¿Por qué tardó tanto en darse cuenta? ¿Qué clase de chiste era aquel? ¿Justo tenía q enamorarse de ella ahora que estaba saliendo con Luka? Desde luego que era experto en meter la pata.
Y todo porque él se equivocó, la cagó demasiado, y provocó que...
La noche ya había caído sobre la ciudad parisina y un ambiente de niebla y frío había llegado con ella.
A pesar de ello, cierto gatito se encontraba saltando por los tejados de París, en dirección a casa de su amiga de largos y sedosos cabellos azabaches.
Había sido un día muy largo e incómodo en el que había tenido que lidiar con que Marinette lo evitara una y otra vez, y rechazara cada propuesta de entablar conversación que el rubio le hacía. Jamás se había visto en tal situación con ella, y que decir, se le hacía demasiado extraño y complicado no poder pasar el rato su amiga de ojos celestes con naturalidad, tal y como hacía siempre. Es por ello que no desistía en cuanto a sus intentos de solucionar las cosas con ella, pero al parecer iba a ser más complicado de lo que creía.
Tal era su malestar respecto al tema que pensó en que si no podía ser su amigo en su forma civil, lo podría compensar de cierta forma siéndolo con su alterego. Con saber que Marinette no odiaba a Chat Noir como a Adrien, le valía.
Unos cuantos saltos más y llegó al balcón de la peliazul para, posteriormente, tocar un par de veces en la ventana, esperando a que la chica abriera.
La peliazul no tardó en abrir la compuerta extrañada por aquellos golpecitos, encontrándose con su ex-compañero de batallas.
- ¿Chat? - cuestionó sorprendida.
- Hola princesa - saludó el felino con una pícara sonrisa.
Marinette salió a su balcón del todo y se situó frente a él, abrazándose a sí misma al percibir el helado viento que acariciaba su piel.
- ¿Qué haces aquí? - lo observó con intriga.
- ¿Es qué acaso no puedo hacerle una visita a mi querida bugaboo sin razón aparente? - contestó coqueto, provocándole un casi imperceptible sonrojo a la chica.
- Eh, esto, claro. - contestó la peliazul sin saber muy bien cómo responder a aquello. - ¿Te importa si vamos dentro? Fuera hace un poco de frío. - inquirió frotándose los brazos para darse calor.
El rubio asintió en silencio y Marinette bajó por la ventana, seguida de Chat.
Una vez estuvieron en el interior de la habitación, la ojiazul cerró la ventana para impedir que el frío se introdujera dentro. A decir verdad estaba un tanto nerviosa por el hecho de que Chat Noir entrara en su habitación, e incluso se la veía incómoda.
- ¿Pasa algo princesa? - le preguntó el de antifaz.
- No... - negó ofreciéndole una amable sonrisa. - Puedes sentarte si quieres - ofreció al verlo parado en medio de la sala.
Chat le tomó la palabra y se sentó en el sofá rosado con cuidado de no dejar caer la caja de lunares blancos y fondo rosa que había a su lado, la cual llamó su atención. La observó curioso y cercó su mano hacía ella con intención de abrirla y descubrir su interior.
- ¡No! ¡No abras...! eso - exclamó Marinette, más llegó tarde, pues el gatito ya había destapado la caja y se encontraba observando lo que en ella guardaba.
La azabache se acercó nerviosa y tomó la tapa de las manos de Chat mientras que este se colocaba la caja sobre sus piernas.
- S-Son f-fotos de.... revistas de moda - se excusó rápidamente al notar la expresión de asombro de su compañero.
- ¿Adrien Agreste? - cuestionó sin apartar la vista de los recortes y fotos de su alterego.
- S-sí - tartamudeó.
- ¿Qué hacen aquí? - preguntó confuso.
- Quiero deshacerme de ellas lo más pronto posible - contestó la ojiazul firme.
El rubio suspiró con pesadez y cogiendo la tapa que Mari sostenía, cerró la caja, para posicionarla de nuevo en su lugar de origen.
- Princesa, ¿estás bien? - cuestionó mirándola fijamente a los ojos.
- No, Chat, no. Me está costando mucho olvidarme de él. Y-yo le amaba - se sinceró Mari, mientras se sentaba al lado del ojiverde. - Digo como amigo. - rectificó al instante al caer en cuenta de su pequeño desliz.
Chat se mantuvo en silencio unos instantes, pensando en qué decirle.
- Y, ¿por qué tienes que olvidarlo? ¿Es que acaso no podéis ser amigos de nuevo?
- T-tú no lo entiendes...
"- Más de lo que crees "- pensó en su cabeza.
La azabache se mordió el interior de su mejilla, fijando la vista en el suelo.
- Hoy me pidió una oportunidad para hablar, pero yo la rechacé... No puedo mirarlo a los ojos, Chat - prosiguió. - No después de todo lo que nos dijimos...
El ojiverde se acercó más a ella y cogiéndola del mentón, redirigió sus zafiros hacia sus esmeraldas.
- ¿Y por qué no le das la oportunidad? A lo mejor tiene algo importante que decirte, o simplemente se quiere disculpar - le expuso comprensivo.
- No lo sé, gatito - apoyó su cabeza en el hombro del chico. - Tengo miedo de que vuelva a tratarme como lo hizo aquel día.
Chat no sabía que contestarle. Para él estaba siendo muy complicada aquella conversación. Quería decirle a Mari que Adrien solo quería disculparse y que no la volvería a tratar mal nunca más, pero tenía que retenerse, pues decirle tales cosas supondría poder revelarle su identidad secreta.
- Necesito tiempo - susurró la azabache.
El rubio la miró con ternura, atrayéndola más hacia sí.
- Estoy seguro de que si él es inteligente, te lo dará; y esperará al momento - le aseguró entre susurros mientras la arropaba entre sus brazos.
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