo de la cabeza.

Mirando a su alrededor e ignorando la presencia fantasmal en la esquina de la habitación, entre manchas sin forma y luces sin orden logra ver a Sangbum sentado en un sillón individual junto a su cama y resopla casi divertida.

— ¿Qué haces aquí? —pregunta con voz seca y algo ronca.

—Te desmayaste, noona —le explica el otro, ella lo ignora también.

—Tenemos que irnos.

— ¿Ahora? ¿Qué fue lo que pasó? —el hombre baja la voz y se acerca a Chinsun con ojos curiosos y algo alarmados, ella asiente intentando agarrar fuerzas para levantarse de la cama.

—Esa maldita... La inversionista no era ninguna inversionista de mierda. Era Eunji.

Sangbum no podría olvidar ese nombre por más que quisiera, el tiempo pasó pero en su mente permanece la primera vez que hizo algo malo por amor, por servir a quien le había ofrecido una buena vida con palabras bastas y tacto pasajero. El hombre retrocede para volver a recargarse poco a poco en el sofá, aquello era una locura, él mismo había recibido la evidencia de su muerte el día que ella y el padre de Jimin fueron asesinados.

—Voy a hacer las maletas-

—No hay tiempo —lo interrumpe Chinsun de nuevo, levantándose por fin de la cama—. Toma los portafolios de los papeles del sótano y la computadora, no necesitamos nada más.

El otro obedece y sale inmediatamente de la habitación de la mujer. El ambiente se vuelve tres veces más pesado entonces, porque incluso si le da la espalda a la figura en la esquina de su habitación, es como si este la siguiera todo el tiempo. Camina tambaleándose hasta la puerta del baño y cierra la puerta detrás de ella, evitando verse a sí misma en el espejo, pues sabe que las marcas de los rasguños en su rostro continúan visibles, puede sentirlos.

Es la viva certeza de que todo esto está pasando realmente y ella no ha podido evitarlo. Se restriega el rostro con agua fuertemente y se asegura de convencerse a sí misma de que aún no es demasiado tarde, que todavía tiene chance de salir ilesa y sin importar que la cabeza le punce con pánico, comienza a idear algún plan de último minuto.