Déjame amarte [+18] ✔️ (COMPLETA)

d i e c i s é i s | A l e m a n i a

"Era hora de decirle adiós a todo... De decirle adiós a él"

Erin

Esa misma noche, Erin tuvo una horrible pesadilla, que hizo alarmar a Uriel y el cual fue con el que acabó con aquel horrible sueño que tuvo ella.

Uriel, por lo que le había contado ella, sabía que sufría de pesadillas, pero jamás lo había visto en persona como de malas eran para ella. Solo podía escuchar una frase que repetía en varias ocasiones, que balbuceaba en ese sueño y la despertó rápidamente consiguiendo la desorientación de la joven.

La abrazó, ignorando todo, sin tener miedo de nada. La abrazó esa misma noche y ella se tranquilizó entre sus brazos, no volviendo a tener esa pesadilla en lo que quedaba de horas para que la luz del sol saliera.

Uriel no le preguntó nada, pero no podía dejar de darle vueltas a su cabeza para saber que tanto daño le había hecho en el pasado para que tuviera pesadillas nocturnas. No quiso imaginarse que es lo que pasaba, pero sabía que algo bueno no debía ser. Nada agradable. Por lo que se quedó toda la noche abrazándola, ahuyentando así todas las pesadillas malas que podría llegar a tener.

De esa manera, al día siguiente, ambos se fueron de aquel motel sin hablar de todo lo ocurrido la noche anterior, incluyendo así la pesadilla que había tenido ella. Uriel, por experiencia, lo último que quería era agobiarla. Si no quería hablarlo con él, no era quien para estresarla a preguntas. Si así ella lo quería, si ella no quería decirle nada de aquello, él no era nadie para atosigarla. Por lo que ambos guardaron silencio y Erin le agradeció mentalmente que no le hiciera preguntas a ella.

No quería hablarle de nada de eso, porque eso significaba entrar de lleno en aquel lugar, pensar en ese sitio y en aquellas personas. Y eso era sentirse mal nuevamente. Al menos no estaba preparada y antes de hablar de lo que le ocurrió, quería explicarle quien era ella y lo que le deparaba el futuro.

La marcha a Alemania era cada vez más inevitable. Klaus le había prometido que se irían después de acabar el primer año de carrera, pero después de todo lo ocurrido ayer con aquel hombre, nada más llegar a su casa con la que compartía ella con Klaus, tuvo que decírselo.

La bronca que le echó ese hombre no fue para menos. Los gritos se podían escuchar desde lo más lejos de aquel pueblo, pero Erin prefería llevarse una bronca que fingir que no le había pasado nada. Klaus también se estaba jugando su trabajo por su culpa y no podía hacerle eso a él.

Después de eso, Klaus no habló con ella y Erin sabía que las cosas estaban muy mal cuando Klaus perdía los nervios y eso no pasaba nunca. Pero era cierto lo que le decía, si ese hombre le hubiese sacado fotos, todo lo que habían construido ahí de incógnito lo hubieran tirado a la basura.

Pasaron horas y Klaus no hablaba con ella. Sabía que estaría hablando con los padres de ella y de eso hacía horas. Algo pasaba en ese cuarto donde Klaus tenía todos sus ordenadores y sus aparatos de los más modernos, por no hablar de los materiales que utilizaba para su trabajo. La joven se había quedado con Tesla, jugando con él mientras esperaba a que esa puerta se abriera y le diera a ella esa mala noticia de que volverían a Alemania.