Por Marco
La actual crisis sanitaria provocada por el brote de COVID-19 está demostrando la enorme capacidad de adaptación y sacrificio de la sociedad española, especialmente de aquellos colectivos que siguen dando diariamente la batalla al coronavirus, ya sea desde hospitales y centros médicos, infraestructuras, supermercados, personal de limpieza y, por supuesto, las ONG.
Estamos a mediados de 1 de abril de 2022, son las tres de la tarde de un jueves en el que ha empezado a nevar en Madrid. Llego al almacén a prestar mi servicio como voluntario. Esta es la cuarta vez en esta semana que salgo a la calle, hace 5 días que no tengo noticias de Milena.
Ajustó mi anorak, ya que una ráfaga de aire me cala los huesos. Saludo a Díaz que me señala hacia su oficina. Voy caminando hacia allí para esperar instrucciones pero lo que me encuentro es a Milena, sus codos están apoyados en sus rodillas y emite sollozos sin control.
-Hola guapa. -digo con cautela sentándome a su lado.
Olvidando todo protocolo Milena se aferra a mi cuello y llora con más intensidad. Con cada lágrima que derrama mi corazón se hace pedazos. No levanta su rostro de mi pecho pero comienza a hablar.
-Me voy un día y al siguiente ya no están algunos pacientes, han muerto; simplemente no me acostumbro. Da igual lo que hagamos, siento que nuestros esfuerzos apenas producen resultados. Me frustra no poder hacer más. Es que ese virus no cree ni en las vacunas.
En ese momento se me vino todo el peso de la pandemia encima, el dolor de tantas vidas perdidas, la incertidumbre de cómo quedarán esos supervivientes, el enfado por la mala gestión de todos.
-Cuanto lo siento, pero tú eres una guerrera. -intento animarla pero es en vano, vuelve a llorar.
-Mi hermano lleva una semana enfermo con síntomas leves, sin opción a diagnóstico. Temo que su estado se agrave por antecedentes de asma en la infancia. Dos primos de mi madre fallecieron en Andorra el mismo día en la UCI y ella no pudo estar con ellos en sus últimos días.
Milena tan diminuta como es tiembla entre mis brazos. La levanto levemente del asiento y la colocó sobre mis piernas, la abrazo fuerte y deslizó mi mano por su espalda. Pasan unos minutos antes de que Milena logre calmarse.
Cuando sus ojos color avellana hacen contacto con los míos, me quedo sin aliento. La mascarilla se ha caído y por primera vez veo el rostro que tanto he ansiado ver. Su nariz es diminuta y perfilada, sus pómulos están rojos y muestran unas pequeñas lesiones de piel que he de suponer que son por el equipo de protección individual que utiliza a diario. Tiene unos labios hermosos y creo ver a un ángel cuando en ellos se dibuja una tímida sonrisa.
Deslizó mis manos por su rostro para limpiar el rastro de las lágrimas derramadas, su piel es suave y tibia. Quiero permanecer así por siempre, pero él llamado de Díaz indicándonos que la furgoneta está lista, rompe la burbuja.
- Perdón. - dice Milena levantándose de mis piernas de forma brusca, la agarró fuertemente cuando casi cae de nalgas contra el suelo de cemento.
- Milena, necesitabas a alguien que te consolará y me alegra haber sido yo. -No puedo dejar de acariciarla así que entrelazo mis dedos con los de ella, intentó ignorar lo que produce su cercanía a mi cuerpo.
Es algo nuevo, diferente.
<<Al Diablo el coronavirus yo quiero a Milena pegada a mí. >>
Milena se aparta de mí evadiendo la mirada, camina a paso apresurado hasta perderse por una puerta del almacén. Cuando regresa lleva mascarilla y guantes.
-Asensio- Milena presiona el claxon-. Por delante nos espera una ruta de 20 casas para repartir comida y productos esenciales, y me estoy haciendo vieja esperando por ti.
ESTÁS LEYENDO
Para mi eres Perfecta
FanfictionEn el corazón de Madrid, dos almas destinadas a cruzarse se encuentran en medio de una pandemia global. Marco Asensio, la estrella del Real Madrid, ha estado luchando contra una lesión que amenaza su carrera. Pero cuando el Covid-19 llega a la ciuda...