Décimo quinto acto

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— ¿Qué dice la caja?

Hoseok abre la boca, ofendido.

—Jiminie, ¿es que no confías en mí?

Jimin chasquea con la lengua.

—Sí confío en ti, hyung, ¿pero qué dice la caja? —insiste, tomándola del suelo en donde está sentado. Hoseok, apoyado en sus rodillas detrás de él, se la arrebata antes de que pueda leer algo.

—Dice que te quedes quieto y me dejes trabajar porque si te mueves entonces saldrá chueco. Ya, ponte de frente —le sujeta los hombros, girándolo hacia donde Jungkook, que recuesta la espalda de los casilleros también sentado en el suelo, lee la cajita ahora—. He teñido mi cabello cientos de veces, para decolorarlo no tiene mucha ciencia, es rápido. Si me vas a ganar ésta noche al menos déjame formar parte de tu victoria. Quedará excepcional —asegura, ajustando sus guantes negros de látex.

Jimin suspira y cierra los ojos, relajando los hombros y decidiendo confiar en su hyung porque su propuesta de cambio de estilo fue tan buena que no pudo negarse y lo entusiasmó lo suficiente como para saltarse media hora de práctica y encerrarse en los vestidores de la academia para hacer uso de los implementos de peluquería que trajo el mayor.

Las manos de Hoseok son ágiles y aplican la crema espesa por toda su cabeza rápidamente con ayuda de un peine especial, poniendo uno que otro papel aluminio por aquí y por allá. Minutos después el pelirrojo se quita los guantes, satisfecho, observando su creación aún en proceso.

—Mm, esto se me da —dice en voz alta para sí mismo, venerándose—. Debería sacarle provecho. Ustedes podrían ser mis ratas de laboratorio.

Jimin abre un ojo, creyendo que el fuerte olor del químico decolorante también puede afectar su vista, pero no pasa, así que los termina de abrir con seguridad. Su mirada se encuentra con la de un Jungkook que lo ojea, divertido.

— ¿Y tú qué? —arquea una ceja hacia él en defensiva.

—Ahora serás la rubia que muere a la mitad de la película —bromea el más joven, sus labios retienen una risa que sale cuando Jimin le tira la caja en la que vinieron los implementos, Hoseok también sonríe mientras guarda todo—. Oye, pero mira el lado bueno, es también la que tiene a todos los hombres babeando por ella. Es como... Cualquier película americana pésima del 2005.

—Ah, Jungkookie —suspira Hoseok—, ¿de qué sirve tener varios cuando tú corazón sólo quiere y late por uno? —dramatiza, tirándose en el piso a un lado del menor de los tres, recostando su cabeza del regazo de éste. Jimin los mira y niega con la cabeza, sonriendo.

No sabe cómo hará para esconder su nuevo cabello rubio de Chinsun hasta la final de la competencia esa misma noche, cuando dentro de cinco horas deberá volver a su casa y ella ya habrá llegado de su viaje, pero ya pensará en algo.

*

En todos los años que Kang Sangbum ha conocido a Park Chinsun, nunca ha sabido descifrar con exactitud lo que pasa por su mente. Tal como ahora, la observa a su lado, sumida en sus pensamientos y sentada en uno de lo elegantes sillones en su bella y espaciosa sala de estar, en ésta mansión suya en la que escasas veces ha tenido el privilegio de apreciar desde sus adentros.

No hay una cosa que él pueda decir que ella no le haya enseñado, la había seguido siempre, como el perro faldero favorito. No se quejaba del todo de su puesto, se lo merecía, ella misma se lo había dicho y él le creía. La considera alguien impredecible, a veces. A veces la conoce demasiado, a veces no la conoce en absoluto. Ella mide cada movimiento y estudia el siguiente, meticulosamente. Es de esa manera que él cree que ha logrado mantenerse a salvo por tanto tiempo, y no por ese frasco de pastillas que constantemente llevaba consigo.

Estrella Fugaz » pjm + knjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora