CAPÍTULO OCHO.
19 de Enero.
Desde aquel día no había parado de pensar en cómo ayudar a Rafa. Pensé en recordarle las mejores cosas de Daysi. Charlar sobre aquellos recuerdos que alguna vez lo hicieron inmensamente feliz a su lado. Pero también supuse que eso lo volvería más doloroso, así que descarté la idea rápidamente.
Hasta que mamá insinuó que hacer "cartas al cielo" a veces ayudaba mucho. Ella principalmente lo dijo por mí. Mamá no tenía ni idea de que yo y Rafa nos veíamos a menudo en el cementerio.
Con intentar no perdía nada... o al menos eso es lo que había pensado.
Llegué antes que él. Conmigo llevaba una mochila que dentro tenía muchas hojas y dos lapiceras. Ni más ni menos.
Me senté al estilo indio y esperé su llegada. Pasaron horas en que pensé que no llegaría, pero finalmente lo hizo.
Cuando quedó frente a mis ojos, noté su cabello peinado y los lentes de sol que lo acompañaban siempre. Hoy parecía un día diferente para él, un día bueno, porque llevaba colgando detrás, en su espalda, la guitarra.
—Hola...
—Hola. —musité. Por alguna razón estaba avergonzada. Creí que tenía que ver con lo temerosa que estaba ante su respuesta a mi propuesta.
—¿Cómo estás?
—Bien... creo —me encogí de hombros, realmente como me sentía yo era lo de menos. Necesitaba saber cómo estaba él—, ¿y tú?
Rafa se sentó frente a mí y sonrió apenas. Entre medio del silencio, pude escucharlo tragar saliva.
—Hoy puedo decir que... estoy un poco "mejor". —hizo las comillas con sus dedos.
Se acomodó el instrumento como debía para poder tocarlo, y acarició las cuerdas. No parecía querer tocar algo en específico. O quizás se desorientó por alguna razón.
—Ayer estuve pensando mucho en... —tragué saliva, suspiré y lo miré—, en que me gustaría decirle muchas cosas a Daysi que no pude.
Para mi sorpresa, Rafa me miró con atención. Me molestaba no poder ver sus ojos, pero no me quejé.
—¿Ah sí? ¿Y cómo lo harías?
—Bueno... —tomé la mochila con rapidez y saqué todo su contenido. Lo coloqué a mi costado, en el césped, y le extendí una hoja y una lapicera que él tomó gustoso—. Esto es así: escribimos cosas que no pudimos decirle, cosas que quedaron pendientes, o cosas que quisieras recordarle, lo que tú quieras... como una carta. Y luego —me removí en busca del encendedor que llevaba en el bolsillo del pantalón—, la quemamos. Se supone que las cenizas irán al cielo... Bueno, se supone que las palabras. Dios, es algo tonto, yo...
—Me gusta la idea, Maite —interrumpió, con una sonrisa que sentí era natural... de verdad—. Creo que puede funcionar.
Asentí, genuinamente contenta. Por él, por mí. Por ambos.
Yo tenía muchas cosas que decirle a mi mejor amiga. Si bien todos los días le contaba mi día a día y le decía cuánto la extrañaba... creía que una carta dirigida expresamente a ella me llenaría más.
Extendí la hoja y usé la parte trasera de la mochila para poder escribir mejor. Tomé la lapicera y no me hizo ni falta pararme a pensar sobre qué escribir.
"Querida D.
Al día de hoy ya han pasado más de cuatro meses desde que ya no estás a mi lado. Desde que ya no te veo físicamente, pero al menos me queda sentirte gracias a los recuerdos, a las fotos y tus videos riéndote.
Sé que, quizás, nunca he sido muy cariñosa en cuánto a palabras. Pero, por suerte, me consuela saber que te abracé cada vez que quería hacerlo, te besé mucho y te tomé de la mano cada vez que me necesitaste.
Sé que es tonto decirte que te amo ahora que no estás. Pero también sé que tú sabías muy bien que te amaba con el alma. Fuiste, eres y serás siempre mi mejor amiga. Serás siempre esa parte de mí que me completa, me acompaña y me entiende. Siempre sentí que éramos, más que amigas, hermanas.
Te amo con el alma, D. Y cada día que pasa te extraño mucho más.
Y... quiero que sepas que voy a tratar de hacer que Rafa vuelva a ser ese chico que tan enamorada te tenía. Ese que siempre tenía una sonrisa en el rostro y un chiste tonto que decir sólo para hacerte sonreír.
Prometo cuidarlo.
Te amamos.
Maite.
En cuanto levanté la mirada encontré a Rafa mirándome. Al parecer ya había terminado su carta, porque la tenía doblada en dos en una mano. Esperé que dijera algo, sin embargo, nada salió de sus labios.
—Estoy lista, ¿tú?
Asintió.
Tomé el encendedor, giré la rueda que dejaba escapar el gas y una pequeña llama de fuego flameó frente a mis ojos. Acerqué la punta de mi carta y el fuego no tardó en expandirse por completo hasta que la hoja terminó siendo puras cenizas que, gracias a la brisa, volaron hacia lugares distintos.
Miré a mi acompañante y le extendí el mechero.
Rafa realizó mis mismas acciones y se dejó caer de espaldas al pasto. Miró el cielo por largo rato y yo también.
—Gracias. —murmuró.
—¿Por qué?
Se sentó con la espalda erguida para estar frente a mí, se sacó los anteojos de sol y me miró. Noté lo oscuras que estaban sus ojeras y me pregunté vagamente si estaba comiendo bien.
—Por querer ayudarme a sanar aún cuando vos también estás rota por dentro.
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Dear Daysi
Teen FictionUna NO relación complicada es la de Maite y Rafa. Unidos y a su misma vez separados por una misma persona: Daysi. Después del trágico accidente que le quitó la vida a Daysi, Maite, su mejor amiga y Rafa, el amor de su vida, se reencuentran meses d...