Capítulo 37 Emociones puras

1 0 0
                                    


         Capítulo 37

Emociones puras

Lo tenían todo listo. Sofía les había conseguido el nombre de la clínica donde estaba internado Zully, eso sí, sin conocer en absoluto las intenciones de los temerarios chicos.

Daniel miró la identificación falsa sin estar aún del todo convencido de aquello. Si los descubrían en ello, ahora sí que iban a estar castigados de por vida. Además, sus padres estaban muy molestos por la petición de Daniel al contarle lo que Julián le había exigido para perdonarle. Le habían dejado clarísimo que no se iban a disculpar con el omega y muchísimo menos en público. No iban a humillarse así delante de ese niñato odioso y no había nada de qué hablar. Daniel no les hablaba desde entonces y apenas tocaba la comida de casa.

—Bien, es aquí, ¿verdad? —preguntó, mirando las puertas reforzadas de aquella clínica. Alejandro y los demás asintieron. Habían decidido que Daniel entrara solo para evitar más sospechas. Además, estaban seguros de que solo dejarían entrar al que mostrara la identificación que reposaba ahora en manos del Alpha.

—Por favor, ten cuidado —dio un paso delante Alejandro, tomando con suavidad la mano diestra de Daniel. El resto de los chicos apartó la mirada, incómodos. Aún les costaba relajarse ante las muestras de afecto de esos dos, sobre todo cuando Julián estaba presente, lo cual no era el caso en ese momento. Julián, por el contrario, se mostraba muy relajado ante ellos luego de lo ocurrido en la fiesta. Sólo Susana había sido lo suficientemente perceptiva para notar la avalancha de emociones que bañaba los ojos de su amigo cuando estaba cerca de los dos Alphas. Estaba intranquila por ello, pero por el momento prefería permanecer neutral. Las cosas estaban demasiado raras para hacerlas más extrañas aún con su imprudencia.

—Bueno, allá voy —soltó Daniel, dejando salir todo el aire de sus pulmones. Se estiró para relajar sus músculos como si se fuera a lanzar a una piscina y se acercó a las puertas del lugar. Después de presionar el timbre del comunicador, una voz melodiosa lo saludó desde el otro lado. Daniel dio un vistazo a sus amigos antes de identificarse y, dos minutos más tarde, las gruesas puertas de metal reforzado le dieron la bienvenida.

***

Quedarse en su recámara dando vueltas por todo el lugar no iba a hacer nada por calmar su ansiedad.

—¡Joder! —gruñó Julián, pateando una bolsa cercana a su cama. Necesitaba saber qué rayos estaba pasando. No podía soportar seguir encerrado sin saber que estaba sucediendo con Zully y los demás. Apoyaba por completo el plan que tenían sus amigos para ir a verlo, pero no iba a negar que estaba nervioso por todo lo que podía suceder en aquel lugar. Zully estaba muy inestable y él conocía en carne propia lo que enfrentarse a Alphas inestables significaba.

Dolor, angustia y heridas.

En eso estaba cuando el teléfono de su casa sonó. Julián no estaba seguro de si contestar directamente debido a lo que le había ocurrido la vez pasada con aquella misteriosa llamada, sin embargo, la necesidad de saber si del otro lado de la línea se encontraba alguno de sus amigos rebasó por completo sus temores y le hicieron, rápidamente, descolgar la bocina.

—¿Julián? ¿Julián eres tú?

Julián lo reconoció de inmediato. Los sonidos amortiguados en inglés al otro lado le decían con claridad quién estaba llamando. William sonaba alterado y apurado. Parecía como si estuviera haciendo esa llamada a escondidas.

—Willl...

—Juli... escucha, no tengo mucho tiempo. En este lugar hay gente que me vigila veinticuatro siete. Necesito que hagas algo por mi, ¿vale? Por favor.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora