Veintisiete

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Louis:

Una semana.

Ha pasado una semana desde que había aceptado el irme a vivir a casa de Harry junto con Samy y aunque Niall y el amigo de Hazz decían que no deberíamos de haber sentido mucha diferencia, sí que la había.

En esta semana había conocido un poco más el lado hogareño de Harry, que aunque ya lo había visto en un pasado, ver lo maduro que era y el como se llevaba con Samuel todo el tiempo, lograba hacer que un pedazo de mi alma, aquella que se entristecia al pensar si había hecho lo correcto de dejar a Samy solo con Hazz, simplemente se llenaba de amor y de calor, aceptando que había sido la mejor decisión que pude haber tomado.

— ¿Louis? Papá dice que si quieres yogurt o una manzana para el camino-. Samy estaba en la puerta de la habitación de Harry y mía. Al principio había sido un poco extraño para mí, pero Harry me hacía sentir seguro con cada paso que dábamos.

— Yogurt está bien, Sam-. Asintió y salió corriendo.

Varias veces había escuchado a Samuel llamarme "mamá", incluso pensaba que ahora lo hacía más seguido que antes, pero siempre había algo que lo frenaba de seguir haciéndolo y la verdad es que no me molestaba, me sentía feliz de tenerlo aquí conmigo y no me importaba como me llamara, de todas formas, en la escuela todavía no había un alma que supiera la verdad, mi vida externa del trabajo no era del interés de nadie que trabajara ahí, a excepción de mi querido Niall.

— Buenos días, Louis-. Escuché la voz de Harry llamándome y sonreí. Amaba la imagen de él cocinando por las mañanas-. Te preparé un poco de yogurt junto con fruta, espero que ambas cosas estén de tu agrado.

— Claro, Hazz. Gracias-. Empecé a comer y vi a Samy concentrado en su comida. Si no fuera porque sé que tiene el carácter de Harry, creería que tiene algo malo.

Samuel:

Ha pasado un tiempo desde que mis padres formalizaron más su relación y eso había hecho que los planes que tenía con mi abuela se tuviesen que mover más rápido, aunque había sido una buena noticia para todos, el querer prepararles una cena para solo ellos dos no había sido una tarea fácil, aunque tenía más ayuda de la que en algún momento me esperé.

Mis horas libres en la escuela se habían transformado en las horas en las que entre Emma, el papá de ella (por medio del teléfono de ella) y de igual manera hablábamos con mi abuela ya que realmente no tenía otra forma de planear algo, la única desventaja había sido que no podía planear algo así teniendo a mis padres en frente de mí.

— Oye Sam, ¿Qué se siente saber que Louis ya vive con ustedes?-. Habíamos terminado de crear los planes, solamente faltaba hacer que la abuela convenciera a papá de hacer las cosas que debía de hacer y ya todo dependería de las manos de ellos.

— Amo tenerlo conmigo, aunque aún no sé si es bueno llamarle "mamá"-. Junté mis piernas con mi pecho, me hice bolita al pensar en eso.

— No creo que a él le moleste, ya has dicho que se emociona al escuchar cuando le dices así-. Asentí. Aún asi, sentía miedo al llamarlo de esa manera.

— No sé, le preguntaré un día de estos, por mientras debemos de preparar todo para que la abuela haga su magia.

— ¡Sí! ¡Y así lograrás tener un hermano!

— ¡Emma!

Harry:

Era viernes por la noche y mi madre me había pedido que la ayudara a recoger herramienta pesada que habían dejado los hombres que le ayudaban a la limpieza del patio, pero por alguna extraña razón parecía que la casa estaba totalmente sola y que solamente se veían las luces del patio.

— ¿Hola? ¿Mamá? ¿Es esto una broma? Porque si es así, es muy mala.

Salí a revisar de dónde provenía la luz y simplemente me quedé anonadado al ver que Louis se encontraba de pie, en medio del jardín trasero de mi madre, observando el hermoso arco que se encontraba repleto de luces y de flores, todo se veía finamente decorado y con una mesa en el centro, en donde se veían dos platos.

— ¿Tienes alguna idea de lo que está pasando aquí? Porque se suponía que yo venía por algo que se le había olvidado a Samuel en casa de tu madre-. Su sonrisa me confirmó lo que estaba en mi mente. Esto había sido una trampa.

— Bueno, solo espero que la herramienta pesada que mi madre me pidió recoger no sea éste arco y todo lo que lo complementa-. Se rió y yo sonreí.

— Así que nos han preparado una cena romántica, ¿No es así?-. Asentí, pero no desaproveché mi oportunidad de acercarme y abrazarlo por la cintura.

— Creo que sería bueno que aprovecharemos lo que nos han dejado. Después de todo, creo que esto fue obra de más de una persona.

Nos acercamos a las sillas y abrí la de él para que se sentara, después me fui a la mía y al quitar la tapa de la comida pude ver que tenía poco de haber sido servida ya que se encontraba todavía caliente y todo se veía en orden.

— ¿Quiénes crees que fueron los que planearon esto?-. Ya nos encontrábamos terminando de cenar cuando por fin empezamos a platicar.

— Por obvias razones, fue mi madre y Sam, pero con ayuda de más personas-. Asintió.

— No me quejaré, creo que realmente no había tenido una cita con alguien desde hace mucho tiempo-. Movía su copa de vino con su dedo, pensando o más bien recordando.

— Yo tampoco había tenido una cena desde hace muchos años, había olvidado lo que era sentir la armonía y el suave momento de estar con la persona que quieres-. Me regaló una suave sonrisa y sus ojitos habían hecho que mi corazón se acelerara, me sentía como un adolescente en su primera cita con su amor.

— Es bueno volver a tener un pequeño momento para nosotros dos, me han ganado la idea-. Ambos reímos.

— ¿Quieres bailar, Lou?-. Nos levantamos de la mesa y aunque no había música en el sitio, tenía las inmensas ganas de tener una pieza de baile con él.

Al estar a un lado de la zona donde comimos, tomé su cintura y él puso su mano en mi hombro, en mi mente empezó a sonar la última canción que bailamos juntos, aquella que marcó el antes y después de toda nuestra historia, una canción que simplemente reflejaba nuestro amor y el cariño que nos teníamos el uno al otro.

Poco a poco empezamos a detenerlos, nos miramos a los ojos y sonreímos, bajé mi rostro un poco para acercarme al suyo y lo besé. Lo besé como si fuera la primera vez que lo hiciese, como si fuese el beso que marcara un nuevo comienzo, aquello que nos dejaría en claro el amor que nos teníamos, el esfuerzo que habíamos hecho para volver a estar juntos y aquel que decía un "te amo" de forma lenta pero precisa, aquellas dos palabras que estaban dichas y cerradas de esta manera, esto que sentíamos y que sabíamos que se llamaba amor.

¿Soy de un vientre rentado? | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora