xiv: generación perdida

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-¿Qué haces despierto?

Gael, que se encontraba tranquilamente en la cocina comiéndose una pera, se asustó al escuchar repentinamente una voz. Se giró y se encontró con el gemelo peligris parado en la puerta de la cocina.

El argentino se encogió de hombros:-La costumbre.

-¿Te levantas a las 5 de la mañana todos los días?-cuestionó Osamu.

-Al menos en Argentina si.

-¿¡En Argentina vais a la preparatoria a esta hora!?

-No, no, en mi escuela íbamos a las ocho pero yo trabajaba y tenía que estar allí a las seis, después iba a la escuela, cuando salía iba otra vez a trabajar hasta las ocho de la tarde y a partir de ahí tenía que terminar mis tareas, ir a casa, salir con mis amigos, etcétera.

Osamu, que se había sentado para escuchar atentamente la historia de el ojiazul, tenía cara de sorprendido. Hacía demasiadas cosas en un día.

-Wow, aquí normalmente no te dejan trabajar en la preparatoria a no ser que obtengas un permiso. Además es casi imposible hacer tantas cosas en un día, a no ser que seas Akari Hanakuro o Mirai Nishishima.

-Bueno, ten en cuenta que allí no es como aquí. El salario medio casi nunca da para las familias y los hijos nos tenemos que poner a trabajar. Por ejemplo en mi familia somos cinco hermanos y si solo trabajara mi madre, no podría mantenernos con menos de 500 dólares al mes. Y nuestra sistema educativo no es muy exigente comparado con Japón.

-¡Que poco! Aquí se cobra cerca de los 2700 dólares de media.

-Claro, además no soléis ser familias muy numerosas. Además que mi padre es un idiota que no trabaja y mucho de nuestro dinero va a alcohol y mi madre es una inconsciente que no le quiere dejar porque va en contra de Dios divorciarse, mis hermanos mayores y yo trabajamos básicamente para que coman mis dos hermanos pequeños.

-¡Eh, vosotros! A la cama ya que no habéis dormido ni 4 horas y hacéis mucho ruido-apareció Mahiru enfadada y con cara somnolienta. Tenía el sueño muy ligero por lo que se había despertado al oír el más mínimo ruido de aquellos dos.

Se fueron a regañadientes a su respectiva habitación vigilados desde atrás por la delegada, el peligris con su hermano y Gael a la de invitados, donde estuvo pensando un buen rato.

¿Por qué le habia contado todo aquello? Es verdad que Osamu le gustaba un poco pero tal vez no debería haberle contado sobre Argentina y su vida allí.

Amaba su tierra, sobre todo donde había nacido, Ushuaia, Tierra del Fuego. Amaba a sus amigos y a sus hermanos, a los pingüinos que había por la zona, a los vecinos, amaba muchas cosas. Pero entre ellas definitivamente no se encontraban sus padres.

Matías Oliva, su padre, era de hecho la persona que más odiaba en el mundo. Desde que nació siempre ha estado en el sofá viendo la tele mientras no dejaba de beber botellas y botellas de alcohol. Nunca se presentó a algún acto del colegio, ni a alguna reunión con los profesores. El ojiazul a muy temprana edad aprendió a ignorar su existencia.

Esto no duró mucho porque al empezar el tercer curso de secundaria, con 14 años, su familia supuestamente pasaba por una crísis económica y su padre le obligó a encontrar un trabajo. Consiguió uno en un restaurante japonés donde lo poco que ganaba se lo debía gastar en botellas de cerveza para su progenitor.

Nunca creó una relación afectiva así que siente como si fuera un desconocido en casa, que por su culpa tres jóvenes estan trabajando, para que sus hermanos no crezcan en un hogar totalmente disfuncional como es el suyo.

lovegame [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora