No podía seguir el ritmo de sus pasos, cada paso de él era apresurado y largo, por mi parte tenía que dar grandes zancadas para alcanzarlo.
Solo dos caminantes se nos han atravesado por la mañana, era tranquilo al decir normal. Y eso era algo malo ya que si era tranquilo quería decir que no había mucho por cazar.
— ¿Y como es que caminas tan rápido?.
— No es mi culpa que midas un metro con cincuenta centímetros — respondió secamente.
Lo mire indignada —¡Mi tamaño es es tamaño promedio!...
Se detuvo en seco y me callo poniendo su mano en mis labios, la quite un poco enojada.
—¡No hemos termin...
Me tomo de la cintura y me jalo para después poner mi espalda contra un árbol sacándome un quejido de dolor pero me tapo la boca.
—¿Quieres callarte?.
Se fijo a mis espaldas, buscando algo con la mirada. Me confundí por algunos segundos pero lo entendí al escuchar algunos gruñidos de caminantes.
— Eso es... — susurre quitando su mano de mis labios, pero manteniendo un contacto de nuestras manos.
— Una manada — hizo una mueca — Una gran y asquerosa manada — Me miro — Monica, escúchame. No quiero que te separes de mi, si lo haces olvidate de que te ayude.
Su mirada tan amenazante y su voz áspera me hicieron asentir sin pensarlo dos veces. Apreto los labios y tomando mi mano me llevo discretamente al árbol que estaba a nuestro lado, teníamos que irnos de ahí lo más rápido posible.
Nos detuvimos por unos segundos al escuchar que una de esas cosas nos había notado, esperamos a que llegara y clavamos una de nuestras navajas en su cabeza, tratando de no llamar la atención de los demás caminantes.
— ¡Vamos, vamos! — exclamo Finn en susurro.
Corrimos a toda velocidad fuera de ese bosque, todo parecía un laberinto. Pero finalmente logramos encontrar un lugar más seguro.
Paramos de correr, Finn trataba de recuperar correctamente la respiración.No se cual fue la razón, pero comencé a reír disimuladamente. Finn al instante volteo a verme como si estuviera loca, sus labios estaban fruncidos. Su semblante mostraba enojo.
— ¿Acaso estas riendote?.
— Lo siento, solo que...
—¡Maldita sea, Monica! Podríamos haber perdido la vida y tu pequeña hermana seria carnada fácil para toda la mierda que hay afuera. Así que sé madura y compórtate como se debe. ¿Quieres? — se giro para irse — Además tu risa es muy irritante.
Esa fue la gota que derramo el vaso, no lo pensé y me fui corriendo pasándolo de largo. Escuche que me llamo pero lo ignore por completo, puedo demostrarle que no soy inmadura... Conseguiré mi comida por mi misma.
Y mi risa no irritante. Él es el irritante.