Cap. 17

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- Señoras y señores pasajeros, abróchense los cinturones y pongan los asientos en posición vertical, por favor. El aterrizaje será en un par de minutos. - anunciaba una voz femenina por la megafonía. 

Mientras, Adrien, quien se encontraba en su asiento al lado de la ventanilla ojeando algunas de las revistas que te ofrecían para sobrellevar el aburrimiento durante el vuelo, apartó sus esmeraldas de las páginas y con actitud obediente siguió las órdenes de aquella azafata. Así pues, guardó las revistas en el bolsillo de atrás del asiento delantero, plegó la mesita y, por último, se aseguró de que su asiento estuviera en la posición correcta para, una vez terminado su chequeo, volver la vista hacia la ventanilla, la cual le ofrecía unas hermosas vistas de la ciudad parisina, de su casa, de su hogar. 

Había echado de menos París, no podía negarlo. Era cierto que el tiempo que había pasado en Japón le había servido para aprender mucho más acerca de otras culturas, probar nuevas gastronomías, formarse mejor como modelo... e incluso para iniciarse un poco en el idioma natal. A todo ello, se añadía, por supuesto, que aquella estancia le había permitido arreglar las cosas con Kagami, aclararse y despejarse y, en suma, poder pasar tiempo con ella. Se engañaría a sí mismo si dijera que no la iba a extrañar... Solo haber visto como sus delicadas y blanquecinas mejillas había sido bañadas con amargas lágrimas cuando ambos se despidieron en el aeropuerto de Japón le había roto el corazón en mil pedazos. 

Kagami era una persona con un carácter muy marcado y difícil. Era muy perfeccionista y excesivamente profesional y por ello, la mayoría de las personas la tachaban de fría y calculadora. No obstante, los que se habían molestado en conocerla de verdad sabían que tras aquella máscara aparentemente imperturbable que mostraba se encontraba una chica sensible, amable y con una grandísimo corazón. Era una persona con emociones y convicciones fuertes, apasionada por el arte, entregadas a sus ideales, fuerte y admirable, valiente como ninguna chica que hubiera conocido... Adrien la quería con todo su corazón y por eso, sabía que hubiera la distancia que hubiera entre ellos, jamás la olvidaría. 

De este modo, cuando atravesó la pasarela del avión, una vez este hubo aterrizado, y entró en el aeropuerto, lo primero que hizo fue marcar el número de la japonesa a la vez que arrastraba su maleta por las distintas salas tratando de encontrar a su guardaespaldas, quien vendría a recogerle. 

- ¿Ya has llegado? - preguntó una voz adormecida al otro lado de la línea. 

- Sí. - aseguró el Agreste parándose en el sitio cuando visualizó a su guardaespaldas esperándole sentado. - ¿Te he despertado?

Un bostezo resonó en la línea al instante. 

- Sííí... La diferencia horaria, ¿recuerdas? - le refrescó la memoria la chica. - Allí serán las seis de la tarde, pero aquí es la una de la mañana. - rió al imaginarse al rubio dándose una palmada en la frente por su despiste. 

- Oh, lo siento de veras, Kag. Qué idiota... - se disculpó el chico arrepentido. 

- No pasa nada, Adrien, fui yo la que te pedí que me llamaras nada más llegar. - intentó restarle importancia al asunto la japonesa. - No tienes por qué disculparte, en serio. 

El chico sonrió dulcemente mientras le daba su maleta al guardaespaldas y lo seguía hasta el coche. No entendía como la gente podía decir que Kagami era insensible cuando resultaba que era de las personas más comprensivas que conocía. 

- Bueno, te tengo que colgar. Me voy a montar ya en el coche. - le comunicó. - Me ha encantado oír tu voz y siento haberte despertado, Kag. 

- Shhh, nada de disculpas, Agreste. Gracias por haberte acordado de llamarme. - habló la azabache no pudiendo evitar que sus palabras fueran cortadas por otro bostezo. 

𝑺𝒊 𝒍𝒐 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒔𝒂𝒃𝒊𝒅𝒐 {ℒℯ𝓂ℴ𝓃} - Marichat / Adrinette - PINK T.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora