q u i n c e | m o t e l

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"Por cada día que pasaba, más dudas sobre el misterio de ella rondaba en mi cabeza"

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"Por cada día que pasaba, más dudas sobre el misterio de ella rondaba en mi cabeza"

Uriel.

La muchacha observó a aquel hombre. Lo había visto una vez y lo recordó perfectamente, tan perfectamente que sabía que desde que decidiera contarlo, debía marcharse de ese lugar para siempre y cuanto antes.

Pero la "suerte", es que estaban en un lugar bastante alejado de donde vivía actualmente, y pronto debía marcharse a Alemania. No era fácil y nada lo sería, pero prefería fingir que ese hombre estaba equivocado, aunque ambos sabían que su apellido Kissinger no era una falacia.

—Creo que se ha equivocado, señor —susurró.

A lo que él, sonriendo, contestó;

—Puede que ese pelo engañe; pero ambos sabemos que no es una equivocación —susurró, consiguiendo que solo Erin lo escuchara y Uriel, más perdido que nunca, no entendió nada.

Erin se giró, siendo ahora ella la que le agarró el antebrazo a Uriel y, arrastrándolo por las escaleras hacia el bar, llegaron a la calle solitaria de aquel lugar alejado de todo.

Uriel todavía tenía el apellido "Kissinger" rondando por su cabeza, sin comprender absolutamente nada y, sin decir nada, solo seguía a Erin detrás de ella mientras su cabeza intentaba montar las pocas piezas del puzzle que Erin le había dejado. Y ninguna encajaba todavía.

—Joder... —susurró ella una vez salieron de aquel lugar—. Joder, joder, joder... —Volvió a comentar más para ella misma que para el acompañante que tenía detrás.

Y, en medio de aquel lugar, fuera de aquel local mientras Uriel se ponía aquella chaqueta negra en su dorso desnudo, miró a Erin incomprendido.

—¿Kissinger? ¿Qué es? ¿Tu apellido?

Erin no consiguió responderle, en cuanto volvió a ver por la cristalera como el hombre que la había llamado así estaba siguiéndola con cámara en mano.

Uriel se percató. No sabía por qué querría sacarle fotos a esa chica, pero no le gustó nada aquello. La agarró con fuerza y, subiéndose a la moto con rapidez, consiguieron disuadir a aquel hombre. Evitando que sacara una foto o, al menos, una foto clara.

—Por favor, dime que no le ha dado tiempo... —murmuró ella, agarrando con fuerza a ese muchacho por su duro estómago.

—Con lo rápido que hemos sido, lo dudo. ¿Quién es? —preguntó Uriel, aumentando el tono de su voz por el sonido de la moto.

Corrió por la pista solitaria y viajó a algún lugar lejos, muy lejos de ahí, sin saber dónde dirigirse exactamente. Porque sabía que no podían ir a sus casas, no si ese hombre los iba a seguir.

Erin no contestó, estaba llena de preocupación y su pensamiento solo estaba en aquel lugar con aquel hombre llamándola Kissinger.

Entonces, para cuando ya estaban a una buena distancia, Erin no aguantó más y gritó;

Déjame amarte [+18] ✔️ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora