Capítulo 7 ¡La cartulina! ¿Quieres ser mi novio?

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   Capítulo 7

¡La cartulina! ¿Quieres ser mi novio?

Las siguientes dos semanas que siguieron a la competencia en la piscina resultaron bastante tranquilas en comparación a los primeros días de clase. Alejandro había logrado que sus padres solicitaran al director el permiso para tener otro equipo de natación y éste finalmente había accedido. William se molestó mucho pero no pudo evitar la decisión. Ese sería justamente el día en que iban a hacer uso del derecho que tenían para usar la pileta; hasta ese momento todos los días habían entrenado en la alberca del edificio de Alejando. Pues bien, no más. Ellos también eran estudiantes de ese instituto y podían hacer uso de todas sus instalaciones tanto como el reglamento dejara y ellos quisieran.

Alejandro pensaba esto mientras mordisqueaba su lapicero negro y anotaba en su cuaderno la lista de los participios pasados de los verbos en inglés. A su lado estaba Daniel, quien también tomaba nota o por lo menos eso intentaba ya que su esfero parecía haberse quedado sin tinta.

—¡Rayos! ¡Estúpido bolígrafo!

Buscando en su mochila, Alejandro sacó otro esfero y picando con éste el brazo de Daniel, se lo ofreció. Daniel se crispó y miró hacia el objeto que le puyaba el brazo, encontrándose con la mirada interrogante de su amigo. Desde su sueño de aquella noche, ese que le había regalado tan intenso orgasmo, su cuerpo reaccionaba con incomodidad ante la cercanía del otro Alpha. Al principio creyó que sólo sería algo momentáneo, y que una vez superado el shock volvería a ver a Alejandro como siempre. Sin embargo, los días pasaban y la sensación extraña continuaba palpable; como si no hubiesen pasado más de quince días de aquello.

—¿Pasa algo? —inquirió Alejandro, preguntándose de nuevo qué rayos pasaba con Daniel. Para el chico, la actitud de su amigo no era normal; se había dado cuenta de que algo pasaba y no sabía qué pensar. Daniel no solía ser tímido con él ni portarse de esa forma tan extraña, como si lo estuviera esquivando. Se preguntó si acaso tenía algo que ver con Julián y si quizás había pasado algo que él no supiera.

—Nada, estoy bien —respondió Daniel, esquivando de nuevo la mirada para concentrarse otra vez en el tablero. En ese momento, la profesora invitó a William a pasar al frente y leer un texto en voz alta. El chico era el monitor de la materia ya que el inglés era su lengua natal.

—Muy bien, William. Adelante.

William se colocó delante de la clase y comenzó a leer el texto. Su inglés tenía un acento galés, marcado y dramático. Habría sido perfecto para el teatro si aquello le gustara; habría sido perfecto para cantar si le gustara también.

Zuuly pensaba estas cosas mientras miraba a su compañero desde su asiento. Verle era recordar su celo en automático; recordar ese día terrible, aceptar que sería más difícil cada vez. Tal como lo habían dicho los médicos, su cuerpo estaba cambiando. No iba a ser algo terrible ni horroroso, pero sí drástico, veloz y un poco violento. De hecho, el primer cambio ya había empezado, y estaba justamente en su garganta.

—Muy bien, Will; puedes sentarte. Zully, por favor continúa.

Levantándose de su asiento, Zully caminó hacia el frente y abrió su libro de texto. Al saber lo que pasaría, intentó carraspear varias veces pero aun así fue inútil. Sus cuerdas vocales parecían de yeso y su voz sonaba baja y muy profunda, como si tuviera un terrible catarro.

—¡Oh, cariño! Lo siento, no sabía que estabas resfriado —se alarmó la maestra, haciéndolo volver a su asiento. Zully volvió a su puesto mientras otro alumno ocupaba su lugar de lectura. Al regresar, Julián lo miró apenado y le sonrió a secas; Zully no devolvió el gesto y sólo abrió su libro de texto, siguiendo la lectura.

Cruel summerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora