La noche ya había caído sobre París y, junto con ella, había aparecido una fría brisa que calaba en el interior de los huesos de todos los parisinos. Por esto, era en esos momentos que Adrien agradecía poder tener un traje de superhéroe tan resistente al clima.
El reloj había marcado las diez de la noche cuando salió de su casa, saltando de tejado en tejado. Ahora se dirigía a casa de la azabache, con intención de poder mantener una plácida conversación con ella, pues la única manera de que esto ocurriera entre ambos era que el dejara de ser el modelo de rizos de oro y pasara a convertirse en el gato negro.
A decir verdad, había pasado todo el día dándole vueltas a lo que había ocurrido aquella mañana entre ambos. Es cierto que no es que hubiera ocurrido algo extremadamente alarmante ni importante, pero sí extraño y confuso. Sobre todo había sido extraño que por su cabeza se pasara aquella loca hipótesis de que ella era Ladybug, aunque si lo pensaba bien más que calificarla de loca la calificaría de razonable pues, ciertamente, tenían mucho parecido. Eso sí, su Lady poseía un brillo identificativo en sus zafiros que la distinguían del resto de ojos azules, el cual Adrien creía haber visto por unos segundos en los de Marinette.
No obstante, pese a sus muchas dudas y cuestiones, intentaba serenarse de camino a casa de la peliazul, ya que no quería mostrarse nervioso en ningún momento, pues ella se percataría y comenzaría a hacer preguntas cuyas respuestas le serían imposibles de dar.
Así pues, una vez se agarró al fino y helado barandal de metal del balcón de la chica, con un hábil salto, se posicionó sobre el suelo de este y, con andar apresurado, se dirigió a la escotilla que daba paso a su habitación, dando antes de entrar por él tres leves toques para advertir de su presencia.
- ¿Princesa? - la llamó tras comprobar que al cabo de un rato, no respondía. - Qué raro... Las luces están encendidas. - se percató al limpiar el vaho del cristal con su mano y observar el interior.
De este modo, dejándose llevar por la curiosidad de averiguar qué es lo que estaba ocurriendo para que Marinette no escuchara sus golpecitos, deslizó sus manos por el cristal y, cogiendo los bordes, tiró hacia arriba con el fin de abrir la escotilla y colarse dentro de la habitación.
Por consiguiente, una vez estuvo abierta, se deslizó hábilmente por ella y calló con cuidado sobre la cama de la azabache. Tras ello, bajó por las escaleras que conducían al piso inferior. Una vez allí, echó una ojeada para ver si la azabache se encontraba en algún sitio, mas sus esmeraldas no la vislumbraron.
- Puede que esté cenando... - se dijo a sí mismo algo desilusionado pensando en que tendría que marcharse sin tan siquiera haberla visto. - Supongo que tendré que marchar- ¡A-AH! ¡DEMONIOS! - gritó asustado al darse la vuelta y vislumbrar a la peliazul saliendo del baño.
- ¡C-Chat! - se sorprendió ella al verlo al mismo tiempo que un notorio sonrojo empezaba a expandirse por su rostro. - ¡¿Qué haces aquí?! - preguntó alarmada.
El rubio la miró mientras tragaba bruscamente y empezaba a retroceder un poco para alejarse de ella. ¡Por dios iba solo ataviada con una simple toalla! Sus mechones estaban mojados y el color de su pelo era aún más oscuro que de costumbre a consecuencia del agua. Así pues, sus cabellos se encontraban pegados a su rostro, enmarcando su fino perfil de muñeca y resaltando el resplandeciente color de sus ojos. Se veía tan hermosa... Incluso ese notorio sonrojo que tenía le daba un adorable toque a su pálida tez. Fue en ese momento en el que pudo percatarse de la multitud de pequeñas pecas que se extendía por sus hombros y espalda, avivándose así en él un insaciable deseo por besar cada una de ellas.
Rápidamente sacudió la cabeza ante semejante pensamiento, no pudiendo evitar que un rojo carmesí se extendiese, al igual, por sus mejillas.
De este modo, aún seguía retrocediendo por el nerviosismo que le provocaba el tener a la peliazul delante suya de tal forma, la cual le miraba tímida mientras agarraba la toalla enroscada a su alrededor con todas sus fuerzas, rezando para que no hubiera ningún accidente que provocara que esta se cayera.
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𝑺𝒊 𝒍𝒐 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒔𝒂𝒃𝒊𝒅𝒐 {ℒℯ𝓂ℴ𝓃} - Marichat / Adrinette - PINK T.
Romance¿Por qué tardó tanto en darse cuenta? ¿Qué clase de chiste era aquel? ¿Justo tenía q enamorarse de ella ahora que estaba saliendo con Luka? Desde luego que era experto en meter la pata. Y todo porque él se equivocó, la cagó demasiado, y provocó que...