Cap. 16

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- Sube, está arriba en su habitación. - le indicó Sabine a Alya cuando esta apareció por el umbral de la puerta de la panadería. 

- Gracias, señora Dupain-Cheng. - agradeció esta amablemente mientras emprendía el ya conocido camino hacia la habitación de su amiga. 

Al contrario de lo que Marinette creía, Alya no estaba para nada enfadada ni molesta con ella. La actitud que su mejor amiga había tenido le provocaba tristeza y culpabilidad, pero nada más allá, pues, en el fondo, comprendía por qué la peliazul se comportaba con ella de aquella manera. Había traicionado su confianza al obrar a sus espaldas y entendía que eso la hubiera molestado. Ella no hizo las cosas bien desde un principio y eso le había acarreado problemas. ¡Tendría que haberlo hablado con ella antes, maldita sea! Pero no, Alya Césaire  era impulsiva y se había lanzado a la aventura para ayudar a Adrien antes de pensar en las consecuencias de sus acciones. 

Por otro lado, no se arrepentía de haber ayudado al rubio ya que, tras escuchar su versión, comprendió que todo era un malentendido y que él nunca sintió verdaderamente aquellas horribles palabras que le dedicó a la azabache y que calaron en lo más profundo de su corazón. No obstante, aunque eso no le salvaba de haber cometido el error de tratar mal a la pobre peliazul, el hecho de que quisiera disculparse y arreglar las cosas por encima de todo demostraba lo buena persona que era y eso sí que había convencido a la aspirante a reportera para ayudarle. 

Aún así, teniendo en cuenta que había perdido a su mejor amiga, ahora se replanteaba si en realidad debería haberse mantenido al margen. 

- ¿Marinette? - la llamó al ver que en su habitación no había nadie. - ¿Estás arriba en el balcón?

La peliazul, por su parte, se encontraba admirando las privilegiadas vistas que su balcón le ofrecía de París, mas, cuando oyó a Alya llamándola, se obligó a apartar sus zafiros de aquel esplendoroso cielo y a bajar por la escotilla de vuelta a su habitación. 

Mientras iba descendiendo hacia su cama, no pudo evitar comenzar a notar como los nervios se apoderaban de ella y, en consecuencia, un frío sudor comenzaba a perlar su blanquecina tez. No sabía cómo podría mirar a Alya a la cara después de haberla tratado tan mal... Seguramente ella ahora la odiaría y ni siquiera querría escuchar sus disculpas, pero no iba a culparla por ello, se lo merecía y se lo había ganado a pulso. 

Sin embargo, cuando llegó a la altura de su amiga, el gesto que esta llevó a cabo con posterioridad la dejó muda. ¿Alya la estaba abrazando? ¿Acaso se había perdido algo? ¿Qué estaba ocurriendo y cómo es que ella no estaba enfadada?

- Te he echado tanto de menos... - le susurró la morena aún sin deshacer el agarre. - Tenía miedo de que nunca más volvieras a hablarme. - admitió en un tono un poco más elevado y comenzando a separarse para mirarla a la cara. 

Marinette estaba en shock. No sabía cómo reaccionar a aquello y menos qué decir... Se esperaba a una Alya enfadada, a la defensiva o cortante y no a una cariñosa y comprensiva. 

- Y-yo... no sé qué decir... - contestó la peliazul con un hilo de voz. Notaba como su voz se estaba rompiendo y las lágrimas amenazaban con bañar sus mejillas. - ¿Cómo no puedes estar enfadada conmigo después de cómo te he tratado? 

La Césaire le sonrió con dulzura y la condujo al sillón de su habitación para que ambas pudieran tomar asiento. 

- No estoy enfadada porque entiendo que me hayas tratado así. 

Vale, eso sí que no se lo esperaba. ¿Cómo alguien podía entender que lo tratasen mal?

- Me porté mal contigo, Mari, te hice sentir traicionada al obrar a tus espaldas y por ello, entiendo que te molestaras. - prosiguió la de lentes. 

𝑺𝒊 𝒍𝒐 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂 𝒔𝒂𝒃𝒊𝒅𝒐 {ℒℯ𝓂ℴ𝓃} - Marichat / Adrinette - PINK T.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora