Luciano realmente cumplió con su palabra y se adentró en el mar junto a su padre y a la Armada contra piratería. Daría con el objetivo de recuperar a su amada y no pararía hasta encontrarla, estuviera viva o no. Pero confiaba mucho en la primera opción. Tuvieron un pequeño enfrentamiento con un barco pirata, y hasta tuvieron mucha suerte ya que esta embarcación había tenido una batalla antes, de la cual habían perdido.
—¿Cual es tu nombre sucio pirata?— Fermín de Zoraya, el padre de Luciano, sujetaba por la chaqueta a aquel hombre, después de darle una paliza. La tripulación lo habían entregado, afirmando que era el capitán.
—Vla..Vladimir...Vaston. ¡Vladimir Vaston!— dijo a duras penas con la cara sumergida en sangre.
—¿Cómo se llama este barco, acaso es el Rosendo? ¡DIME!— le gritó, dándole otro puñetazo en el rostro.
—No...este...este no es el Rosendo....pero ....
—¡¿PERO QUE?! ¡Habla de una vez!
—Le puedo decir...donde está— Luciano, que había estado desinteresado con el enfrentamiento, escuchó lo angeior dicho y se enfureció, tomando ahora el lugar de su padre.
—¿¡SABES DONDE ESTAN!? ¡Dime donde! ¿Acaso había una chica rubia con ellos?— Vladimir se acordó de la protegida de Nicolás, de esa que le había traído tantos problamas, antes de que Luciano lo golpeara otra vez.
—¡Si, si!. Si había una chica rubia con ellos...No se que hace ella ahí...pero la tiene el rey de piratas...
—¿Rey de piratas?— Luciano palideció. Aunque no lo conociera ni supiera quien era sabía que no había un peor pirata que el propio rey ¿que le habría hecho a Antonia?. Sus gamas de salvar a su promerida crecieron —¿A donde se dirige el Rosendo?— Vladimir soltó una pequeña sonrisa sintiendo que iba a obtener su venganza. Pero lo que no sabía Vaston era que la Armada tenía otros planes para él...y no de los buenos: encarcelado y ahorcado en la isla de Andorra.
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A una buena distancia el Rosendo navegaba con nuevos rumbos. Y Antonia, viendo que sus preocupaciones habían terminado se sentía feliz, feliz de su nueva vida aunque en realidad pensara que esto no le pertenecía: finalmente era una pirata. La verdad es que ella no queria saquear o matar. Prefería sentirse libre y navegar a todos lados en el barco.
—¿Como estaba nueva integrante de la tripulación, bien señorita pirata?— sonrió al escuchar la voz de Nicolás y a él acercándosele —Si, realmente estás bien— le miro a los ojos con una pregunta en la mente —¿Será normal que una dama que se crió en tierra firme no tenga miedo de todo esto?
—Bueno, es normal para mi. Me crió prácticamente un pirata, ya sabes, tu padre Natanael de Khalil. Él siempre me contaba historias de piratas cuando era pequeña y en una mente tan joven se pueden cambiar los conceptos del bien y del mal.
—Ahora lo entiendo, por eso no nos temes. También debo suponer que fue él quien te regalo esa espada y te enseño a usarla— señaló el arma que colgaba en su cinturón. Antonia asintió, muy orgullosa de ello —Me alegra saber que fue mi padre quien te encontró. No hubiese imaginado que le hubiera pasado a una pequeña bebé en medio de esas calles en Andorra— y se encogió de hombros
—Supongo que jamás lo descubriremos— se fueron acercando un poco más —Yo...— pero algo les hiso caer al suelo. Su cuerpo callo sobre el de ella y aunque la situación se sentía agradable sus mentes no pudieron llegar a conclusiones sobre esta proximidad. Esa turbulencia que los hiso caer al suelo solo podía significar una cosa: un ataque. Ambos se pusieron de pie, encontrándose en medio de una lluvia de balas de cañón. Algo de agua salada calló sobre Antonia, mojándolo por completo, desde el cabello color oro hasta su vestido.
—¿¡Que está sucediendo padre!?— le gritó a Natanael, quien llevaba una expresión desconcertada.
—Es la Armada— se detuvo unos segundos para mirar los ojos de Antonia —De Andorra...— la chica se atragantó al escuchar eso, sabía muy bien de quienes se trataban: el padre de Luciano estaba aquí ¿pero, acaso venían por ella? Era lo mas seguro. Una tabla de madera calló sobre la superficie del Rosendo permitiendo la entrada de los uniformados. Comenzado así un ataque cuerpo a cuerpo contra la tripulación. Nicolás protegía a Antonia tras percatarse de que venían por ella. No iba a permitir que le tocaron un solo cabello.—Has que bajen las armas ahora rey Nicolás de Khalil— le dijo Fermín de Zoraya, que estaba entre sus propios hombres armados —Tenemos una orden de arrestro contra ti por el secuestro de la señorita Antonia. Entreguela de inmediato— el rey se negó rotundamente, hasta que alguien mas se unió al reencuentro.
—Devuelveme a mi prometida ahora mismo. No permitiré que pase un segundo más en este barco, presa de su libertad — la joven quedó petrificada en su lugar al ver a su amigo de la infancia y ex prometido Luciano. Estaba aquí y se veía tan diferente usando esa peluca blanca y ridícula que representaba a los hombres de tierra firme. Otra preferencia hacia los piratas, ya que Antonia odiaba esos cabellos falsos —Antonia— dijo él cuando la vió y los uniformados empezaron a acorralar a Nicolás, listos para atacar —Devuélveme a Antonia ahora y te prometo que haré que tu muerte no sea tan lenta— reclamó lo suyo —¡¡Devuélveme a mi prometida!!— tomó un arma y apunto a la pierna de Nicolás, haciendolo caer.
—¡NOOOOO!— Antonia se situó delante para proteger a Nicolás —No lo hagas Luciano, por favor— el uniformado quedó sorprendido y confuso.
—¿Que haces Antonia, por qué lo proteges? Él te secuestró, te alejo de mi.
—No fue así Luciano— ella no reconocía a el chico que tenía delante —Estos piratas no son como tú piensas. Son....buenos.
—¡No sabes lo que dices Antonia!— gruñó —¡Saquenla de aquí!— ordenó y enseguida unos guaridas tomaron a Antonia.
—¡¡¡NO, SUELTEME, NO!!!....¡¡¡NICOLÁS!!!....¡¡¡NATANAEL!!!— gritó entre lágrimas mientras unos piratas que habían sido atrapados eran llevados hacia la embarcación de Andorra. Después la llevaron a ella en compañía de Luciano.
—¿Natanael?— preguntó Fermín de Zoraya al ver allí, ayudando a su hijo, al anciano —¿Eres un pirata?
—Lo soy. Uno de los cuatro temibles y el padre del rey de piratas— dijo con orgullo y Fermín se enfureció. Habia sido engañado por tanto tiempo, un pirata en Andorra y jamás se había dado cuenta. Pero resultaba que este mismo pirata había sido un ejemplo de persona en la isla. Zoraya tenía las manos atadas en cuanto a hacer algo al respecto.
—Te perdonaré la vida por haber sido un hombre honrado en Andorra y el haber cuidado de la prometida de mi hijo. Pero tu hijo, el rey de piratas, no correrá la misma suerte— unos guardias arrebataron de sus brazos a un Nicolás débil y lleno de heridas —Ya no tenemos mas nada que hacer aqui. ¡Nos vamos!— ordenó, regresando a su barco y dejando al Rosendo abandonado con un viejo pirata y unos pocos hombres mal heridos.
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Reina de Piratas
AdventureUna aventura maravillosa sobre piratas, secretos y amor. La vida de Antonia cambia por completo tras emprender un viaje sin regreso al mar, convirtiéndose en pirata. Pero no todo será fácil tal y como ella escuchó en las historias..... Y no habrá m...