𝗥𝗘𝗡𝗔𝗖𝗘𝗥 ੈ ʰᵃʳᶜᵒ.ᵈʳᵃʳʳʸ

Segundo cambio

Cuando Draco se despertó esa mañana, pensó que fue un sueño.

Pero vió a Pansy dormida a su lado y empezó a recordar, tocó su cabello ahora celeste y no pudo sentirse más orgulloso de si mismo.

Unos toques en la puerta lo sacaron de su ensoñación, así que se levantó hacia ésta arrastrando sus pies y rogando internamente porque no fuese ningún mortífago ebrio, que de nuevo buscaba alguna forma para follar con el más joven del lugar.

Abrió la puerta y se encontró con su madre -Buenos días Dragón...¿Estoy alucinando o tu cabello es celeste?.

-Buenos días mamá, no estás alucinando. Así me gusta.

La mujer asintió lentamente, procesando la imagen frente a ella, estaba conmocionada por el cambio radical de su hijo pero al observar su sonrisa, decidió aceptarlo, recordando su juventud cuando se tiñó el cabello de rojo solo por un berrinche con su madre.

-Me alegra, ya es tarde. Despierta a Pansy y prepárense.

Cuando iba a cerrar la puerta, su madre lo detuvo.

-Cariño...- Cissa apoyó sus manos en los hombros de su hijo, aprentando con cariño -No quiero que los vean, en Hogwarts estarán seguros.

-Mamá ¿Qué sucede?.

-Quiere un mortífago joven...deben irse, no dejaré que te vuelvas unos de ellos.

-De acuerdo- acunó el rostro de su madre y besó su frente -Estaremos listos en veinte minutos.

Su mamá asintió con una sonrisa y se separó con suavidad -Estás muy guapo.

-Gracias mamá.

Cerró la puerta cuando la rubia se fué, miró a su amiga, quién tenía un pierna colgando fuera de la cama y estaba a punto de terminar en el piso.

-¡Pansy! ¡Se está incendiando la casa!- gritó Draco quitándole la sábana de encima.

La pelinegra gritó asustada y cayendo al piso, se levantó enojada al escuchar la carcajada de su amigo.

-¡Idiota! ¿De qué te ries pendejo?.

-Ay, Merlín Bendito- limpió las lágrimas de sus mejillas y suspiró -Bueno, perdón. Vamos, tenemos que prepararnos para irnos.

-Estúpido, imbécil, tremendo idio-.

-Ye relájate mija, vamos. Báñate tu primero.

Pansy gruñó algo parecido a otro insulto, asintió y tomó su toalla y sus útiles personales.

-¡No tardes mucho! Me tengo que bañar igual.

-Estoy enojada contigo, así que no me hables unicornio.

Dicho eso, cerró la puerta del baño con un sonoro portazo y dejó al rubio con una sonrisa, mientras empezaba a arreglar su habitación desordenada con tintes regados por el suelo, esmaltes de uñas y envoltorios de chocolates traídos por los elfos en medio de la noche.