Capítulo5 - Los recuerdos me persiguen

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Estábamos acabando el maldito trabajo. Trabajo en el cual Ray no para de preguntarme cosas, es decir, que no para de hablar. Y a mí eso me hace sentir incomoda. El concepto de hacer cada uno su parte del trabajo sin molestar al otro, Ray no lo entiende. Aunque parezca extraño, Ray ha sido la mejor pareja que me podía tocar. Es verdad que no me siento a gusto conversando con él, pero por lo menos sabe mínimamente como soy y que no soy demasiado habladora. Así que no me mira raro ni cree que estoy loca, que probablemente es lo que pensaría alguien normal. El chico se ha ganado un punto por eso.

- ¡Acabé! – dice Ray sonriendo, provocando que pegue un bote en mi silla del susto.

- A mí solo me falta repasarlo y ya habré acabado - digo tranquilamente - ¿Quieres algo de comer?

No es que tuviera precisamente mucha comida, lo justo para hacerme un sándwich. La verdad es que trabajar en la cafetería de Ritta me proporciona una comida asegura. Por lo que solo he de comprar lo necesario para desayunar y cenar. Y dado que no suelo tener mucha hambre, no mucha comida en mi nevera. Pero a mí me enseñaron a ser una buena anfitriona y no me cuesta nada hacerle un sándwich. ¿No es lo que haría una adolescente normal? ¿Ser amable e invitar a comer a tu compañero de clase?

- Claro, ¿por qué no? – dice un poco extrañado.

Nos dirigimos a la cocina y empiezo a sacar los "ingredientes" para hacer un bocata de jamón y queso. Me pongo de puntitas para intentar coger un plato, pero no soy precisamente muy alta. Siento como Ray se acerca por detrás y me coge de un lado de la cintura y estira el otro para coger el plato.

Me paralizo. Me cuesta respirar y no puedo impedir que imágenes y recuerdos vengan como un torrente a mi cabeza.

Flashback

Noto sus manos en mi cintura. No me puedo mover porque sé que después me hará más daño. De repente se hace más fuerte su agarre y empieza a tirar hacia tras. Yo pataleo y chillo pidiendo ayuda. Pero nadie me oye. Nadie me sacará de aquí.

Fin del flashback

Noto como me sacuden y poco a poco abro los ojos. Me encuentro a Ray agachado delante mío con cara de preocupado. Porque sí, en algún momento he acabado en el suelo. Noto como me coge la cara y me limpia lo que parece ser lágrimas. ¿Estoy llorando? Y a pesar de que me debería dar asco su tacto, me reconforta y me calma. Me quedo muy quieta, y esta vez no es por estar incomoda. Sino por sentirme bien. ¿Desde cuándo un chico puede conseguir calmarme sin decir nada?

- ¿Estás mejor? – me pregunta sin dejar de fruncir el ceño.

Asiento lentamente con la cabeza mientras intento hacerme a la idea de este nuevo sentimiento. Y un instante después, me arrepiento. Cómo puedo estar tan tranquila sabiendo lo que está pasando en la otra punta del país. Cómo puedo estarlo mientras alguien está sufriendo por mi culpa.

– Fuera – digo sin mirarle pero él no hace nada y yo me aparto de su tacto – He dicho que te largues.

Ray se levanta y me mira extrañado. No entiende. Y cómo iba a entender a esta lunática que últimamente dirige mi cuerpo. Intento contener las lágrimas.

- ¿Qué no me has oído? He dicho fuera – Chillo.

Segundos después oigo como Ray cierra la puerta principal con fuerza haciendo me saber que está cabreado. Me ha entrado pánico, él no puede entenderlo, pero después de pasar un largo tiempo en que lo único que sientes es terror, sentirse completamente tranquila es confuso. Y no me hace falta tener que esperar un día para arrepentirme de haber echado a Ray, solo me hacen falta tres segundos para hacerlo.

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