Capítulo 28 Asuntos embarazosos

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Capítulo 28

Asuntos embarazosos

En el apartamento de Oliver, William y Zully esperaban sentados a que pasaran los quince minutos necesarios para obtener los resultados de la prueba. William estaba sentado con sus piernas contra el pecho y la cabeza entre ellas mientras Zully, a su lado, lo abrazaba por los hombros.

Estaban más asustados que la mierda y no sabían que carajos iban a hacer si esa jodida prueba resultaba positiva.

Sus padres iban a matarlos, eso era seguro.

¡A ambos!

Iban a hacerlo porque se los habían advertido una y mil veces y ellos no les habían hecho caso. William era el que peor se sentía. Zully le había tratado de persuadir de no abandonar ninguna de las precauciones pero él de tonto lo había desestimado.

Se quería morir. Había sido un idiota y ahora estaba pagando las consecuencias. ¡Rayos! Era horrible. El miedo y el arrepentimiento eran dos sentimientos que juntos resultaban terribles.

Una puta pesadilla.

—¿Cuánto falta? —preguntó, alzando la cabeza para mirar la barrita de plástico que estaba sobre la mesa.

—Cinco minutos —respondió Zully, mirándola también.

—Siento que llevo una vida aquí.

—Y yo —resopló Zully, apartándose los mechones rubios de la frente.

—Siento que voy a vomitar —gimió William.

—¡Oh, eso es muy acorde! —recuperó el sarcasmo Zully en el peor momento.

—¡Puedo matarte en este momento! —gruñó William.

—¿Perdón? —replicó Zully, alzando una ceja—. ¿Quién fue el que me dijo la última vez que el anticonceptivo de su brazo duraba cinco años y que nuestros padres solo estaban exagerando?

—¡El anticonceptivo de mi brazo dura cinco años! —devolvió William, con un enorme puchero—. El problema aquí somos tú y yo. Nosotros y esta gigante compatibilidad hormonal a prueba de todo.

Zully abrió la boca y sus cejas se encontraron en un rictus de indignación. William tenía que estar bromeando.

—¡Vaya! Osea que ahora sí te molesta nuestra compatibilidad hormonal —le reclamó, puyándole el pecho con un dedo.

—Me ha molestado siempre —aseguró William, dándole un vistazo altivo—. ¿De qué otra forma crees que me habría fijado en un enclenque molesto y sabelotodo como tú?

—De la misma forma en como ese enclenque se fijó también en un engreído y brabucón idiota como tú—le sacó la lengua Zully—. Pero lo hemos aceptado todo este tiempo muy bien, ¿no?

—Ya en serio —cortó el distendido ambiente William, volviendo a preocuparse—. Subestimé este poder hormonal tan fuerte que tenemos y fui un inconsciente. Debía saber que no somos una pareja normal y que nuestros padres no estaban exagerando. La cagué, enclenque. La cagué y es muy probable que haya arruinado para siempre nuestras vidas. Lo siento.

Negando con la cabeza, Zully tomó a William entre sus brazos y lo abrazó fuerte. Cuando el tiempo se cumplió fue el Alpha quien se acercó a la mesa y comprobó el resultado. William lo miró con ojos enormes y luego miró la prueba que fue puesta en sus manos.

Dos líneas. Dos horrorosas líneas rosadas.

—Ahora sí voy a vomitar —jadeó, corriendo hacia el baño.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora