Capítulo 9 Dudas y revelaciones.

8 1 4
                                    


   Capítulo 9

Dudas y revelaciones.

Oliver seguía sentado en el sillón mirando jadeante su mano ensangrentada. El cenicero con el que se había cortado estaba vuelto añicos sobre la mesa. Brandon miraba fijamente por la ventana mientras el silencio se hacía entre ellos. Era un silencio cruel, terrible; un silencio más estruendoso que mil rayos. Aquel silencio horrible no significaba calma. Para nada. Todo lo contrario. Significaba el inicio de una gran ruptura.

—¿Quiero que me digas bien qué fue lo que quisiste decir?

Mientras unas gotas de sangre empezaban a caer en el suelo, Oliver alzó la cabeza y miró de nuevo a su esposo. Brandon siguió mirando por la ventana. Su postura era adusta y tensa; sus hombros contraídos y su mandíbula rígida lo decían todo.

—Tu bien lo sabes —dijo luego de unos breves segundos, volviendo por fin la vista hacia su esposo—. Yo sé que cuando nos casamos, tú seguías enamorado de ese muchacho.

Oliver rió. No era una risa alegre y bien dispuesta. Era la rabia y la indignación presentes ante la insinuación que estaba escuchando. Era obvio lo que Brandon estaba tratando de decir y odiaba que no se lo dijera de frente. Su marido siempre había sido un pusilánime a la hora de encarar ciertas situaciones y la verdad. en momentos como aquel, ya no consideraba esa actitud nada tierna como en otras ocasiones.

—Me estás diciendo que piensas que William no es tu hijo, ¿no es verdad? Vamos, dilo con todas sus letras. A ver, repite: "Oliver, creo que William no es mi hijo" ¡¿Qué esperas?! ¡Dilo!

—¡Silencio!

La voz Alpha de Brandon vibró por toda el despacho. Oliver se encogió y se tensó por unos instantes. Nunca había escuchado esa voz contra él, y aunque no tenía el mismo impacto que tenía contra los omegas, sí era cierto que estaba tan cargada de molestia e ira que lo hizo estremecer.

—William es un omega, ¿no lo entiendes? —dijo el Alpha inglés, caminando hasta echarse en un sofá frente a su esposo—. Por años me ocultaste que en realidad eres un Alpha mestizo, y si esto no hubiera pasado, nunca me lo hubieras dicho. Por eso no quisiste que habláramos sobre los resultados de William, ¿verdad? ¡Pensabas inventar algo para seguir ocultando la situación! Yo estoy seguro de ser un Alpha puro, por lo tanto, si William fuera mi hijo, entonces debería ser Alpha también aunque fuese mestizo. ¡La genética no miente, Oliver! ¡Tú sí!

—¡No en eso!

Oliver su puso de pie. Su mano seguía sangrando y su tórax subía y bajaba jadeante. Acababa de confesarle a su esposo un secreto que él y su madre habían guardado por años. La mujer había tenido un primer matrimonio frustrado con un Alpha mestizo, y de esta unión había nacido Oliver. Años más tarde, al casarse de nuevo con un Alpha puro, falsificó los resultados genéticos de su hijo para que éste fuera recibido en su nueva y elitista familia sin ningún problema. Oliver era un genio para los negocios mientras que su hermano menor, hijo del segundo matrimonio de su madre, era un idiota que se había dedicado a despilfarrar todo el dinero de la herencia y tenía menos cerebro que una esponja de mar.

Oliver no iba a permitir que toda la fortuna de su madre, quien fue quien realmente aportó la mayor parte de sus riquezas en su matrimonio, quedara a cargo de un imbécil que la iba a perder toda en cuestión de meses. Y sí, se había casado sin amor; se había casado amando a otro. Pero los años le habían hecho amar a su esposo y cuando quedó embarazado de William supo que había tomado todas las decisiones correctas en la vida. Su pragmatismo y frialdad a la hora de decidir le habían llevado hasta donde estaba.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora