Veinticinco.

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Harry:

¿Quién diría que escoger la cena era más difícil de lo que parecía? Y aunque Sam y Lou tuviesen gustos parecidos, ambos eran igual de quisquillosos a la hora de escoger qué comer y qué les gustaba, eso a veces me desesperaba por no saber qué preparar.

— ¿Cena familiar?-. Una señora al lado mío me había hablado, sacándome de mi pequeña burbuja.

— ¿Eh? Oh si, ambos son un poco especiales a la hora de comer-. Ella rió al verme escoger un tipo distinto de cereales.

— Recuerdo cuando mi esposo y yo teníamos esas cenas especiales con nuestros hijos, ahora somos nosotros y nuestros nietos-. Escogió un cereal y lo puso en mi canaste-. Llevales este, te lo recomiendo.

Terminé de realizar la compra y al estar subiendo al auto, pude distinguir a lo lejos una familia, eran los padres y dos niños, uno grande y uno pequeño.

— Deja de pensar cosas que no debes, Harry-. Murmuré.

Llegué a casa y la imagen que me encontré derritió mi corazón. Eran Louis y Sam abrazados en el sofá de la casa. Sentí un calor especial subir por mi cuerpo, simplemente pude percibir como esta imagen en algún momento de mi vida me la había imaginado, pero por razones del destino nunca se había hecho realidad... hasta ahora.

— ¡Papá! Tardaste más de lo normal en ir por la cena-. Samy llegó hasta mí y me ayudó con las bolsas que llevaba conmigo. Louis me recibió con una sonrisa y por el brillo de sus ojos, sabía que algo sucedía.

— ¿Se divirtieron sin mí? ¿No hicieron muchas travesuras o destruyeron algo?

— No, ambos nos portamos bien-. Voltearon a verse uno al otro y Samy salió corriendo a la cocina a dejar las cosas.

— Harry-. Louis me detuvo del brazo, antes de que siquiera pudiera quitarme la chaqueta.

— ¿Qué pasa, Lou?

— ¿Crees que pueda quedarme a dormir esta noche con ustedes? Quisiera... si no es mucha molestia, digo, puedo dormir en una habitación que esté disponible-. Sus mejillas empezaron a tornarse rojas de la vergüenza.

— Lou, sabes que no pasa nada, no es la primera vez que te quedas a dormir con nosotros... conmigo.

Ambos caminamos a la cocina para intentar preparar algo decente de cenar. Esperaba que no tuviésemos que abrir los cereales, esos eran por emergencias o por si se quemaba algo de lo que hiciéramos.

Louis:

Lo que restó de la noche no pude evitar en pensar en todas aquellas imágenes que alguna vez cree en mi cabeza y que pensé que nunca se harían realidad, pero ahora más que nunca podía decir que por fin estaba teniendo mi momento feliz, mi pequeña familia junto con Harry y mi hijo... mi pequeño hijo.

Durante mi tiempo fuera del país viví muchas aventuras, cosas buenas y malas, incluso viví momento en los que me hicieron tener más que nunca presente el que nunca volvería a imaginar a mi pequeña familia y aunque en su momento, el haber dejado aquellas cosas habían dolido, al tener la imagen de esta noche me habían relajado.

— Ve a dormir, Samy. Es tarde y no quiero que mañana te la pases bostezando todo el día-. El pequeño tenía sus ojos casi cerrados del sueño y no renegó ante la orden de su padre.

— Sí, papá-. Lo abrazó y besó su mejilla, para después venir conmigo y hacer lo mismo-. Hasta mañana, mami-. Murmuró bajito.

— ¿Hay algo que quieras contarme, Lou?-. Harry vio salir corriendo a Sam de la habitación y al asegurarse que no escuchara, volteó a verme y preguntó.

— Yo...-. Junté mis manos y suspiré-. Samy sabe, Harry.

— ¿Samy sabe? ¿Saber qué, Lou?-. Sus ojos mostraron preocupación. Sonreí.

— Sabe que soy su madre-. Abrió su boca sorprendido.

— Él... ¿Te lo dijo? ¿Te dijo el cómo lo descubrió? Dios mío, dime que no está enojado con nosotros, se veía contento en la cena y...-. Lo callé poniendo mi dedo en su boca.

— Dijo que lo descubrió hace tiempo y que tu madre le ayudó a descubrirlo. No está enojado, solo dice que le dolía que no le hubiésemos dicho antes-. Sus ojos empezaron a cristalizarse.

— Samy... lo siento, si me hubieses dicho eso antes, le hubiese dicho... fue mi culpa, Lou, por intentar darle una imagen que no era cierta.

Negué con mi cabeza y lo abracé. En el fondo, el problema era de ambos, ambos habíamos decidido hacer ese extraño pacto, pero nos olvidamos de nuestro pequeño hijo, ese bebé que estuvo en nuestros brazos y que creímos que no pasaría nada si lo hacíamos vivir una pequeña mentira, una mentira que a final del día saldría a la luz.

— No podemos hacer nada con el pasado, Harry. Solamente podemos arreglar el presente y lo que la vida nos quiera dar con él-. Limpió sus lágrimas y rió.

— ¿Crees que si seguimos como vamos, él nos perdonará? Siento que debe de odiarlos por dentro-. Harry sentía un dolor fuerte. Después de todo, él le había dado la mayor parte de la vida.

— Sam no nos odia, Hazz. Eso te lo puedo asegurar, solamente quiere seguir con nosotros, como sus padres y no como dos extraños que realmente... de extraños no tenemos nada-. Ambos sonreímos.

— De cierta forma, te sigo conociendo mejor que ninguna otra persona, ¿no?

— Sí.

Nos vimos a los ojos y sonreímos por vergüenza. Me sentía como la primera vez en la que él me confesó que me quería más allá de una amistad, siempre volvía ese sentimiento a mí en cada momento que estaba con Harry.

Nos paramos para empezar a limpiar lo que habíamos dejado sucio, él lavaba los platos y yo los secaba, en nuestra pequeña burbuja de felicidad y armonía, solamente éramos él y yo, no había quien estuviese de por medio.

— ¿Lou?

— ¿Sí?

Y sentí como sus labios impactaban con los míos de forma lenta y sencilla, era una danza que él había comenzado y que yo solamente seguía su ritmo.
Sentí cuando pasó sus brazos por mi cintura y me levanté en mis pies para poner los míos alrededor de su cuello, me levantó del suelo sin separarse y me sentó en la pequeña isla de la cocina, simplemente éramos los dos danzando en un beso en el que expresaban muchos sentimientos.

— Yo también te extrañé, Lou.

¿Soy de un vientre rentado? | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora