v e i n t i d ó s | q u é d a t e

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"Todo se complicaba y lo peor es que no podía estar a su lado cuando terminase la cuenta atrás"

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"Todo se complicaba y lo peor es que no podía estar a su lado cuando terminase la cuenta atrás"

Erin

Después de contarle toda su historia a Uriel, esta no volvió a saber nada de él.

La joven sabía dar espacio a quien la necesitaba, y ahora Uriel necesitaba ese espacio. Entendía que no debía interrumpir en su vida y ser pesada, quería darle ese espacio que Uriel necesitara, aunque supiera que quizás él ya no quería saber nada de ella.

No podía dejar de pensar en él. Estuvieron saliendo solo unos pocos días, pero ya lo había sentido como semanas y ese era el miedo de ella; a que él no quisiera saber nada de ella, como ya acostumbraba.

Erin estaba acostumbrada a estar sola en la vida, a que nadie la apoyara, exceptuando por Klaus, pero él no podía estar siempre ahí. Sus padres jamás hablaban con ella de forma cariñosa, eran personas importantes, pero no sentía el amor de padres e hija que necesitaba sentir incluso cuando lo pasaba mal. Y jamás tuvo amigas que la apoyaran.

Estaba sola.

Y ahora que había encontrado a un chico que la comprendía, que estaba a su lado y que sentía que compaginaban bastante bien, ya no podía seguir a su lado, nuevamente por lo que era.

No quería ser princesa. No quería y tenía claro su futuro, pero temía no poder cumplir sus sueños.

Esa misma mañana, Klaus estaba desayunando frente a ella, pero al ver que la muchacha no tocaba para nada su plato, se volvió a preocupar porque no hubiese probado bocado desde hacía 3 días.

La joven, mientras, miraba la ventana como la lluvia aquel día caía en cascada por las pequeñas calles de ese pueblo lleno de secretos.

—Vamos, Erin... Tienes que comer algo —susurró, dejando por un momento lo que estaba haciendo.

Y con ese cabello ahora suelto, se les cruzaban mechones largos frente a sus ojos, haciéndolos hacia atrás para poder verla bien.

Erin negó con la cabeza sin mirarlo siquiera a los ojos y retiró su plato, dándoselo a Tesla, quien se lo comía con gusto.

—No tengo apetito, Klaus.

El hombre negó con la cabeza, mal de verla de esa forma, como si fuese un espíritu. Ya no estaba esa Erin que siempre sonreía y le hacía las típicas bromas de su cabello o siempre siendo tan sincera. Parecía apagada, sin una pizca de luz en su mirada y triste, bastante triste. La comprendía, no podía meterse en su piel porque jamás había vivido la situación de ella, pero comprendía porque estaba mal.

Él había pasado por cosas horribles cuando estuvo en el ejército y lo que vio allí, tanto como lo que perdió. Sabía que la situación de ella era distinta a la de él, e igualmente la comprendió. Pero así tampoco podía estar.

Déjame amarte [+18] ✔️ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora