Felíz No Funeral

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Dejaron la alegre ciudad detrás y se adentraron al bosque tras el parque; contrario a los colores calidos del festival, los altos árboles evitaban el paso de los rayos solares y creaban un oscuro pasaje de colores fríos. Las hojas se teñían de azul por la oscuridad y el cielo se veía negro mientras mas avanzaban, Lester se pegó a su compañero sin darse cuenta, El Hombre del Parche caminaba tranquilo con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo su cigarro de humo morado. El miedo de Lester cambió a curiosidad en cuanto escuchó música a lo lejos, estiró el cuello y agudizó la vista para encontrar la fuente del sonido. Pudo ver luz detrás de unos arbustos no muy altos, se alejó del castaño y corrió hacia las plantas para espiar tras ellas. Del otro lado de la pared de hojas se alzaba una deteriorada choza de ladrillos celestes, la puerta era una tela gris rasgada que rosaba el suelo y la musica salía por los agujeros que eran las ventanas. No era una melodía alegre, contrario a eso, era lenta y tétrica, con un ritmo que Lester creyó reconocer como La Marcha Fúnebre.

El Hombre del Parche se plantó a su lado dándole un susto y se quedó mirando la choza, entonces puso dos dedos en su boca y silbó. Lester volteó a ver la choza cuando la música se detuvo y vio sombras reflejadas en el césped fuera de las ventanas, escuchó murmullos y luego la tela se movió; por la puerta se asomó un rostro oscuro de grandes ojos adornado con un gorro invernal rojo y blanco. El Hombre del Parche atravesó los arbustos y se dejó ver, el desconocido entonces formó una sonrisa y volvió adentro; el castaño le hizo una seña a Lester para que lo siguiera y se acercaron a la choza. El mas alto corrió la tela vieja y entró, Lester lo siguió de cerca; fueron recibidos por dos hombres, el de gorro invernal y otro con una gran galera negra y cabello oscuro en rulos, ambos de piel oscura y sonrisas tétricas.

El mas delgado temblaba ligeramente, pero Lester no estaba seguro si era de adrenalina, nervios o frío debido a sus finos y holgados ropajes; llevaba una camiseta gris de tirantes ajustada a su torso y unos anchos pantalones azules que colgaban de su cadera cubriendo sus pies descalzos. El otro tenía de igual manera una camiseta gris, sobre ésta una chaqueta de cuero negro y llevaba pantalones ajustados que se perdían dentro de una botas negras.

En el centro de la choza, mas chica de lo que parecía, había una mesa con bocadillos variados y un juego de té de porcelana con varias de las tazas rotas en los bordes y las azas. Lester se alarmó cuando vio contra la pared un féretro de madera púrpura y detalles en oro, bajo la ventana en la pared contraria había otro pero este de madera azul pálido y detalles en metal negro; ambos tenían las placas de los nombres en blanco pero estaban bastante usados. El de gorro invernal le quitó la cortina, tiró todo de la mesa para ponerla de mantel y rápidamente volvió a preparar la comida. El hombre de galera se acercó a ellos con una taza vacía en la mano y la extendió hacia la mesa para que tomaran asiento, El Hombre del Parche caminó hacia una silla con cojines en mal estado y se sentó, Lester tomó la de madera a su lado. Los desconocidos se unieron y comenzaron a servir té

-Hace tiempo y días que no te hemos visto- dijo el de sombrero al Hombre del Parche. -Gracias por el regalo

-No he salido de mi casa en mucho tiempo

-¿Qué te ha hecho salir?- preguntó el de gorro, inclinando demasiado la cabeza de lado.

-Mi casa está destrozada- declaró. -De ahí la cortina

-Espera, ¿esa era tu casa?- cuestionó Lester consternado.

-Si- sentenció el castaño.

-Lo siento, no lo sabía

-Claro que no, no te lo dije

El Hombre del Parche bebió tranquilamente de la taza que le entregaron y luego le dio una calada a su cigarro. Lester recibió la taza que le dieron, pero al querer beber se dio cuenta del agujero que tenía al fondo.

-Entonces, ¿ustedes se conocen?

-Oh,sí- respondió el de galera. -Soy El Sepulturero y éste es El Pingüino de Julio

-¿Julio? Pero esa es época veraniega- dijo Lester

-¿Loco, no?

El Sepulturero volcó té de la tetera a una copa y bebió la cálida infusión de allí.

-Si.. Pero me refiero a que si lo conocen a él- dijo señalando al Hombre del Parche.

-Si,lo conocemos

-¿Pueden decirme su nombre?

-Es La Nutria Negra- dijo el pingüino bañando un plato en una lata de barniz para madera.

-¿Nutria?

-¿Conoces a La Oruga Azul?- preguntó El Sepulturero.

-No

-¡No conoce a La Oruga Azul!- exclamó El Pingüino y ambos comenzaron a reír.

Lester parpadeó un par de veces antes de fruncir el ceño y lucir aún mas confundido. El Hombre del Parche, o Nutria Negra, seguía bebiendo de la taza sin fin. El Sepulturero se quitó una lagrima de risa y suspiró para calmarse, entonces le quitó la taza a Lester y se la cambió por un pincel.

-La Oruga Azul consume de lo malo. Si buscas calidad habla con Talanda

-¿Qué Talanda?

-Bien, muchas gracias- respondió El Pingüino y volvieron a explotar en carcajadas.

El de galera entonces empujó un pan contra el rostro de su compañero para callarlo y miró a Lester

-Es mejor andar con Patrick que con la oruga, en serio que fuma de la mala

-¿Quién es Patrick?

-¿Quién tú crees?

Lester miró a su acompañante, el castaño lo vio de reojo mientras bebía de nuevo, ese intercambió de miradas se sintió diferente, como si conectaran de verdad entre ellos. El rubio sonrió satisfecho y agarró un sándwich de mermelada para comer, pero al morderlo sintió algo extraño. Cuando abrió el pan encontró un naipe, el 4 de corazones, con la esquina arrancada de un mordisco.

-Descuida, es comestible- dijo El Pingüino y extendió un maso de cartas en sus manos al que luego le dio un gran mordisco. -Es solo papel y tinta

Lester dejó la comida de lado e intentó no tocar nada más. Unos golpes lo sobresaltaron y miró la puerta, pero cierto que la choza no tenía una. Volteó lentamente hacia el féretro azul y sus pupilas se encogieron en terror cuando vio que la tapa comenzaba a levantarse. Unos dedos regordetes asomaron por los bordes y empujaron la tapa, lo primero que se vio fue un gorro de invierno con una estrella de oro y luego apareció el rostro adormecido de su dueña.

-¿Oficial Solverson?- dijo Lester

La mujer soltó un gran bostezo a la vez que estiraba los brazos y miró a lo presentes, tenía la punta de la nariz negra y le salían finos bigotes por encima del labio superior.

-¿Hubo un homicidio?- preguntó con voz cansada.

-Solo invitados al té- respondió El Sepulturero.

-¿Y ya vino el cartero?

El sonido de pasos sobre el césped de afuera llamó la atención de todos, El Sepulturero sonrió de lado.

-Llegó el correo

Lester en el país de los Problemas (Lestrick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora