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Actualidad. Kenzo.

—Kenzo haz los deberes—ordenó la hermana mayor del chico nada más entrar en su habitación dejando ropa doblada sobre su cama.

—Si, ahora los hago—contestó este mientras tecleaba algo en su móvil. Se encontraba sentado en la silla de su escritorio con los libros y cuadernos sobre la mesa, pero ninguno se encontraba abierto.

—Más te vale, ya sabes que esta semana tienes los exámenes finales.

—Ajá.

Mahiru salió de la habitación de un portazo enfadada ante la indiferencia de su hermano sobre sus estudios. Kenzo, haciendo caso omiso de lo que le había dicho la chica, siguió con toda su atención sobre la pantalla de su móvil esperando un mensaje de vuelta, sin embargo no lo tuvo.

Él suspiró, siempre era lo mismo. Había empezado una relación a distancia con una persona de Tokio que conoció en internet y al principio hablar con aquella persona era de las cosas que más feliz le hacían pero poco a poco elle dejó de contestarle los mensajes a Kenzo y tardaba horas e incluso días.

Aquello le hacía sentir terriblemente mal, pero cuando le decía algo bonito sentía como se le calentaba el corazón y cómo mariposas revoloteaban en su estómago y para él merecía la pena. Claro está que nadie de su alrededor sabía de esta relación, ni si quiera Yune, su mejor amiga. Sabía que le iban a reñir por relacionarse con gente a través de internet que ni si quiera conocía.

La generación de Kenzo ha nacido como se suele decir "con un móvil en la mano". Y era cierto, internet tenía absolutamente todo en un simple dispositivo al que miles de millones de personas estaban casi adictos y los más jóvenes, como Kenzo o su hermana menor Moe, gracias a esto tenían la tendencia de ser impacientes, mentirosos, confiados entre otras cosas.

Y gracias a todo ese tipo de personas Kenzo creaba nuevas inseguridades como las de su cuerpo, su personalidad y la que más le comía la cabeza: su género. Inevitablemente se lo plantearía ya que conoce a personas con diferentes pronombres e identidades de género y además, su pareja era demiboy*. Se lo había planteado varias veces y todas había ignorado el tema frustrándose por no sentirse del todo a gusto con su género.

[*demiboy: se usa para nombrar a personas que se identifican parcialmente (no del todo) como chico u hombre]

Esto si lo habló varias veces con Yune, quien desde siempre que la conoce le había dicho que podía usar cualquier pronombre con ella. Nunca le había parecido algo malo o raro pero cuestionárselo en sí mismo era extraño. Sentía cierta disforia hacia todas las partes de su cuerpo que indicaban que biológicamente era hombre, quería esconder todo aquello que lo identificaba como tal.

Llegó un momento en su corta vida en el que simplemente no soportaba verse en el espejo, odiaba a quien fuera que veía reflejado. No era él. Y sin mirarse al espejo casi, seguía odiando todo de él. Su color de piel, su cara redonda, sus ojeras, su nariz, su espalda, su tripa, sus manos, sus piernas, su todo.

A todo eso, era bastante tímido por lo que muchas veces se ve obligado a hacer el tonto en clase para que le presten atención porque en condiciones normales nadie sabría ni quién es. Kenzo había crecido toda su vida siendo una triste sombra a la que solo se han acercado por su apellido. Sin mencionar que su mejor amiga tenía 7 años más que él.

Kenzo Onoe, el cero a la izquierda de la vida de muchas personas, tenía miles de inseguridades y problemas de los que preocuparse.

Dejó el móvil, haciendo caso a Mahiru e intentó hacer los deberes pero a cada notificación el chico iba casi corriendo para ver si era su novio. Decidió apagar el móvil para que no le moleste mientras hacía los deberes y estudiaba.

lovegame [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora