Treinta y seis.

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Samuel:

Emma me veía con cara de preocupación, decía que mi idea era una locura pero no podía evitar pensar en ello, eran mis padres y sentía que debía hacer algo al respecto.

- ¿Por qué quieres hacerlo, Samy?-. Papá acababa de irse de la escuela y nos encontrábamos solo Emma y yo, el recreo aún no terminaba.

— Quiero darles una sorpresa, han pasado unos meses desde la cita que tuvieron y ahora que mamá está esperando un bebé, quiero que disfrutemos algo los tres.

— Pero solo eres tú, ¿Estás seguro?-. Emma me veía preocupada desde que le había contado mi plan.

La noche anterior había escuchado un poco sobre lo que mamá le había contado a papá sobre su vida pasada, y realmente me había preocupado por todo lo que ambos vivieron separados, todo lo hicieron con la idea de ayudar a sus familias pero ninguno de los dos se merece lo que vivió.

Mis padres habían dado su felicidad por mí, por mis abuelos, dejaron de lado su amor simplemente por querer ayudar a otros y creo que ya era hora de darles un poco de lo que ellos nos han dado a nosotros. Fui producto de su amor de adolescentes, aquel que todos les decían que no duraría por ser jóvenes, pero que perduró tanto que incluso ahora de adultos los seguía manteniendo unidos y que ahora tenían otro fruto del mismo, una pequeña chispa que al igual que yo, viviremos el amor de nuestros padres y lo veremos florecer, aprendiendo de las cosas buenas que tiene el tener una pareja, una que te ame de verdad y que te dé todo aquello que nunca pediste pero que merecías toda tu vida.

Llegué a la casa junto con mis papás. Mamá se fue directo a sentar al sillón; a pesar de tener poco tiempo de embarazo, éste le causaba algunas molestias y le daba más cansancio de lo normal, así que simplemente llegué a su lado y me recosté en sus piernas.

- Hola, ma-. Sonreí y él me regresó el gesto. 

- Hola Samy, ¿Todo bien?-. Asentí y él empezó a mover sus dedos en mi cabello, relajándome en el proceso y haciéndome sentir bien.

- Mami, te quiero mucho, a mi papá y a ti-. Me levanté y lo abracé.

- Nosotros también te amamos, Samy.

Me quedé simplemente recostado a su lado, sintiendo su calor y su dulce aroma. A pesar de que sabía que él se rasuraba más seguido que mi padre, siempre desprendía un dulce aroma, uno muy relajante.

Continuamos la tarde en familia, simplemente disfrutando nuestro momento a solas y justo antes de irnos a dormir tuve la brillante idea de proponerles ver una película nosotros tres, abrazados en el piso de la sala. 

Papá y yo retiramos el sillón para hacer un poco más de espacio, y mamá trajo algunas sábanas para que pudiésemos acurrucarnos. Pero antes de si quiera sentarnos puse su canción, la abuela me había contado que desde que la habían escuchado por primera vez, aquella canción por más extraña que sonase, era simplemente la que describía su relación, empezando como amigos hasta llegar a ser novios y amantes, para posteriormente tener un hijo juntos.

- Oh Dios, esa canción-. Dijo papá a lo lejos, tomando la mano de mamá-. ¿La recuerdas, Lou? Me la dedicaste porque me dijiste que era un tonto por no querer confesarme.

- Claro que lo recuerdo, estábamos solos y tu mamá la puso, yo simplemente dije que eras un poco cobarde por no confesarte a la persona que te gustaba-. Me senté para poder verlos. Escucharlos hablar de sus momentos de más jóvenes hacía darme cuenta que ellos realmente se amaban.

- Por su puesto que no quería confesarme, tenía miedo de que me rechazara-. Rió. Claro papá, todos sabemos que siempre has hablado de él.

- Me alegro mucho de haberte besado aquella noche, ¿Sabes? Siento que si nunca hubiese hecho algún movimiento contigo, realmente nunca hubiese sucedido nada-. Papá lo tomó de la mano y le dio una vuelta, después empezó a balancearlo un poco y mamá dejó su cabeza en el pecho de papá.

- Y yo me alegro de que lo hayas hecho, realmente creo que nunca hubiese tenido el coraje de decírtelo, Lou-. Terminaron el baile con un suave beso y yo me acerqué a ellos, nervioso.

- ¿Lo planeaste, verdad?-. Mamá me preguntó y yo asentí.

- Solo quiero decirles que los amo y que sepan que sus amigos y familia está feliz de todo lo que han logrado. Sé que solamente han estado poco tiempo juntos otra vez, pero me siento muy feliz de poder decir que soy su hijo y sé que el bebé dirá lo mismo de ustedes, ambos estaremos orgullosos de lo que son nuestros padres y de lo que serán-. Mamá empezó a llorar y papá empezó a soltar pequeñas lágrimas.

- Cuando naciste sabía que me harías llorar, pero nunca pensé que de esta manera-. Mamá se agachó y me abrazó. Yo empecé a soltar alguna que otra lágrima también.

- Y quiero que sepan que no importa el pasado de ninguno de los dos, están aquí y es a partir de ahora, ambos hicieron lo que creyeron que era lo mejor para sus vidas y eso está bien, no tienen por qué tener miedo.

- ¿En qué momento creciste tanto, Samy?-. Papá me abrazó-. Mi niño, has crecido tanto que no soy capaz de reconocerte.

- Siempre he estado aquí, pa. Pero no me gusta preocuparte y sé que no eras feliz antes, pero no sabía qué era lo que te faltaba hasta que llegó mamá-. Los vi a los dos y no pude evitar abrazarlos-. Los amo.

- Y nosotros a ti, Sam.

Continuamos disfrutando de la noche, simplemente en familia, momentos como estos serían aquellos que recordaría toda mi infancia y mi vida eterna. Todos estos sacrificios que ambos hicieron, todo esto es aquello que nunca olvidaré y haré que mi hermanito o hermanita supiera siempre todo lo que nuestros padres fueron, son y serán en esta vida y en todas las demás, porque un amor como el de ellos no se olvida fácilmente.

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Y recuerden, si aman a sus padres y saben de las cosas buenas que han hecho por ustedes, ámenlos, abrácenlos y díganles que en estos momentos tan difíciles de la vida son aquellos que perduran toda la vida en nosotros.

Con amor, D.S.

¿Soy de un vientre rentado? | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora