Un poquito de heroína toda muerte endulzará

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Hay algo que une a todas las criaturas del mundo y las hace ver igual de vulnerables, algo de lo que nadie puede escapar no importa que tan fuerte el animal sea o cuanto dinero tenga la persona, independientemente de las cosas que hicieron para sobrevivir y lo que hayan hecho por los suyos; esa cosa no discrimina, esa cosa... es la muerte.

Pero nadie ha muerto aún así que saltemos ese capítulo.

♠️♥️♣️♦️

En un bosque a medianoche, el silencio reina los alrededores, ni el ulular de los búhos o el canto de los grillos se escuchaba en el lugar. Solo el jadeo de tres hombres corriendo por el bosque llenaba el silencio, y los pasos feroces de una criatura desconocida y aterradora en persecución del trío. El mas alto de ellos cargaba con un peso extra en los hombros, un hombre empapado en agua helada y apenas manteniéndose con vida.

El Sepulturero se quitó el sombrero mientras corrían, sacó una lata mediana de pintura y la lanzó tras ellos hacia los árboles, sonrió cuando escuchó el quejido de la bestia y volvió a ponerse el sombrero para apurar el paso. Llegando al límite del bosque, El Pingüino apartó las ramas y todo cruzaron el camino hasta el otro lado. Desde allí vieron árboles moverse y una gran sombra merodear un poco antes de desaparecer dentro del follaje.
Fuera de peligro, Patrick dejó a Lester sobre el césped recortado y lo revisó; estaba azul del congelamiento, tan tieso como un muerto, tuvo que apoyar el oído en su pecho para comprobar que siguiera vivo ya que no percibía movimientos de respiración.

-¿Sigue vivo?- preguntó El Pingüino.

-Si, pero no por mucho. Si no lo calentamos pronto podría morir

-Creí que el lago de hielo curaba todo, es increíble que puedas morir en el- dijo El Sepulturero intrigado y sorprendido.

-Ese lago es una ilusión, un truco. Atrae a todos con sus aguas curativas, cegándolos con falsas esperanzas. Es obvio que no sobrevivirían a un baño en agua helada

Mientras hablaban, Patrick le quitaba las prendas superiores a Lester para intentar secarlo.

-Y aún así los rumores siguen siendo positivos, ¿cómo entonces sabes eso?- preguntó El Sepulturero.

-...Sentido común

Los de la funeraria ahogaron una exclamación de horror y cubrieron sus bocas entre sí.

-No puedes decir eso aquí- dijo El Sepulturero.

-Es blasfemia- siguió El Pingüino.

-¿Hace cuánto no consumes algo?

-Desde que dejamos la choza- respondió el castaño, recordando lo que hizo con su cigarro. -Dame tu chaqueta

-Ah, eso está mal. Sabes que debes ingerir sustancias para permanecer aquí- El Sepulturero sacó una pastilla de su sombrero y se la pasó, -Mira, aquí tengo algo que te hará bien

-Lo que necesito es tu chaqueta

-¿Tienes frío?

-¡Para Lester! ¡Dame tu chaqueta!

El Pingüino se escondió tras su compañero como un niño asustado ante el grito. El Sepulturero frunció el ceño, se quitó la prenda y se la dio a Patrick. El castaño cubrió a Lester con ella y extendió sus ropas junto a él para que se secaran, algo muy difícil con el césped húmedo. Se quedó sentado junto al rubio mirando al suelo, su pierna derecha sufría un leve temblor y él comenzaba a sudar a pesar de la fresca noche. El Sepulturero se acercó con cuidado a su espalda y se inclinó para pasarle la pastilla.

-La necesitas

-No

-Está comenzando, pronto vendrán los calambres..- Patrick no dijo nada, solo pasó una mano por su rostro, -y luego serán las alucinaciones

-Puedo controlarme

-Podrías lastimarlo

El castaño miró a Lester, apretó los ojos y tomó la pastilla, suspiró pesadamente antes de lanzarla a su garganta y tragar. Su pierna se calmó y el calor fue dejando su cuerpo, recuperó la visión perfecta que había perdido hacía horas y llenó sus pulmones con aire fresco antes de toser.

-Necesito un cigarro

-Estamos a un día del reino, ¿crees poder aguantar?

-Si, estaré bien. ¿Qué podemos hacer con él? La casa del conejo se incendió y volver a la funeraria nos quitará tiempo

-Siempre podemos hospedarnos en el pueblo- sugirió El Sepulturero.

-Ni cuerdo pediría techo en ese lugar

-Entonces el bosque de los Momerats

-Supongo que no hay otra opción. ¿Qué tan lejos está?

-De aquí a allí tardaríamos lo que de allí a aquí- dijo El Pingüino.

-Pero los Momerats se mueven mucho, podrían estar en ninguna parte o en todos lados- dijo El Sepulturero.

-No me gusta Ninguna Parte, es muy seco- dijo El Pingüino.

-Y yo prefiero estar lejos de Todos Lados, hay una plaga reciente- respondió El Sepulturero.

-Entonces iremos a cualquier lugar- dijo Patrick.

-¡¿Cualquier Lugar?!- exclamaron a la vez los de la funeraria.

-Es lo más cerca de nosotros y mejor que el reino

-No puedo negar eso- dijo El Sepulturero. -Porque me duele el cuello cuando giró la cabeza

-Pues afirma entonces- sugirió El Pingüino.

-Eso sí puedo hacerlo

El Sepulturero dio su permiso, mas o menos, Patrick cargó a Lester y se pusieron en marcha. Su viaje fue mas largo de lo intencional porque rodearon el bosque en lugar de atravesarlo, Lester pasaba de brazos en brazos cuando Patrick ya no podía cargarlo más. Los sombreros de los tres hombres comenzaban a darles calor y comezón, las raciones de comida que cargaba el par de la funeraria se habían acabado en la casita del conejo.

Desde su rescate nocturno y hasta el amanecer, el grupo arrastró los pies hasta encontrar Cualquier Lugar para descansar; era una zona verde y espaciosa con césped corto y rodeada de carteles pequeños clavados en el suelo que señalaban el centro, el sol daba justo en ese punto como un rayo mágico de vida. El grupo levantó los pies por sobre las señales y entró en el área, de repente todo se sintió más cálido y al mirar a Lester le vieron volver el color al rostro. Patrick lo dejó sobre el suave césped que parecía una alfombra y se tiró a su lado disfrutando del sol, pero sus amigos no parecían a gusto en ese sitio.

-Definitivamente odio Cualquier Lugar más que Ningúna Parte- dijo El Pingüino abanicándose con la mano.

-Creo que nosotros deberíamos volver, aquí hace mas calor que al que estamos acostumbrados- dijo El Sepulturero.

-Entiendo. Gracias por todo su esfuerzo, chicos

-Si regresas al bosque pasa a saludar- saludó el de sombrero saliendo del círculo de señales.

-Y si encuentras la motocicleta, también pasa- secundó El Pingüino siguiendo los pasos de su amigo.

-Pasaré en mi regreso a Francia- Patrick alzó la mano y los vio perderse dentro del bosque.

Miró a Lester, posó una mano en su rostro y luego se acostó con ambos brazos tras su cabeza, el calor era algo agradable.

Lester en el país de los Problemas (Lestrick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora