Capítulo 38 Venganza dulce, venganza amarga

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     Capítulo 38

Venganza dulce, venganza amarga.

La obra de teatro sería el evento final del día. Los chicos del club de teatro estaban organizando el escenario, moviéndose de un lado al otro como hormiguitas. Jaime volvió al escenario y junto a Daniel estaban tras bambalinas ultimando detalles sobre el sonido y la ornamentación. Sus compañeros corrían de un lado para el otro, asegurándose de que todo estuviera en el lugar adecuado. La comunicación entre el par de Alphas era nula. Si por alguna casualidad sus humanidades llegaban a chocar o sus miradas a coincidir, simplemente se ignoraban y seguían en lo suyo.

Daniel lo podía sentir. Las feromonas de Jaime tenían un aura de territorialidad como nunca antes las había sentido. Ya sabía que ese idiota lo detestaba a muerte, pero nunca antes había expelido ese nivel de agresividad hacia él. Ni siquiera cuando se habían confrontado físicamente en el pasado. Jaime no decía ni una sola palabra; no hacía ninguno de sus habituales comentarios venenosos y groseros, y Daniel casi que estaba prefiriendo que lo hiciera. El Jaime petulante y atrevido era mil veces más fácil de manejar que esté tranquilo, callado y brutalmente hostil personaje. No entendía nada. ¿En qué momento había cambiado tanto y por qué razón? ¿A qué se debía esa territorialidad tan bárbara que le mostraba? ¿Era por Andrés? ¿Había pasado algo más entre ellos que ese beso que vio en la fiesta? ¿Había sido ese beso algo serio o solo un tonto intento de hacerlo rabiar esa noche?

Por el rabillo del ojo, Daniel vio la figura de Andrés moverse hacia la zona del vestuario. No habían vuelto a dirigirse la palabra desde el día en que cortaron excepto en los momentos en que tenían que interactuar durante los ensayos. Para desgracia de ambos, sus papeles eran los protagónicos y sus diálogos eran extensos y empalagosos. Dos enamorados en medio de un amor prohibido. Vamos... encantador.

Jaime dejó escapar una ráfaga tremenda de feromonas cuando Andrés pasó a su lado. Daniel se crispó, no dijo nada, pero lo notó. Las feromonas de Jaime estaban circulando alrededor de Andrés como formando una burbuja. ¡Y Andrés lo permitía! Hasta donde recordaba, Andrés siempre había sido muy quisquilloso en cuanto al tema de las feromonas de otros Alphas rodeándolo. En más de una ocasión le había dicho que no era muy fanático de ese tipo de marcación territorial fuera de la intimidad. No entendía ahora porque las feromonas de Jaime no le afectaban en lo más mínimo. Todo lo contrario, parecía encantado con ellas.

Sí... definitivamente aquello era raro... muy raro.

—¿Por qué no preguntas de frente lo que quieres saber, Daniel? Aunque me parece extraño que ahora que hemos roto sí parezcas interesado en mí.

La antipatía en el tono de Andrés no sorprendió a Daniel. Lo que sí lo hizo fue la forma cómo respondió Jaime. Sus feromonas se hicieron el triple de fuertes. Casi ahogaban.

—No tienes que darle ninguna explicación, An.

—Quiero hacerlo —respondió Andrés, mirando a Jaime—. No quiero que se entere por otras bocas y se haga ideas equivocadas. Jaime está viviendo en mi casa, conmigo —dijo, mirando a Daniel—. Su tío lo echó de casa. Está alterado por todos esos problemas y por eso sientes sus feromonas así. Tranquiliza las tuyas que él no va a atacarte. Sólo está tensionado y molesto.

—Bueno... lo de no atacarlo...

—¡Cállate, Jaime! No te pongas pesado— lo riñó Andrés—, y tú, Daniel, preocúpate por tus propios asuntos —remarcó—. Recuerda que ya no soy tu problema. Nunca lo fui, la verdad.

—Te sigo considerando mi amigo —apuntó Daniel, apenado.

—¡Pues no lo hagas! —le gritó Jaime, irritado—. No es tu jodido amigo... y nunca lo será.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora