Capítulo 32 Torbellino.

1 0 0
                                    


   Capítulo 32

   Torbellino.

Aturdido y molesto por lo que estaba viendo, Julián se fue hacia la barra de bebidas y apartó su mirada de la molesta escena.

¿Qué carajos había sido eso? ¡Alejandro era un grandísimo bastardo! Tanto teatrico en el colegio dándoselas de mártir; tantas miraditas de corderito degollado y hundido en la pena, ¿para qué? ¿Para eso? ¿Para besuquearse frente a él y a Daniel con el primer aparecido que se le puso enfrente?

¡Qué malnacido! ¡Y el pendejo de Daniel también era otro! El jodido Andrés Cossio le caía del orto pero ni siquiera ese tonto se merecía que le vieran la cara del modo en que se la estaba viendo Daniel.

Alucinante.

¿Cómo había podido creer en ellos alguna vez? Estaba claro que eran unos maestros del engaño y el juego. Daniel sobre todo... ¡qué solapado le parecía ahora!

—Si no quieres que noten que estás ardiendo de ira no mires hacia ellos. Yo tampoco lo puedo creer. Estoy alucinando.

Julián movió sus ojos hacia la silueta de Zully, que se le acercó, regalándole una bebida. Desde allí, su amigo también había visto la escena del beso entre Alejandro y el tal Eduardo, y la molesta reacción de Daniel. Les parecía increíble lo descarados que eran. Sobre todo Daniel, que tenía a su novio de pie frente a él.

—No es por defenderlos, pero Alejandro ya no es tu novio, Julián; y Daniel sólo le debe explicaciones a Andrés —se acercó a ellos William, sosteniendo también una bebida—. Si quieres pasar una buena noche, te aconsejo que también te busques a alguien y no dejes que sus acciones te amarguen el rato. Lo que pasó fue terrible pero es hora de que cada uno se mueva por su lado. Es lo más sano para todos.

—Lo más sano es que ese par me pidan disculpas... pero ni siquiera lo han hecho —masculló Julián, dándole un gran sorbo a su cerveza—. Son una par de cobardes y no puedo creer cómo me creí sus mentiras. Mira a Daniel...¡míralo! Días antes del incidente me juró y perjuró amor eterno y date cuenta ahora... ¿lo ves? ¡Está a punto de saltarle encima al Eduardo ese! ¡Sus celos por Alejandro son tan grandes que puedes verlos y saludarlos desde aquí! Es increíble.

Asintiendo, William se acercó a Julián y lo abrazó. En parte estaba de acuerdo con él. Alejandro y Daniel eran unos cobardes que no habían cerrado adecuadamente ese ciclo. Una disculpa era lo menos que Julián se merecía y estaba de acuerdo en que por lo menos eso era lo mínimo que podía exigir. A pesar de ello, Julián parecía lleno de un resentimiento malsano que no iba a conducir a buen puerto. Hacerle ver que esos dos también estaban sufriendo y que los sentimientos que tenían por él no eran falsos, podía ser necesario para aliviar el malestar y sufrimiento de su amigo.

—¿Sabes qué...? ¡Olvídate de ese par de tontos por un rato y ven a bailar conmigo! Creo que he visto a un par de chicos que te han puesto el ojo.

—No es cierto, sólo me estás animando —hizo un pucherito Julián, dejándole el resto de su bebida a Zully.

—No nos quites los ojos de encima, enclenque —le guiñó un ojo William a Zully, tomando la mano de Julián—. Vas a tener un espectáculo en primera fila.

—¿A qué te refieres? —preguntó de nuevo Julián, inesperadamente tímido.

—Ya lo verás —le sonrió coquetamente William, haciéndolo sonrojar un poquito.

***

Andrés no podía seguir ignorando lo que estaba sucediendo. No entendía. ¡No entendía nada! Había jurado y perjurado que Daniel seguía enamorado del pendejo de Julián Santos, pero ahora sí que no entendía nada.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora