Capítulo 20 - La cita Parte II

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Me paro en el borde del muelle admirando los últimos rallos de luz del día. Ray estaba recogiendo todo para poder marcharnos. Suspiro tranquila y disfruto de la ligera brisa que hay. No hace frío pero tampoco calor. Cierro los ojos para poder relajarme aún más cuando noto que me empujan.

Noto como el agua helada me engulle y, dado a la poca profundidad que hay, toco el suelo del lago. Sintiendo que me falta aire me impulso hasta la superficie. Cojo una gran bocanada de aire notando como se me pone la piel de gallina por el frío. Miro hacia el muelle, enfadada con el responsable de mi improvisado chapuzón.

Aún más cabreada al ver que se está riendo levanto la mano para que me ayude a salir, ya que no hay mucha distancia entre la base del muelle y el agua. Una vez que siento como su mano cálida envuelve a la mía, la agarro con fuerza para después tirar hacia atrás. Ahora la que ríe soy yo al ver como sale a la superficie.

– Joder que fría está – dice empezando a ir hacia la orilla.

– Haberlo pensado mejor antes de decidir tirarme al agua.

Empiezo a nadar yo también. Espero no resfriarme por culpa de esta estúpida broma. Cuando veo que Ray toca pie, nado más rápido hasta alcanzarle y me subo a su espalda para que me lleve. Ray me agarra las piernas que ahora están envolviendo su cintura para que al salir no caiga, mientras suelta una carcajada.

Llegamos a donde antes había estado la manta y me deja con cuidado en el suelo. Al no recibir el calor de Ray, empiezo a tiritar y no puedo impedir que el labio me empiece a temblar. Al verlo Ray me tapa con su chaqueta, que por suerte se había quedado en tierra, y tira de mí para dirigirnos rápidamente a mi casa.

Al entrar, a pesar no estar puesta la calefacción, siento como el calor del día se ha quedado dentro, por lo que poco a poco dejo de tiritar.

– Explícame como se te a ocurrido tirarme al lago – exijo medio en broma medio enfadada.

– Te veías muy relajada – responde con una sonrisa divertida – y no me equivocaba al pensar que te verías sexy con la ropa mojada.

Me guiña el ojo y yo me giro rápidamente para que no note que me he puesto roja. Me dirijo a mi habitación y cojo una de mis camisetas XXL y un pantalón que Ray se dejó la última vez que durmió aquí. Se lo lanzo desde el otro lado de la habitación y él lo coge al vuelo.

Vuelvo a entrar a mi habitación, cerrando la puerta esta vez, para cambiarme. Me saco los zapatos y dejo caer el vestido una vez bajada la cremallera. Estoy apunto de desabrocharme el sujetador cuando Ray abre la puerta.

– Mierda – dice al verme. Se queda parado igual que yo. Sin entrar pero sin cerrar la puerta. Yo no le digo nada. A pesar de sentir un poco de vergüenza, no me incomoda sorprendentemente, dado mi situación. – Lo siento.

Pero a pesar de decirlo, sigue sin moverse. Poco a poco se va acercando y a medida que la distancia que nos separa se acorta, los nervios en mi estómago aumentan. Él ya tiene puesto la ropa que le he dado, mientras que yo tan solo estoy en ropa interior. Mis manos, al igual que mis labios, pican por tocarle y besarle. Mi respiración cada vez se vuelve más pesada.

– Si quieres que me vaya de la habitación, dilo ahora – dice cuando nos separan apenas unos centímetros.

Una parte de mí quiere decirle que se vaya, que me aterra que la cosa de se descontrole. Pero otra chilla que elimine los centímetros que nos separan, que olvide todo el pasado y que me centre en lo que siento en este momento. Sus ojos están fijos en los míos, esperando una respuesta, su respiración también es pesada por la cercanía. Vuelvo a sentir ese cosquillo en mis labios y sin penármelo más, siguiendo mis sentimientos, mis emociones, lo que quiero ahora mismo, acerco mis labios a los suyos.

Por un momento el no responde, pero poco a poco se une a mí. Sus manos van a mi cintura baja y me atrae hacia él. Subo mis manos lentamente hasta llegar a su cuello y acaricio el pelo que le llaga a la nuca. Mientras una mano se queda ahí, la otra la meto por dentro del cuello de su camiseta, acariciando su espalda. Noto como mi cuerpo se calienta, como mi piel quema allá donde Ray tiene puestas sus manos. Su piel es suave y caliente a mi tacto.

Decido sacarle la camiseta y poder tocar más que una pequeña franja de piel. Un vez está en el suelo recorro con mis manos su cuerpo desde sus hombros hasta su cadera. Sus mano bajan hasta mis muslos y me impulsa para quedar mis piernas alrededor de su cadera.

Deja mis labios para besar mi cuello, mientras yo le desordeno su pelo. No puedo pensar con claridad, solo puedo pensar en lo bien que se siente esto. Lo bien que se siente sus besos en mi cuello. Lo bien que se siente sentir las pequeñas caricias en mi muslo. Lo bien que se siente estar así con Ray.

Su manos suben por mi espalda y yo arqueo ésta para darle más espacio provocando que nuestras caderas estén más juntas, permitiéndome notar aún más el bulto que esconde su pantalón. Sus labios vuelven a los míos, mientras sus manos desabrochan el broche de mi sujetador. Acabo de sacármelo sin vergüenza alguna y él deja un camino de besos desde mis labios hasta llegar a mi cuello, para después comenzar a bajar.

Suelto un jadeo al sentir su labios en mi pecho y no puedo evitar tirar un poco de su pelo.

– Ray – suelto en un suspiro intentando llamar su atención. Cuando levanta su cabeza y sus ojos conectan con los míos puedo ver un brillo diferente, puedo ver mi deseo reflejado en el suyo – mejor vamos a mi cama.

No hace falta que se lo repita. Ray me deja caer con cuidado sobre las sabanas y actos seguido se sitúa sobre mí. Vuelvo a recorrer su torso notando como se tensa a medida que voy bajando. Cuando llego a la cintura de su pantalón juego con ella, provocando que Ray separe unos centímetros nuestros labios y que su mano que descansa en mi cadera, apreté ésta.

De un tirón los empiezo a bajar. Nuestra ropa interior es lo único que nos separa. Me incorporo ligeramente para poder llegar a sus labios y le beso con necesidad. Su mano acaricia mi pecho y empieza a bajar por mi cintura hasta llegar a mis bragas. Cuando siento como empieza a bajarlas lentamente, recupero un poco la razón. No puedo hacer esto.

– Ray espera – suelto respirando agitadamente. Él levanta la mirada confundido dejando quita su mano – té he de explicar algo y si después quieres seguir con esto, estaré encantada. Pero tienes que saberlo antes.

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