Siete.

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Samuel:

¿Qué había sido ese pobre intento de querer hablar con el profesor? Es decir, yo nunca me ponía nervioso al hablar con alguien mayor, mi papá me había enseñado a comportarme y tranquilizarme para no tartamudear como cuando era más pequeño y casi nadie entendía lo que quería decir y eso no era nada bonito, pero el solo empezar a hablar con el profesor me volvió sensible y... y sentía como si quisiera pedirle un favor a mi papá y sabía que él diría que no. Demonios, era demasiado raro.

Fui directo a la cafetería a comer algo y en seguida me encontré a Emma sentada sola en una mesa, su cabeza estaba viendo hacia abajo y eso era extraño... 

- ¡Emma!-. Logré hacerla saltar de su lugar.

- ¡Sam! ¡Eres un idiota!

- Lo siento, solo que te vi algo triste y quise alegrarte. ¿Está todo bien?-. Asintió aunque no me convenció.

- Si, no te preocupes, mejor dime ¿cómo te fue con el maestro Tomlinson? ¿Lograste hablar con él?-. Bufé.

- Si, pude hablar con él pero empecé a tartamudear, es decir ¡tengo años sin hacer algo así y con él me pasó! A papá le daría gracia saber que me pasó algo así.

- Deberás de lograr algo más aparte de tartamudear en frente de él-. Me sonrió y vi sus ojos rojos.

- Emma, ¿estás bien? Tus ojos están rojos y eso me preocupa.

- No te preocupes Sam, estoy bien.

- Bien, te creeré.

Salir de clases había sido lo más relajante del día y lo mejor era que Emma había querido venir conmigo a mi casa, ¡no estaría solo!

- ¿Vendrá tu papá por nosotros?-. Estábamos sentados en la banca en frente de la escuela en la espera del coche de mi padre.

- Sí, últimamente quiere venir mucho por mí.

A lo lejos pude distinguir el auto de mi padre, pero al bajarse no tenía su típico traje de siempre; si no una camiseta y unos jeans. Algo raro de ver en papá.

- ¡Samuel! Sube al auto hijo... tenemos que irnos... ¿Emma?-. Se sorprendió de ver a Emma.

- ¿Es mal momento para ir a casa de Sam? Todavía puedo llamar a mi padre-. Vi a papá negar con su cabeza.

- No, puedes venir, solo es una extraña situación, andando.

Harry:

Pasar el día en casa era uno de los pocos privilegios que me podía dar de vez en cuando y como Marlene y Sam no llegarían hasta más tarde, había decidido darme el pequeño lujo de hacer la comida del día. Era algo que me gustaba hacer desde siempre pero que pocas veces lo había implementado, Marlene siempre decía que eso no era algo que se viera muy bien en mí por ser hombre pero realmente no era algo que me interesara.

Estaba por terminar lo que sería el puré de papa cuando escuché la puerta ser abierta y el sonido de unos tacones se escuchaban por todo el suelo.

— Marlene, haz llegado temprano -. Al parecer mi voz la había asustado, haciéndola saltar -. Lo siento, no era mi intensión asustarte, ¿todo bien? 

— Si, yo solo estaba buscando unas cosas por la casa y... ¿sabes dónde están los papeles de nuestro matrimonio?

— Si claro, en mi oficina junto a los papeles de Sam, ¿para qué los quieres?

— He estado pensando algunas cosas y creo que lo mejor sería divorciarnos, ¿no crees Hazz? Es decir, no tenemos amor ni nada que nos una-. La miré confundido. Pudiese ser que las cosas fueran distintas de un tiempo hacia acá, pero no creía que eso fuera la solución.

— Pensé que estaba bien como estábamos, no creo que sea necesario el tener que divorciarnos-. Suspiró. Bien, al parecer esto iría para largo.

— Claro que las cosas no están bien, Harry. No me amas y yo no te amo, mi padre ya ni siquiera nos presta atención y Samuel no es que yo sea su persona favorita en el mundo con la cual quiere convivir-. La vi hundirse en sí misma. Parecía querer desmoronarse-. Ya no necesito el dinero de mi abuelo ni de mi padre, Harry y sé perfectamente que tu empresa va en subida en cuanto a colocarse como una de las mejores, ya no necesitamos esta mentira en la que vivimos.

— Entonces, ¿quieres decirme que todo lo que hicimos fue hecho para nada? Que todo aquello que sacrifiqué es un desperdicio-. No estaba muy concentrado en sus palabras y realmente podía ver como se ponía nerviosa.

—¡No Harry! No todo fue un desperdicio, todos esos años fueron hermosos y los pasé genial gracias a ti pero... realmente no creo que debamos seguir juntos.

— Déjate de cosas Marlene, dime la verdad. ¿Ya has encontrado a alguien que te haga feliz?-. Asintió despacio y suspiré-. Pudiste haberme dicho eso desde un inicio y no darle tantas vueltas al asunto.

— ¿No estás enojado?-. Negué.

— ¿Por qué estaría enojado? Tú misma lo dijiste, no nos amamos y siempre estuviste esperando que alguien te rescatara, yo no pude serlo y por fin encuentras a alguien solo que no hagas tantas vueltas al asunto.

— Lo siento, Harry. Creía que habías empezado a tener sentimientos y nunca supe como decírtelo...

— Mar-. Me acerqué a ella y la abracé-. Saber perfectamente que mi corazón le pertenece a una sola persona, aunque quisiera, solo te tengo un gran cariño como amiga.

— Esperaba que dijeras que como madre de tu hijo también, pero ni Sam me quiere de esa forma.

— No te atormentes tanto, tú sabes bien que eso había pasado desde muchos años atrás.

🌑🌒🌕

— Entonces, ¿Marlene se fue de la casa?-. Había esperado que Samuel se asombrara por la noticia o que por lo menos mostrara preocupación, pero Emma parecía más conmocionada que Sam.

— Sí, pero está esperando por ti para poder despedirse de ti. Puede que nunca la hayas llamado mamá pero ella siempre quiso que le llamaras así.

— Harry-. Hice un ruido con la garganta para que Emma me escuchara-. Sé que tú sí sabes por qué Sam no le llama mamá a Marlene.

— Eso es un tema muy especial, Emma. Ni siquiera Sam lo entendería.

¿Soy de un vientre rentado? | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora