22: Como yo estando enamorado de vos

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CAPÍTULO VEINTIDÓS.

26 de Junio.

—Perdón por ya no venir tan seguido —susurro—. Es que... me siento tan culpable, D. Mamá dice que me tengo que dar tiempo... y que tengo que pedir perdón. Aunque ella no sepa por qué me siento culpable, no le quise decir. Pero de igual forma sé que tengo que pedirte perdón. ¿Cómo iba a yo a enamorarme del amor de tu vida?

—Deberías dejar de culpabilizarte tanto. No hace bien, Maite.

Ni siquiera me atrevo a voltear cuando escucho a Rafa detrás de mí.

—Fue mi culpa ser tan idiota y fijarme en quién no debía.

—Esas cosas simplemente pasan. Si pudiéramos manejarlas todo sería mucho más fácil, ¿no te parece?

—Lo sé.

Siento una corriente eléctrica recorrer mi espalda cuando escucho que da algunos pasos hacia adelante. Trago saliva, pero en vez de escapar de la situación como siempre, me reacomodo en el lugar donde estoy sentada y sigo hablando con mi mejor amiga como si él no estuviera aquí, escuchándome.

—Al menos en arte me está yendo muy bien. Mi profesor dice que tengo muy buena mano para el carboncillo. ¡Ah! Y papá por fin se compró ese auto que siempre quiso tener. Así que con mamá están planeando un viaje a...

—¿Cómo has estado? —me interrumpe, tomándome por sorpresa.

Decido ignorar su pregunta para que entienda que no quiero hablar con él.

—Al norte. Quieren conocer el Perito Moreno.

—Maite, el Perito Moreno queda en el sur... —pronuncia con la voz cargada de cansancio—. Pero como sea.  Aunque odie decir esto... sos la única persona que, por alguna razón, mi corazón decidió escuchar y dejarse ayudar. Me gustaba mucho pasar el tiempo con vos, acá, hablando de ella... Recordando cosas. Me gustaba que fueras ese abrazo que necesitaba demasiado cada vez que volvía a caer en la realidad... Te necesito, Maite.

Trago saliva con tanta fuerza que estoy segura de que incluso él lo escuchó. No sé qué decir al respecto, he quedado sin palabras. Mi corazón está tan agitado dentro de mí que tengo miedo de que hasta de eso de haya dado cuenta.

—Pero entenderé si no quieres volver a verme. Si no quieres volver a hablarme y si prefieres venir sola. Simplemente... quería agradecerte haber estado ahí como nadie lo estuvo, porque vos me entendés. Gracias por haber sido vos conmigo... Sólo necesitaba eso.

Escucho nuevos pasos. Entonces volteo y sólo puedo ver su espalda.

—¡Rafa!

Sin embargo, él sigue su camino. Me levanto con rapidez y corro hasta él hasta que lo detengo del hombro. Cuando logro que voltee a verme, sólo lo abrazo con fuerza.

Porque yo también lo extrañé aunque no quisiera.

Cuando me separo no me queda otra opción que mirarlo a los ojos. Ya no lleva tan a menudo los anteojos de sol. Noto que las ojeras ya no son tan pronunciables bajo sus ojos, aunque sí sigue estando muy flaco.

—Perdón...

—Dejá de pedir perdón por cosas que no podésmanejar —aconseja, enojado—. Hay cosas que simplemente son inevitables. Comonecesitar dejar de ver a alguien por un tiempo o como necesitar estar sola paravolver a conectar con vos. Como vos estando enamorada de mí... O como yo estandoenamorado de vos.

Dear DaysiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora