Capítulo 13 - Arbolitos y florecillas

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Noto calor, no un calor asfixiante, sino uno de esos cálidos y reconfortantes. Poco a poco me despierto sin abrir los ojos. Pero toda tranquilidad desaparece cuando noto unos brazos rodeándome por detrás. Vale. Calma. Abro los ojos e inspecciono el lugar, estoy en una habitación, claramente de chico. Hay un pared pintada de azul oscuro que hace conjunto con la colcha de la cama, mientras las demás son blancas. Es lo suficientemente grande para que quepa un armario y un escritorio y aun así no parezca que le falta espacio. Pero sobre todo hay dos indicadores que me dicen a quién pertenece este dormitorio: el orden que hay y la mezcla de olores entre el propietario y su colonia.

Me giro lentamente sintiendo alivio y veo a Ray con los ojos cerrados y los labios ligeramente abiertos. Me quedo un momento observándole. Así de cerca puedo ver las pequeñas e imperceptibles pecas que tiene y lo largas que son sus pestañas. Cuando ya me he sentido los suficiente acosadora por hoy, me tumbo boca arriba cerrando los ojos. Recuerdo perfectamente todo lo que paso ayer. No había bebido lo suficiente para que tuviera una gran resaca o no recordara nada. Me acuerdo de bailar en una mesa, de perder a Lizzy en algún momento y de cuando Ray me saco como una saco de patatas de ahí. También recuerdo el momento en que nos estiramos en el césped y... supongo que me dormí.

Abro los ojos de nuevo y veo que llevo una camiseta grande oscura pero que, por la noche, se me ha subido hasta la cintura. Mierda. El brazo, que ahora sé pertenece a Ray, rodea esa misma cintura cintura que no está tapada por la camiseta.

– Solo un ratito más – murmura Ray cundo me empiezo a mover para levantarme. Y a pesar de que no he entrado en pánico y estaba incluso cómoda entre sus brazos, necesito salir de esa cama.

– Mierda, Ray – digo y el abre los ojos pero los vuelve a cerrar – tu madre ahora qué pensará si me ve bajar con ropa de fiesta ¿eh?

– Te hubiera llevado a tu casa si la señorita no se hubiera y, por cierto, encontré tu chaqueta, de nada – dice él tranquilo sin abrir los ojos aún, veo como me suelta y se gira para seguir durmiendo – Y sobre mis padres, tranquila, mi familia entera se fue ayer a casa de mis abuelos así que estamos solos.

– No sé si eso me tranquiliza – contesto poniendo una mueca – y menos sabiendo que has sido tú quien me ha desvestido mientras estaba dormida. Pervertido.

Oigo como Ray se ría. Y a pesar de que quiero parecer enfadada, yo también sonrío. Suerte que está de espaldas.

– Bueno, no creí que fuera cómodo dormir con lo que llevabas. Estábamos a oscuras, así que prácticamente no vi nada.

El hecho de que me haya podido ver en ropa interior crea en mi un sentimiento de vergüenza y pudor, pero a la vez me hace sentir bien, bien de una forma que no debería ser. Porque a pesar de todo la que me ha pasado, sigo siendo una adolescente hormonal con un chico atractivo delante de mí, por mucho que intente ignorarlo.

***

Estamos desayunando en silencio, y por primera vez, me siento incomoda por ello. Quizás tenga algo que ver el hecho de que Ray este sin camiseta. Y ahora más que nunca se nota que está en el equipo de natación.

– Cocinas muy bien – me dice Ray – ¿Cómo es que eres camarera y no cocinera?

Suelto una pequeña risa sabiendo que está exagerando para romper el momento incómodo. Antes de llegar a este pueblo no sabía hacerme ni un huevo frito, lo sé, penoso. Pero gracias a Mum's coffee he aprendido a cocinar ciertas cosas, como desayunos y sándwiches. Sobre todo estos último, soy una as haciéndolos.

Había exprimido unas naranjas, hecho cafés y tostadas con huevos revueltos. Algo simple pero que está bueno. Acabamos de comer y empiezo a recoger y a lavar todo con su ayuda.

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