Capítulo 1

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Sostuve con firmeza el barandal del balcón. Miré hacia el mar con una gran sonrisa, respiré el aire caliente y húmedo. Estaba emocionada, sumamente emocionada por todo lo que estaba consiguiendo gracias a mis años de esfuerzo constante.

Llegué al gran hotel Royal Prince a medio día, un poco más temprano de lo previsto. Un botones bastante lindo me abrió la puerta del taxi mientras otro preparaba sus copas heladas para ofrecerme una como bienvenida. Me creí una celebridad, aunque su amabilidad y buen trato fueran puro protocolo.

Caminé hasta el lobby con mi margarita, mirando en todas direcciones y delatando de esta manera que jamás había estado en un sitio así. A mi alrededor solo había hombres y mujeres elegantes con sus bermudas y coloridos vestidos de playa. Me sentí un poco fuera de estilo, por eso me cohibí para pasar lo más desapercibida posible hasta la recepción.

Una señorita igual de sonriente que los empleados me atendió de inmediato. Bastó con decirle mi nombre completo y presentar una identificación para que me diera las llaves, pues mi editora hizo una reservación con un mes de anticipo exclusivamente para mí.

Tomé la tarjeta metálica con ambas manos y agradecí formalmente con una inclinación de cabeza. Subí de inmediato a mi habitación para recibir las maletas en la puerta y descansar del viaje de más de seis horas. También llamaría a mi mamá para notificarle que llegué con bien y contarle sobre lo bonito que estaba el hotel.

La semana entrante sería un día especial. Muy especial. Presentaría oficialmente mi primer libro "Detrás de la lluvia está el sol" y haría mi debut como una joven escritora de novelas ficticias. Al evento acudirían ciento cincuenta personas; mi editora, la prensa y algunos lectores que me seguían en internet desde que yo no era nadie importante.

Por si las cosas no podían estar mejor, la editorial me concedió la posibilidad de estar en el hotel una semana antes del evento como un regalo de bienvenida por trabajar con ellos. Podría disfrutar del sol, la playa y las comodidades de una increíble y espaciosa habitación.

Prendí la TV para conectar mi celular y poner música en lo que hablaba con mi madre por teléfono. Me dirigí al balcón y le marqué lo antes posible. Sonreí en cuanto escuché su voz saludándome y preguntando cómo estaba.

—Me encantaría que pudieras venir ya. —Lamenté que no pudiera ser así—. Es muy bonito y espacioso.

—Disfruta de tus vacaciones sin mí, Ai —contestó, igual de animada—. Te las mereces.

Ella mejor que nadie vio todas esas veces en las que me trasnoché por encima de mis responsabilidades para ponerme a escribir. Me quedaba horas frente a la computadora, hasta que se me acalambraban los dedos o la espalda me obligaba a ir a la cama. Solo dormía unas cuatro horas al día y a veces odiaba no poder parar por culpa de la inspiración.

Después de observarme en el interior de una bonita habitación con vistas a la playa, supe que mis desvelos en los últimos cinco años habían valido la pena.

Ella pidió que me cuidara bien, en especial por todo lo que estaba sucediendo en el mundo. Un mes antes, a finales de enero, comenzaron los primeros casos de COVID-19 en nuestro país y continuaban incrementando. La situación todavía no era grave y yo no conocía casos cercanos como para creerme por completo la gravedad del virus.

Aun así, le dije que sería cuidadosa porque podría resfriarme por el cambio repentino de temperatura.

—Nos vemos dentro de una semana. —dije antes de colgar.

Abandoné el balcón en cuanto tocaron a la puerta. El equipaje había llegado y yo tenía que instalarme en mi palacio imaginario. Recibí mis dos maletas con una gran sonrisa, pagué la propina correspondiente.

El contagio que nos presentó [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora