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Vigésimo segundo acto

A pesar de que Jimin despierta lentamente, no se despierta desubicado. Es rápido en caer en cuenta de su situación actual, el lugar en donde se encuentra y quién apresa su cintura mientras respira calmadamente junto a su oreja. Una media sonrisa se cuela en sus comisuras y vuelve a cerrar los ojos, suspirando contento.

Siente que afuera está fresco porque incluso si la habitación se ilumina con la luz natural por completo, el sol no es resplandeciente, debe estar detrás de un montón de nubes para darles este ambiente tan agradable. No tiene la menor idea de qué hora puede ser pero siente como si hubiese dormido doce horas consecutivas.

Puede que esas sean las ventajas de irse a dormir con un corazón enamorado.

El contacto contra la piel de Namjoon es cálido, en ningún momento lo asfixia o le dan ganas de apartarse, todo lo contrario; le hace querer hundirse más en su abrazo que es lánguido pero reconfortante. Piensa en si debería continuar con su sueño o levantarse de una vez, asume que los demás siguen durmiendo porque anoche todos se acostaron tarde, además de que la cantidad de alcohol que ingirieron les debe estar pasando factura.

Se dice que se quedará solo un rato más, tampoco pueden llegar tan tarde a la ciudad por más que sea lo que quiere. Los padres de sus amigos pueden preocuparse por ellos pero el imaginar su llegada a casa y tener que enfrentarse a lo que sea que Chinsun tenga guardado para él, le hace reconsiderar el ser el adulto responsable de este cuento.

Sabe que parte de la libertad que siente justo ahora es debido a su desnudez, la suavidad de las sábanas y sus piernas enredadas con las del mayor. Lleva su mano a acariciar el brazo de Namjoon que abraza su cintura y lo levanta mínimamente desde la muñeca nada más para echarse hacia atrás y pegar la espalda a su pecho, dejándolo caer gentilmente de nuevo y entrelazando sus dedos con los ajenos.

Causa que Namjoon se remueva un poco y el rubio abre los ojos, adormilado pero expectante, creyendo que lo había despertado sin querer, pero el moreno sólo se acomoda, suspirando entre sueños y recostando la mejilla de la parte posterior de su cabeza. Jimin vuelve a cerrar los ojos entonces, disponiéndose a dormir esos cinco minutos más hasta que alguien vaya por ellos o sea el mismo Namjoon que llene su cara de besos para despertarlo.

Sin embargo, divagando en sus pensamientos desordenados para volver a conciliar el sueño, algo le hace abrir los ojos nuevamente, creándole una repentina duda. A la primera cree que es solo idea suya, pero no se queda con las ganas de corroborar sus sospechas; arquea la espalda de forma más directa que hace un momento y sus labios se separan al percatarse de que no se equivocó.

Namjoon tiene una erección mañanera, apretándose contra su culo.

El rubio jadea, una sonrisa divertida amenazando con aparecer. De estar consciente, el castaño probablemente estaría avergonzado y haciendo todo lo posible por ocultarla de él, ha sabido prestarle atención. Jimin se pregunta si es porque hace unas horas lo detuvo cuando sus besos comenzaban a subir de tono otra vez, usando la excusa de que tenían que descansar y a regañadientes el mayor tuvo que obedecer. No sabe, pero es lo de menos.

Poco a poco, el sueño de Park va desvaneciéndose, dándole lugar a sus deseos de jugar un poco con el estado del mesero a pesar de que él también continúa algo somnoliento. Como puede, baja las cobijas hasta la altura de sus cinturas y muerde su labio inferior cuando la brisa fría del día azota la habitación haciendo revolotear las largas cortinas blancas y a él estremecerse, esta vez dando con su trasero por accidente en la erección, pero le hace sonreír de igual forma.

Necesita que su miembro también salga de la increíble comodidad de las tullidas sábanas y reaccione, así que lentamente comienza a restregarse contra el pene erecto del castaño, buscando despertarlo de esa manera como una grata sorpresa para este. Ya no tiene la menor intención de quedarse quieto, pero no quiere apresurarse ahora. Una vez más siente que tiene todo el tiempo del mundo, y vuelve a cerrar los ojos dejando que su tacto trabaje por él.