2: Rafa

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CAPÍTULO DOS.

27 de Noviembre.

Sé que a mamá le duele que no pueda superarlo. Sé que me mira con ojos de pena porque parece que no puedo seguir, que estoy atascada.

Y es que lo más probable es que lo esté.

Siento que perdí las ganas de la mayoría de cosas. Mis planes a futuro ya no tienen mucho sentido, porque los había hecho con ella. En todos estaba ella. ¿Cómo puedo seguir, sin ella a mi lado?

No puedo irme a vivir sola sabiendo que Daysi no va a estar ahí. Simplemente no puedo, porque prometimos que algún día íbamos a vivir juntas en California. Ni siquiera me atrevo a visitar California sin ella. Muy en el fondo siento que sería una traición, porque ella no buscó no estar aquí y no cumplir sus sueños.

No quiero robárselos, eran nuestros.

—Mamá dice que no sería una traición —le cuento—, que al contrario, tú estarías orgullosa de que cumpla los sueños por ti. Pero yo no lo siento así. Yo creo que...

—¿Puedo sentarme?

Todo mi cuerpo se tensó apenas escuché aquella voz. Aquella voz que no escuchaba desde el día del accidente. Todo fue tan doloroso que pensé que lo mejor era alejarme de todo lo que me hacía recordar a ella, y una de esas personas era él. El gran amor de Daysi.

Me levanto y doy media vuelta para mirarlo. No está igual desde la última vez que lo vi. Sus ojos ya no se ven iguales, se ven oscuros, tristes, apagados. Está mucho más flaco de lo que lo recordaba. Ya no es el mismo, lo noto en su aspecto, en sus ojos y en su aura.

Lo único que no cambió es la guitarra colgada de la espalda.

—Hola. —murmuré, pálida.

No estaba preparada para tener tantos recuerdos en la cabeza. No estaba lista para ver el que era el motivo de felicidad de mi amiga.

—¿No te molesta si... me quedo también? —preguntó, avergonzado.

—No, de cualquier forma ya me iba...

Estuve a punto de tomar mi cartera del suelo pero su voz lo impidió.

—No hace falta que te vayas, Maite.

Preferí no decir nada. Tampoco quería irme. Pasa que a veces es imposible luchar contra lo que cabeza quiere recordarte. Y en ese momento no podía recordar nada más que a Rafa haciendo feliz a Daysi.

No había día en que ella no me contara cuánto lo amaba.

Sin decir nada, volví a sentarme en modo indio. Rafa hizo lo mismo, un poco alejado de mí, y se sacó la guitarra para ponérsela al frente. Se reacomodó en el sitio, puso sus dedos sobre las cuerdas y me miró.

—¿Te molesta si toco un poquito?

Su pregunta me tomó por sorpresa. Negué con la cabeza.

—No...

Acarició las cuerdas de la guitarra haciendo un melódico sonido que de inmediato me dio paz. Después entonó aquella canción que Daysi siempre le pedía que tocara.

Thinking Out Loud.

Así estuvimos un rato, él tocando el instrumento y yo tratando con todas mis fuerzas de no pensar en nada.

Pero lo que no pude evitar, fue decirle:

—Ella amaba que le tocaras sus canciones favoritas.

Rafa suspiró profundo, pero no dejó de tocar.

—Lo sé. Al parecer, uno de mis hobbies, era tocarle canciones a ella.

Sonreí y el corazón se me agitó.

Yo quería a Rafa, pero el dolor de los recuerdos era más fuerte. Lo quería mucho, porque sabía que la hacía feliz, y que era ese hombre que ella siempre quiso conocer. Era el amor de su vida.

—Espero que tengas una linda tarde. —le deseé, levantándome mientras tomaba la cartera.

Él no respondió nada y yo me arrepentí de mis palabras.

Ya no había lindas tardes, no había días buenos. Lo notaba en mí, y lo noté en sus ojos cuando me despedí.

Dear DaysiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora