Capítulo 2

8.9K 1.2K 748
                                    

Me dijeron que mientras no tuviera síntomas durante los primeros siete días, no sería necesario adelantarnos a que me realizaran una prueba. De todos modos, el teléfono estaba disponible para mí a todas horas en caso de que quisiera notificar sobre mi salud.

No podía salir bajo ninguna circunstancia. Estaba obligada a quedarme dentro de la habitación hasta que el plazo de una semana transcurriera y pudieran hacerme la prueba final antes de permitirme salir. Adiós a los paseos en la playa y al buffet, pero eso no era lo peor.

Después de que se me notificara que el chico punk del lobby tenía coronavirus, recibí la visita personal de un doctor. Este hombre vestía de pies a cabeza con ropa y equipo de protección que solo había visto en películas. Cubierto de un traje blanco hasta el cabello, con grandes goggles, guantes, una mascarilla y botas negras de plástico. No pude verle ni siquiera los ojos por culpa del empañamiento de sus goggles.

Me hizo varias preguntas. Primero algunas relacionadas con mi edad, mi historial de salud, mi condición actual. Nada fuera de lo común para un chequeo médico. Después me hizo preguntas sobre mi visita al salón de eventos que el hotel me prestaría. Fui muy honesta al decir que el sujeto de la cresta —que después supe que se llamaba Dominic— se veía enfermo y que se había acercado mucho a mí cuando me pidió que le regalara unos cuantos pañuelos.

—Verá, usted es sospechosa y representa un riesgo mientras desconozcamos su estado de salud —comentó el doctor—. Tendremos que pedirle que por favor se quede en la habitación durante siete días para confirmar que no esté contagiada.

Pero mi evento sería dentro de tres días.

Fue inevitable llorar al teléfono cuando mi editora confirmó que mi evento tendría que cancelarse. Al principio me atribuí toda la culpa, ya que fui bastante descuidada aún a sabiendas de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Me confié y eso me costó una parte importante de los sueños que creí que ya había alcanzado.

Mi madre fue mi consuelo principal. Ella mencionó que la situación se estaba complicando y que de todos modos iban a cancelarlo, conmigo enferma o no. Podía escuchar que se le quebraba la voz de tanta preocupación y no hacia mi evento, sino hacia mí.

Tuve que decirle que podría estar enferma, que tenía que quedarme dentro de la habitación del hotel para mantenerme en aislamiento. Preguntó si había salido mucho o si estuve con mucha gente, que si me cuidé bien o ignoré sus advertencias. Podía olerme su "te lo dije":

—Mala suerte, mamá. —No tenía una justificación más inteligente que esa—. No sé cómo sucedió.

En realidad, lo sabía perfectamente.

Dominic Kean era el nombre del pelos de troll, el principal responsable de que esto me sucediera.

No pude contener mi enojo. ¿Cómo alguien podía ser tan descuidado y desconsiderado con los demás? Aunque él hubiese creído que su enfermedad era una simple gripe, tenía la responsabilidad de quedarse en cama o ver a un doctor.

Para alejarme de la negatividad opté por usar mi excesivo tiempo libre, tomar la laptop y continuar escribiendo la novela que tenía en desarrollo. Me senté en el escritorio, desactivé el wifi de mi celular y puse el canal VH1 en la TV porque siempre había música que me gustaba. Subí el volumen, traté de concentrarme.

Durante una hora pude escribir de manera continua, sin interrupciones. Tenía suficiente inspiración y no tantos pensamientos de la realidad. Una sola pausa bastó para que no tocara de nuevo el teclado. Me recargué en el respaldo de la silla, encogida de hombros, cada vez más desmotivada.

No me sentía bien anímicamente. Quería llorar de impotencia cada vez que me acordaba de la cancelación de mi evento, de la preocupación de mi madre, de que realmente pudiera estar enferma. Mi futuro se veía muy incierto y limitado, sobre todo cuando nada más podía existir entre cuatro paredes.

El contagio que nos presentó [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora