Capítulo6 - Amy

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Me he tenido que dar un golpe en la cabeza, pero uno muy fuerte. Hace dos semanas que paso el incidente con el cuarto de la limpieza y Mike no se me ha vuelto a acercar. Por otro lado, se le ha hecho costumbre a Ray acompañarme al trabajo después de la salida. Y a pesar de que es él quien habla la mayoría del tiempo, no me importa escucharlo. Incluso de vez en cuando aporto algún que otro comentario que me hace estar orgullosa de parecer una adolescente cuerda. El punto es que me he acostumbrado a la compañía de Ray.

El Viernes mientras caminábamos tranquilamente hacia mi trabajo me pidió que acudiera a la barbacoa del mes de su familia. Que su madre se llevó una decepción al no verme acudir a la primera. En un principio tenía intención de no venir y quedarme en casa con mi nuevo gato, Baloo. Es un gato negro que había encontrado en la puerta un día al volver del trabajo y no pude resistirme.

Pero al contrario de lo que pensaba hacer, me encuentro delante de la puerta de la familia Stevenson cogiendo valor para picar a la puerta. Quería una vida normal, ¿no? Pues un paso para tenerla es conocer a mis vecinos aunque tenga que hablar con ellos.

- Hola señora Stevenson - le digo después de llamar a la puerta.

- Hola querida – me dice con alegría y se gira para coger un plato y una bebida para darme - Ten, me alegra mucho que hayas decidido venir. Y llámame Verónica, por favor.

Asiento e intento devolverle la sonrisa sin mucho éxito. Cojo el vaso y el plato y me dirijo hacia el lado del jardín con menos gente. Observo a las familias con niños y adolescentes, incluso hay gente que va mi instituto, supongo que amigos y conocidos de Ray. Es una estampa bastante bonita si la analizas. Todos colaborando y compartiendo para que salga todo bien en la barbacoa. Paseo por el bonito y amplio jardín hasta que veo a una niña pequeña llorando de unos siete u ocho años. Me resulta familiar, así que me acerco a ella.

– Hey, ¿Qué te pasa? - le digo con una repentina voz dulce que no sabía que tenía.

La niña levanta la cabeza y me mira con unos enormes ojos verdes cubiertos de lágrimas. Es de esas niñas que parecen muñecas de porcelana.

– Soy la peor hermana del mundo – dice la niña pero enseguida vuelve a llorar, yo la acaricio su largo y castaño pelo en un intento de consolarla – Yo solo quería que jugara conmigo pero ahora me odia porque no puede salir con sus amigos. Le he arruinado la tarde.

– No se la has arruinado seguro que él no piensa eso- digo mirándola sin saber muy bien que hacer. ¿Consolar a gente que ha pasado por un infierno? Eso se me daba bien, pero consolar a una niña pequeña porque su hermano mayor no quiere quedarse a cuidarla, eso no tanto. En su día yo tuve una hermana, pero era casi de la misma edad que yo por lo que nunca hubo problemas de este tipo.

– Se lo he oído decir, es un idiota - para de llorar y ahora se la ve enfurruñada. Yo me río y la miro divertida por su cambio de actitud. Me cae bien esta niña - Me llamo Amy Stevenson, ¿y tú?

Ya decía yo que me sonaba de algo, no sé cómo no la he reconocido antes. La vi cuando me dieron la bienvenida sus padres, pero es que además, es igual que su hermano mayor, Ray. Veo que me extiende la mano y le sonrió como hace tiempo que no lo hacía y se la estrecho.

– Amelia Harper, tu vecina y compañera de clase de tu hermano – da miedo la facilidad con la que miento sobre mi nombre. Me sonríe y yo le guiño un ojo – estoy de acuerdo contigo, es un idiota, pero que no nos oiga.

Me abraza y tardo en devolvérselo. No me lo esperaba. La última vez que alguien me dio un abrazo fue para sacarme de un ataque de pánico y el responsable tenia los mismos ojos que Amy. Pero un abrazo así, gratis y sin venir a cuanto es reconfortante. Siempre se me dieron bien los niños, fui niñera por algún tiempo de los hijos de algunos vecinos. Nunca me importo pasar tiempo con ellos. Son sinceros y no tienen malas intenciones, no son como los adultos con sus mentiras y su falsa cortesía.

– Quiero que seas mi amiga - dice animada, a eso me refería, pura sinceridad.

– Pues seremos amigas, ¿Qué te parece? - le digo con una pequeña sonrisa

Ella sonríe más si es posible y asiente energéticamente. Creo que necesitaba esto, ver la pureza e inocencia en un niño. Porque de donde yo vengo ya no hay nada de eso. Ya no hay niñas que sonríen y te piden que seas su amiga.

- ¿Me lo prometes? - dice enseñándome el dedo meñique para pactar la promesa.

– Te lo prometo – se lo cojo y a los dos segundos me vuelve a abrazar. Sí, definitivamente se siente bien interactuar otra vez.

***

Pasamos la tarde hablando y jugando a tomar el té. Sé que se está haciendo tarde pero estoy disfrutando. No actuó, ni pienso lo que debo o no debo hacer. Simplemente soy yo misma.

– Amy estas aquí, te estábamos buscando - dice su madre aliviada de encontrar a su hija, me mira y me regala una amable sonrisa - Hola Amelia.

– Hola Verónica

- ¡Mama! Amelia es mi nueva amiga – dice alegremente mientras yo me río entre dientes - ¿puede ser mi niñera en vez del ogro de Ray?

– Si ella está de acuerdo por mí perfecto – dice su madre. Las dos se me quedan mirando esperando una respuesta. No tengo nada mejor que hacer y no quiero que este sentimiento de tranquilidad desaparezca.

– Claro que sí, por qué no querría pasar la tarde con una amiga- digo y Amy se abalanza encima de mí – será una noche de chicas, ¿no?

***

Pasamos la tarde disfrazándonos y pintándonos la cara. Esta niña es un torbellino, deja un desastre allá a donde va. Desastre que yo luego recojo. No, si lo que se hace por los niños no se hace por cualquiera. Después de media hora buscando una película que le apeteciera ver a la señorita, he conseguido que se esté quieta. Y como el sofá no es lo suficientemente cómodo ha decidido ver la película encima de mí, literalmente. A mitad de la película noto que Amy se ha quedado dormida. Suspiro mientras pienso en lo bien que se viviría en una familia como esta. Sin darme cuenta imito a Amy y me quedo dormida.

No había notado que me costaba más respirar con Amy encima hasta que me la sacan de encima. Abro los ojos poco a poco y veo a Ray llevando en brazos a su hermana pequeña a su habitación. No le he visto en toda la barbacoa. Cuando oigo como baja las escaleras me incorporo lentamente mientras intento peinarme un poco.

– Lo siento, me he quedado dormida - digo mientras me dirijo a doblar la manta que hemos estado utilizando – por cierto cuando digas que tu hermana te ha arruinado la tarde vigila que ella no te escuche.

Me mira sorprendido. Sé que no me debería meterme en asuntos de familia, pero Amy parecía realmente disgustada. Y a veces las personas no notamos que hacemos daño con nuestras palabras. Por experiencia sé que a veces dura más el dolor provocado por unas simples palabras que el dolor físico. Porque al final, el dolor físico se pasa, el de las palabras, ese es otra historia.

– Eso es normal entre hermanos – dice tranquilamente – no lo entenderías.

– Sí, sí que lo entiendo porque soy, bueno por lo menos, era hermana menor – digo suspirando - y por eso sé que aunque sea normal duele. Sois nuestros ídolos, y cuando nuestros ídolos muestran aunque sea una mínima señal de desprecio, nos duele.

Me mira arrepentido y se lo que piensa. No sé nada de mi familia, no sé si se han mudado o siguen en el mismo sitio donde les dejé. No sé si me echan de menos o simplemente se han olvidado de mí. Si recordar todo lo malo que paso me duele, pensar en mi familia, la auténtica, es desgarrador. Por lo que intento no pensar demasiado en ella.

– Tranquilo, está viva, o eso creo - digo antes de que él abra la boca.

- ¿Quieres que te acompañe? A tu casa me refiero – pregunta Ray.

Niego y me voy a casa. Quiero analizar todo lo que ha pasado hoy, el avance que he hecho yo. Abandono la casa sintiéndome más ligera de cómo había llegado.

Be carefulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora