𝗥𝗘𝗡𝗔𝗖𝗘𝗥 ੈ ʰᵃʳᶜᵒ.ᵈʳᵃʳʳʸ

Noveno cambio

Ese lunes fue algo vergonzoso despertarse para Harry y Draco, el moreno fué el primero en hacerlo ya que estaba acostumbrado al horario estricto de sus tíos.

Abrió los ojos sintiéndose descansado, últimamente el insomnio y las pesadillas habían disminuido considerablemente. Parecía ser muy temprano porque apenas se veían los rayos del sol reflejando el Lago Negro. Bostezó y parpadeó un par de veces al sentirse pegado a un cuerpo, abrazado a él dormía Draco, quién respiraba acompasadamente con los labios entreabiertos y tenían sus dedos entrelazados al igual que la noche anterior.

Harry soltó su mano con cuidado de no despertarlo, pensó que no volvería a sentir la calidez que sintió al dormir, sin embargo, no dejó de sentirse confortado, aún podía sentir el cosquilleo cálido en su pecho y como su magia estaba más plena.

Con su mano libre acarició un mechón rosa que se posaba en su frente, delineó sus mejillas con una suavidad casi imperceptible recordando la conversación de anoche y admiró sus pecas, acarició su rostro con vehemencia, igual su mentón y con su pulgar acarició sus labios entreabiertos.

Draco era malditamente hermoso, su rostro relajado tenía una paz contagiable y era la primera vez que se daba cuenta de la belleza de la serpiente. No era una belleza femenina, si no una belleza única, jamás había visto a un ser tan angelical.

Estaba hinoptizado por Draco, continuó delineando su cuello, la manzana de Adán y la clavícula que se veía al aire, ya que la camisa blanca era holgada y grande.

Se espabiló cuando Draco gimió en sueños y lo abrazó con más fuerza mientras posaba su pierna sobre la cadera de Harry.

Tragó saliva sintiéndose sofocado por el cuerpo del chico, posó su mano en la pierna del chico en un intento de separarse y alejarse de Draco. Su respiración se cortó cuando tocó la piel desnuda de su muslo, levantó la sábana y vió como la camisa estaba arrugada, dejando a la vista el bóxer negro y la pierna enroscada en su cadera.

Mierda, mierda, mierda. Harry maldijo a todo lo que se le ocurriera, sintió una ráfaga de calor recorrer su cuerpo y hacer incapié en su vientre. La floja erección matutina pareció endurecerse por la vista de Draco, su calor, su olor, su cuerpo, sus piernas, su piel... maldita sea, se sentía mareado.

No podía controlar su cuerpo, nunca había tenido tanto contacto con una persona y reaccionar de esa manera le parecía... sucio. Solo haber besado una chica en su vida no se podía comparar con tener a Draco aferrado a él y sin pantalones.

El pelirosa escondió su rostro en el cuello de Harry completamente ajeno a la combustión que sufría, y eso fue el detonante para el moreno. La respiración del pálido sobre su cuello caliente lo hizo jadear de la impresión, se sintió muy mal... y jodidamente bien.

Harry se separó de Draco, desenvolvió sus brazos de su espalda y con mucho esfuerzo tomó la pierna del chico y la dejó sobre la cama. Se levantó de la cama cuidadosamente, Draco frunció el ceño por sentirse repentinamente vacío, la calidez había desaparecido e intentó reemplazarla con una almohada, abrazándola.