Capítulo 39 Colapso total

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   Capítulo 39

Colapso total

Zully chasqueó la lengua. Las sesiones diarias de psicoterapia no eran en lo absoluto su momento favorito del día. Tener la mente más despejada las hacía incluso más fastidiosas. Pero eso era algo bueno; significaba mejoría, recuperación; significaba que pronto podría volver a casa, podría ver a William y ver a sus amigos.

—Entonces, ¿qué es lo que más te preocupa sobre el hecho de ser un Alpha?

La pregunta clave, esa que le hacían en todas las sesiones, aún no encontraba respuesta. Al principio creyó tenerla, creyó que siempre la había sabido. Pero al parecer no era así. No era tan sencillo como decir que le aterraba volver a dañar a alguien, o qué desde pequeño había creído que ser un omega era su destino natural. Había algunas cosas más allá en el fondo de su psiquis; temores más profundos que parecían acentuarse a medida que su cuerpo fue ganando talla y contextura. Mirarse al espejo, como lo hacía en ese momento, lo hacía todo más real; más intenso. Una realidad de la que ya no podía escapar.

—Temo no dar la talla.

—Ya veo. ¿Temes no dar la talla en qué? —El psiquiatra se puso de pie. Colocarse a espaldas de Zully creó un fuerte contraste entre ambos cuerpos. El doctor, un beta de estatura promedio y aspecto flacucho, contra el corpulento, altísimo y robusto adolescente que tenía a su lado. La presencia, sin embargo, era claramente diferente. Mientras la postura del adulto lucía firme, decidida y algo arrogante, la del muchacho era tímida, discreta y buscaba con todas sus fuerzas reducirse. Zully no se sentía cómodo ahora que su cuerpo se había desarrollado por completo. Había una discrepancia entre cómo se veía y cómo se sentía. Y allí estaba el meollo del conflicto.

—Siento que este aspecto genera expectativas en los demás —respondió, encogiéndose de hombros—. Todo el mundo espera que alguien que luce como yo sea poco menos que un semental. La gente espera dominancia, poder, control. Y no sé si eso es lo que yo quiero.

—¿Qué quieres entonces?

—Quiero... quiero proteger —Zully respingó ante su respuesta. Siempre la había considerado, sus propios padres se la habían planteado, pero él nunca la había apreciado en todo su esplendor. El poder, la dominancia y el control se podían ejercer de forma positiva también; servían para cuidar a los seres humanos. De hecho, ese había sido desde los tiempos de las cavernas, la explicación biológica para la territorialidad Alpha. El instinto de protección, de amparar a la manada, a su pareja y a sus futuros cachorros.

—Entonces lo has entendido —El médico dio varios pasos al costado, observándolo—. La parte racional de tu mente lo ha comprendido por fin. Ahora debemos trabajar para que tu parte subconsciente, tu parte instintiva lo entienda también y actúe a consecuencia y no como un troglodita sin SUPER YO. Tu cerebro primitivo se ha adueñado de ti. Pero los Alphas modernos ya no tienen manadas que proteger, ya no tienen que pelear territorios. Sus cerebros han sufrido una adaptación que los hace tanto razón como instintos. Así que recuperemos y eduquemos tu razón. Eres un chico inteligente.

—¿Si lo hago podré salir de aquí?

El doctor negó con la cabeza.

—Estás pensando de nuevo con el instinto, Zully. El instinto de escapar. Recuerda... tenemos que trabajar la razón. Y a la razón no debe importarle escapar... debe importarle sanar.

Zully asintió. Lo dicho. No iba a ser nada fácil. Pero iba a lograrlo, joder. Iba a lograrlo porque ese cuerpo que veía en el espejo no era nada sin una mente lúcida y cuerda controlándolo. Iba a trabajar duro por eso. Lo haría por él, por William, por sus padres y por sus amigos.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora